martes, 27 de diciembre de 2011

ROMPA CON LAS CADENAS DE DEUDAS

Fernando Alexis Jiménez

E

l juego de herramientas le pareció económico; de hecho tenía un rótulo grande que decía “Promoción”. No lo pensó dos veces, simplemente lo tomó del estante y se dirigió a la caja registradora. Es una oportunidad que no puede desaprovechar”. Extendió su tarjeta de crédito con una sonrisa de protagonista de comercial de televisión.

Trascurrió un mes. En un aparador de su garaje está aún con la etiqueta del precio y sin desempacar, el pequeño dispensador de llaves, destornilladores y brocas. No lo ha utilizado; sin embargo ya llegó la primera factura de cobro: “¿Dios mío qué voy a hacer para pagar lo que debo?”, se preguntaba una y otra vez, mientras rectifica sumas y restas en una calculadora de bolsillo.

En otro lugar, a kilómetros de allí, Alicia sonríe al dar vueltas—con delicadeza y a la vez admiración--, a un vestido rojo con seda y primorosos encajes que acaba de comprar con la tarjeta de crédito. Voy a verme como Carolina de Mónaco”, piensa, anticipando que será el blanco de las miradas en la fiesta de cumpleaños de su sobrina.

Cuando llenaba el formato de solicitud en el almacén de cadena, razonó que estaba endeudada. Una vocecita, en lo más recóndito de su mente, le repetía: “No te prives de un gusto para ti. Piénsalo, te lo mereces”.

El dolor de cabeza vino un mes después con la cuenta de cobro. “¿Qué voy a hacer?”, se preguntaba en medio de un ataque de desesperación.

El peligro de las deudas

Es importan que reconozcamos si somos esclavos de las deudas

¿Ha intentado alguna vez preparar pasteles en casa? Bueno, pongámoslo en otros términos: ¿Alguna vez se ha tomado el trabajo de pintar su habitación? En uno y otro causo, aunque trate de evitarlo, terminará untado de masa de harina o de pintura. Es inevitable.

Igual ocurre con las deudas. En una sociedad de consumo con la nuestra, los medios de comunicación nos inundan con mensajes retadores: “Compre ahora y pague después”. Los protagonistas de los comerciales lucen sonrisas impostadas, de final de telenovela, vendiéndonos la idea de que “vivir al fiado” está íntimamente ligado a la felicidad, la posición social y económica, y de tener todo con sólo extender una tarjeta de crédito.

Pero, ¿qué ocurre con quienes se dejan arrastrar por las deudas? Terminan reportados en las centrales de riesgo como “clientes de cuidado”, se les cierran las puertas a nuevos préstamos y, en algunas circunstancias, hasta se ven inmersos en líos judiciales.

Venden su buena imagen por pretender ser felices a costa de las posesiones materiales, olvidando que la Biblia es clara cuando nos enseña que: “Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y más que oro y plata, la buena reputación.”(Proverbios 22:1, Nueva Versión Internacional)

¿Qué hacer entonces? Ser muy cuidadosos y sensatos en el momento de invertir. Recuerde que los sistemas crediticios terminan convirtiéndose en poderosas redes que—si se lo permitimos--, nos atrapan. No olvide jamás que la instrucción de Salomón frente a situaciones que pueden llevarnos a tener problemas: “El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias.”(Proverbios 22:3, Nueva Versión Internacional)

No tome decisiones solo

Es fundamental que revisemos cuidadosamente en qué invertimos el dinero

Aunque las recomendaciones para salir de deudas serán abordadas un poco más adelante, cabe enfatizar aquí que una vez contraemos matrimonio, usted y yo debemos consultar con nuestro cónyuge y—en lo posible--, con toda la familia, cómo, cuándo y en qué invertiremos cada peso o dólar.

Tenga presente que decidir en conjunto nos ayuda a evitar conflictos de pareja posteriores, ya que los temas económicos son uno de los factores de conflicto familiar de acuerdo con los especialistas.

Ahora, ¿a qué se debe esa inclinación a endeudarnos? Hay varias razones. Una de ellas, la presión social y los mensajes con los que diariamente nos inundan los medios de comunicación. Otro hecho es que nos creamos necesidades, muchas imaginarias y en absoluto reales, todo, producto de la influencia de la publicidad.

Personalmente soy reacio a tener auto propio. A raíz de los altos costos del combustible, entre otras razones, prefiero usar el sistema de transporte público de la ciudad. Me puede resultar más económico tomar un taxi que abordar un vehículo particular, aunque he tenido la forma de comprarme uno.

Sin embargo quienes me rodean insisten en que “Usted necesita su propio carro para movilizarse”. ¿Me hago entender? Somos usted y yo quienes creamos las necesidades.

Hay que mencionar además que estados emocionales como la depresión, la ansiedad y en ciertas ocasiones, hasta el no tener nada qué hacer, nos tornan vulnerables y proclives a gastar dinero.

Igualmente una niñez llena de privaciones, y la búsqueda de sensaciones novedosas que sólo logran saciar muchas personas cuando logran agotar la impulsividad que despierta estar frente a las vitrinas de un centro comercial. Compran y compran cosas que no requieren.

No podemos vivir de "lo barato"

¿Sabe usted qué es vivir de lo barato? Es comprar artículos que aparecen con el rótulo de “promoción” y que generalmente no utilizamos, pero que nos llevan a gastar más.

No siempre aquello que tiene el rótulo de “barato” es lo más aconsejable

El Señor Jesús fue claro respecto del afán de atesorar, bien sea para llenar vacíos personales, para aparentar ante los demás solvencia o simplemente por ambición: “¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes.”(Lucas 12:15, Nueva Versión Internacional)

La publicidad con la que inundan los medios masivos de comunicación nos presiona a “vivir de lo barato”. Por ese motivo, apenas vemos un producto o servicio con el rótulo de “económico”, queremos adquirirlo, sin medir siquiera las consecuencias. ¡Tremendo error!

Comprar lo “barato” nos condena a gastos inesperados y, generalmente, a acumular cosas inútiles que no sabemos dónde poner luego. Nos convertimos en hábiles cazadores de “promociones”. Si todavía no está convencido, haga el sencillo ejercicio de sumar todo lo que ha invertido en el último año en cachivaches que ofrecían en los outles y que hoy no utiliza para nada; si lo hace, es muy esporádicamente. ¿No le parece que invertir ese dinero pudo ser más provechoso pero en otra cosa?; Sin embargo se dejó engañar por el encanto de las “promociones” y sacó la tarjeta de crédito…

Si compara el valor real de ese artículo “barato” en períodos de venta normales, con lo que cuesta en el momento en que se lo ofrecen de “oportunidad”, descubrirá que el ahorro es mínimo, quizá de centavos. Jamás olvide que debemos vivir con lo que realmente tenemos y no con lo que ni siquiera nos hemos ganado. Recuerde lo que enseña la Biblia: “Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores.”(Proverbios 22:7, Nueva Versión Internacional).

Someta las finanzas en manos de Dios

Todo plan y proyecto que emprendemos, debe ser sometido en manos de Dios (Cf. Salmo 37:5). Tenga presente que Él es la fuente de nuestros bienes materiales y bendiciones, como enseñan las Escrituras: “La bendición del Señor trae riquezas, y nada se gana con preocuparse.”(Nueva Versión Internacional)

Reviste particular importancia evaluar cuánto ganamos y en qué invertimos el dinero

Lo primero que debe hacer—en consecuencia—es orar al Señor en procura de dirección; un segundo paso para vencer la compulsión de comprar, es esperar por lo menos tres días antes de comprar ese artículo del que se “enamoró” a primera vista cuando lo vio en una vitrina y que considera “es lo que estaba buscando hace mucho tiempo”. Tres días son un tiempo prudencial para pensar si realmente necesitamos ese producto o servicio que nos ofrecen “muy barato”.

Evalúe constantemente cuánto gana, cuánto gasta y, por supuesto, cuánto debe. Una vez haga ese balance, si se sintiera tentado a comprar algo, formúlese dos preguntas: ¿Realmente necesito este artículo o servicio?, y la segunda: ¿Qué tan útil me puede resultar?

Si decide adquirirlo, asuma la costumbre de llevar un registro de toda compra; así tomará conciencia de cuánto gasta semanal y mensualmente.

lunes, 26 de diciembre de 2011

SOMOS EMBAJADORES DEL REINO DE DIOS

Ritchie Pugliese

2 Corintios 5:17-20 dice:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”

Efesios 1:7 dice también:
“en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,”

Cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador sucedieron en el ámbito espiritual varios cambios simultáneos. Ellos son:

1. CAMBIO DE POSICIÓN: Fuimos redimidos, rescatados y libertados del reino de las tinieblas por medio de un pago por nuestro rescate (la sangre de Cristo derramada en la cruz del calvario);

2. CAMBIO DE IDENTIDAD: Llegamos a ser parte de algo nuevo proveniente de Dios. Nos transformamos en hijos e hijas de Dios;

3. CAMBIO DE FUNCIÓN: Nos transformamos en embajadores o representantes de Dios en la tierra.

Los términos “nueva criatura o creación, redimidos, redención, embajadores” son palabras que en lo espiritual tiene un efecto poderoso para nuestras vidas.

Lejos de Cristo, nunca podríamos disfrutar lo que ahora podemos gozar viviendo con Cristo.

Detallaré a continuación aquellos privilegios que ahora gozamos por estar viviendo con Cristo y tenerlo como el rey de nuestras vidas:

1. Satanás ya no tiene más autoridad sobre nosotros
Colosenses 1:3 dice: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,”

a) Pasamos de ser dominados a no solo ser librados, sino que gracias a la obra de Cristo podemos ahora enfrentar a nuestro antiguo dominador, y vencerlo en el Nombre de Jesús.

b) Pasamos de temer al diablo a que el enemigo ahora nos tema a nosotros. Santiago 4:7 dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”; Apocalipsis 12:11 dice también: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.”

2. El pecado ya no tiene autoridad sobre nosotros
Romanos 6:14 dice: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”

Antes vivíamos absolutamente controlados y sometidos bajo el pecado (desobediencia continua), ahora estamos aprendiendo a controlar y eliminar el pecado de nuestras vidas (1 Juan 1:9; Proverbios 28:13). Antes vivíamos sumergidos en el pecado, ahora estamos aprendiendo a vivir cada vez más lejos del pecado.

(Aclaración: el pecado del ser humano no consiste en una lista de “cosas malas”. El pecado de la humanidad es el de vivir alejados de Dios. Como consecuencia de ese estilo de vida sin Dios, su vida es un reflejo del reino de las tinieblas, hundido en el fango del pecado, con sus malas acciones correspondientes)

3. Tenemos autoridad en el Nombre de Jesucristo
Juan 14:12-14 dice: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”

4. Tenemos acceso directo a Dios a través del Señor Jesucristo
Hebreos 4:16 dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

Antes vivíamos lejos de Dios, ahora podemos acercarnos a él, para desarrollar amistad íntima con él. Podemos ponernos de acuerdo con Dios para ejecutar aquí en la tierra su propósito, su voluntad.

5. Tenemos autoridad a través de la Palabra de Dios
Utilizar el nombre de Cristo y su poder no es algo “mágico” sino que es el resultado de respetar, obedecer y aplicar los principios de la Palabra de Dios. Juan 15:7 dice: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.”

6. Tenemos la presencia del Espíritu Santo residiendo en nuestro interior

a) Al convertirnos a Cristo recibimos las arras o el sello identificador de que somos verdaderos hijos de Dios. 2 Corintios 1:22 dice: “el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.”

b) Podemos recibir el poder o la unción del Espíritu Santo. Hechos 1:8 dice: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”

¿Puede darse cuenta lo qué significa ser un hijo de Dios en la tierra? Usted es un representante de Dios, un embajador del Reino dondequiera que vaya, y puede utilizar todos los privilegios que el Rey del Reino (el Señor) le ha dado.

¡Esto sí que es realmente vivir una vida nueva, la cual sólo puede ser posible gracias a la obra de Jesucristo en la cruz del calvario, la cual está disponible para cualquiera que la acepte por fe (Juan 3:16)!

miércoles, 21 de diciembre de 2011

EL VERDADERO MOTIVO DE LAS FIESTAS NAVIDEÑAS

En esta época de tanto consumismo, fiestas y distracciones, apartemos un momento para enfocarnos en la verdadera razón de tanto festejo:

"Pongamos toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza, y es él quien hace que confiemos cada vez más y mejor. Jesús soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, sería muy feliz. Y ahora se ha sentado a la derecha del trono de Dios." Hebreos 12:2 (Traducción Lenguaje Actual)

La buena noticia nos enseña que Dios acepta a los que creen en Jesús. Como dice la Biblia: "Aquellos a quienes Dios ha aceptado y confían en él, vivirán para siempre". Romanos 1:17 (TLA)

"Pero aunque no lo podamos ver, confiamos en él." 2 Corintios 5:7 (TLA)

"Porque a Dios no le gusta que no confiemos en él. Para ser amigos de Dios hay que creer que él existe, y que sabe premiar a los que buscan su amistad." Hebreos 11:6 (TLA)

Estimado amigo, Jesús te conoce, Él sabe cómo te sientes el día de hoy, recuerda que Él dijo: "Mis seguidores me conocen, y yo también los conozco a ellos. Son como las ovejas, que reconocen la voz de su pastor, y él las conoce a ellas. Mis seguidores me obedecen, y yo les doy vida eterna; nadie me los quitará. Juan 10:27-28 (TLA)

"Pero el que beba del agua que yo doy nunca más tendrá sed. Porque esa agua es como un manantial del que brota vida eterna." Juan 4:14 "Les aseguro que el que cree en mí tendrá vida eterna." Juan 6:47 (TLA)

"También sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero. Y estamos con el Verdadero, con su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la vida eterna." 1 Juan 5:20 (NVI)

Por esto, y por muchas cosas más, tenemos varias razones para cantar como lo hicieron los ángeles en Belén aquella gloriosa noche:

«Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad.» Lucas 2.14 (NVI)

viernes, 16 de diciembre de 2011

UNA GRAN FE (Lucas 7:1-10)

La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Romanos 10:17.

Auméntanos la fe.
Lucas 17:5.

Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres,
sino en el poder de Dios.

1 Corintios 2:5.

Un centurión romano, un pagano, tenía un esclavo paralítico que sufría mucho. Sin duda había hecho todo lo posible para curarlo, pero sus esfuerzos habían sido en vano; el hombre iba a morir. El centurión oyó hablar de Jesús y envió algunos ancianos de los judíos para que le rogasen que viniese a salvar a su esclavo (v.3). No se atrevía a ir él mismo porque temía molestar a alguien tan importante. El Señor apreció esa humildad y dijo: “Yo iré y le sanaré” (Mateo 8:7). Cuando se acercaba a la casa, el centurión envió a su encuentro unos amigos para que le dijesen: “No soy digno de que entres bajo mi techo; pero di la palabra, y mi criado será sano” (v. 6-7).

Sólo necesitaba que dijese una palabra, nada más, pues discernía que en Jesús estaba tanto el poder como el amor. Jesús admiró esa actitud y declaró que incluso en Israel no había hallado una fe tan grande. Al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo” (v. 10).

Jesús admiró a ese hombre. La confesión que hacía de su indignidad, la certeza de que en Jesús estaban el poder y el amor para satisfacer sus necesidades y su fe en una sola palabra fueron recompensados. Jesús le dijo: “Como creíste, te sea hecho”. La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).

lunes, 12 de diciembre de 2011

DEJAME QUE ORE POR TI

Esta es mi oración por ti. Pido a Dios en el Nombre de Jesús...

Que te responda cuando estés angustiado;
que el nombre del Dios de Jacob te proteja.
Que te envíe ayuda desde el santuario;
que desde Sión te dé su apoyo.
Que se acuerde de todas tus ofrendas;
que acepte tus holocaustos.

Que te conceda lo que tu corazón desea;
que haga que se cumplan todos tus planes.
Nosotros celebraremos tu victoria,
y en el Nombre de Jesús
desplegaremos las banderas.
¡Que el SEÑOR cumpla todas tus peticiones, estimado amigo!


Ahora sé que el SEÑOR salvará a su ungido
que le responderá desde su santo cielo
y con su poder le dará grandes victorias.
Éstos confían en sus carros de guerra,
aquéllos confían en sus corceles,
pero nosotros confiamos en el nombre
del SEÑOR nuestro Dios.
Ellos son vencidos y caen,
pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos.

¡Concede, SEÑOR, la victoria a mis estimados amigos!
¡Respóndenos cuando te llamemos!
Salmo 20 (Nueva Versión Internacional)

Toma cada palabra, cada frase de esta oración para ti, porque esta es la oración de tu amigo David Gaitán especialmente para tu vida.