lunes, 31 de enero de 2011

LOS DIEZ PRINCIPIOS QUE ENFRIAN EL AMOR

Por Stephen Arterburn y Fred Stoeker

Todo hombre desea satisfacer los deseos secretos de su esposa. El problema es que la mayoría de ellos no están muy seguros de cuáles son esos deseos ni de qué manera puedan satisfacerlos fielmente. No son las diferencias irreconciliables las que no nos permiten amar a nuestras esposas como a nosotros mismos.

Es nuestra falta de disposición. Por naturaleza no somos peores que las mujeres, pero a medida que leas la siguiente lista de los diez rasgos que los hombres traen al matrimonio como cualidades innatas, verás cómo pueden descalificarnos por completo a fin de amar como Cristo lo indicó en Mateo 19:3-8.

1.- Los hombres son rebeldes por naturaleza
Nos aburrimos enseguida de la vida recta. Por naturaleza nos cansamos con rapidez de someternos a las necesidades y a las esencias de nuestras compañeras. Preferimos hacer las cosas a nuestro interesante modo.

2.- El ego masculino es mayor, pero más frágil que el femenino
La fragilidad del ego masculino impide con mucha facilidad la unidad y la intimidad, nuestros enormes, pero frágiles egos pueden ver con facilidad la expresión de los dones superiores de ellas como una amenaza.

3.- Los hombres son relativamente menos sensibles a las necesidades de los demás
En un mundo perfecto, la cabeza del hogar sería la persona más sensible de la casa. Pero, ¡No vivimos en un mundo perfecto! A la mayoría de los hombres, la sensibilidad les cuesta trabajo al principio. No nacemos con la sensibilidad necesaria para la sumisión mutua.

4.- Los hombres tienen menos capacidad para expresar las emociones y los sentimientos de manera verbal que las mujeres

En un estudio, la investigadora Diane Mc Ginness de la universidad de Stanford les dio doce tareas a niños pequeños y grabó todas las expresiones orales. ¿El resultado? Los niños producían la misma cantidad de expresiones orales que las niñas, pero había una enorme diferencia. Las niñas hablaban unas con otras. Los niños no estaban inclinados al lenguaje en absoluto. Por razones obvias, nuestra deficiencia verbal natural no favorece la causa de la unidad.

5.- El cerebro masculino está más orientado a los hechos y a la lógica que a las emociones y las intuiciones
El cerebro femenino consulta con mayor facilidad todas sus experiencias pasadas y, por lo general, es más rápido para hacer juicios precisos de carácter que manifiestan la “intuición”. Las mujeres usan ambos hemisferios del cerebro cuando escuchan, en tanto que los hombres usan uno solo. Deberíamos permitir que el don superior de discernimiento de nuestras esposas bendiga nuestro matrimonio y promueva la unidad.

6.- Los hombres se estimulan sexualmente por la vista
Los hombres somos más propensos a extraviarnos en lo sexual que las mujeres porque nuestros ojos se van detrás de cualquier falda corta que pase por allí.

7.- Antes del matrimonio, los hombres asumen la responsabilidad de alimentar la relación amorosa
Después del matrimonio, ve a la esposa como alguien que debe cuidarlo a él. Una vez que hemos conquistado esta frontera llamada amor, le damos las riendas de la relación a nuestra esposa y volvemos a la carreta para dormir una siesta.

8.- Los hombres necesitan menos romance que las mujeres
Toda esposa es una romántica incurable. Es muy raro que honremos esta esfera crucial de la esencia femenina cuando quedamos librados a nuestros recursos naturales.

9.- El escudo del hombre en contra de la inferioridad es su trabajo. El escudo de la mujer en contra de la inferioridad es, por lo general, su esposo, así que, como es natural le adjudica a su relación matrimonial un valor más alto que el que le da su marido. La unidad no se encuentra en la pantalla del radar de él.

10.- Los hombres esperan paz de su matrimonio, en tanto que las mujeres esperan unidad
Nos quedamos satisfechos con facilidad en una relación de “socios de negocio” en el matrimonio siempre y cuando haya paz y suficiente relación sexual. En lugar de elevarnos por encima de nuestra preferencia masculina de paz en cambio de unidad, con egoísmo nos acomodamos en la postura que se ajusta mejor a nosotros.

¿Ablandarás tu corazón?
Estos diez rasgos masculinos no forman la lista más alentadora, ¿verdad? Por naturaleza, los hombres son insensibles, tienen poca concentración y no se interesan mucho en la sumisión masculina. Frente a las incontables incompatibilidades del matrimonio, necesitamos corazones blandos si es que vamos a someter nuestros derechos en pro de la unidad. No nos han dotado de forma natural para este llamado.

domingo, 30 de enero de 2011

EL EXITO ES MAS COMPLICADO QUE EL INFORTUNIO

Ps. Diego Arbeláez -

"... y no me hagas rico ni pobre, dame sólo el pan necesario, porque si me sobra, podría renegar de ti y decir que no te conozco: y si me falta, podría robar y ofender así tu divino nombre" (Proverbios 30:8-9)

La prosperidad más que la pobreza, puede nublar nuestra visión espiritual, porque tiende a hacernos autosuficientes y deseosos de adquirir de todo, menos de Dios.

La popularidad y la adulación son, para el cristiano, peligros mayores que la persecución. Es fácil cuando nos va bien en todo, perder nuestro sentido de equilibrio y nuestra salvación.

Jesucristo advirtió a sus discípulos sobre los peligros de la prosperidad al decirles: "¡Ay de ustedes los que ahora ríen, pues van a llorar de tristeza! ¡Ay de ustedes cuando todo el mundo los alabe...!"

Cristo sabía que su iglesia, al entrar en una etapa de prosperidad, fácilmente caería en un estado de autosuficiencia, que la llevaría a concentrase en su propia preservación más que en la gratitud y servicio a Dios.

Moisés, previendo el mismo peligro en los hebreos, les amonestó sobre el peligro de olvidarse de Dios cuando entraran a la tierra prometida y fueran prosperados. Encontrándose ya en las fronteras de la tierra de Canaán, listos para poseerla, Moisés los reúne y, en términos precisos, les señala los peligros que asechan en las sombras una vez que tomen residencia en ese territorio nuevo. Moisés les advierte sabiamente sobre los peligros de la prosperidad. Aunque él mismo no entraría con ellos a esa tierra, los amaba lo suficiente como para esperar que les aconteciera lo mejor. Quería que supieran lo que encontrarían pronto. Supongo que sus palabras fueron un "buen consejo paternal". Escúchelas:

"Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantasteis, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová que te sacó de la casa de Egipto, de casa de servidumbre. A Jehová tu Dios temerás, y a él sólo servirás, y por su nombre jurarás. No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos".

Moisés está preocupado, y con razón, pues desde que el hombre existe es cierto aquello de que, "de cien que pueden soportar la adversidad, apenas hay uno que puede sobrellevar la prosperidad". En otras palabras, fatiga menos caminar sobre terreno quebrado que sobre terreno llano, se resiste mejor a la adversidad que a la prosperidad.

Al parecer Adán y Eva se rebelaron contra Dios por hastío. Los cansó el aburrimiento de no encontrarle sentido a nada por no carecer de nada. Los llenó de tedio la superabundancia. No tenían dificultades por superar y, por lo mismo, no tenían esperanzas. ¿Sabía usted que la superabundancia es tanto o más dañina que la carencia? Parece mentira, pero el infortunio es a veces más rentable que el éxito.

De ricos, cierta familia había llegado a ser pobres por varios reveses de fortuna. Tuvieron que despedir a los empleados y cuidar ellos mismos los niños.

Una noche después de cenar, el papá se entretenía con los dos hijitos en tanto que la mamá concluía con el lavado de unas cacerolas.

La niña saltando sobre las rodillas de su padre, le rogaba mimosa:

- Papá no quieras ser otra vez rico... Ahora somos más felices y... jugamos mucho mejor.

¿Lo ve usted? Aquello que, a primera vista, juzgamos como un gran mal, puede convertirse en el origen de innumerables bienes.

Se afirma que el liderazgo japonés nació de la necesidad asumida con entusiasmo: lucharon para mejorar al carecer de muchas cosas. Así explican también los sociólogos ese empuje de los paisanos que es tan notorio: obtienen mucho empezando de cero.

¡Cuán amorosa es la providencia Divina que deposita en la tierra del dolor semillas de heroísmo y esperanza, de valor y santidad! El sufrimiento no es sólo tragedia de la vida, y angustia del corazón: es semillero de virtudes, es camino de perfección. El tormento puede despertar abnegación y paciencia; lucha y esperanza; fortaleza y superación.

Para reflexionar en familia

1. Todo sufrimiento conduce a una "tierra prometida", ¿cuál podría ser ésta? Véase Salmos 91:14-16; Juan 16:20.

2. Muchos hebreos no entraron a la tierra prometida por su incredulidad y murmuración. Analice 1 Corintios 10:1-13.

3. Según Deuteronomio 32:15-18, ¿Cómo se comportó Israel en la prosperidad?

"Algunos hombres son como los teléfonos públicos:
cuando se llenan de plata se dañan".

sábado, 29 de enero de 2011

EL CAMBIO DE PLUMAJE DEL AGUILA-SU SIGNIFICADO

Enseñanza Práctica de Isaías 40:31 para el cristiano de hoy

Ritchie Pugliese

El águila es uno de los pájaros más majestuosos del planeta y a algunas de ellas algo les sucede al menos una vez en la vida, y a otras dos o tres veces. Ellas cambian su plumaje.

En la vida de cada cristiano, al igual que en la vida de las águilas, habrá un proceso de cambio de "plumaje", el cual vendrá acompañado con una gran depresión debido a ese tiempo de prueba de su fe.

Éste es un tiempo de desierto que el águila enfrenta.

Cuando la mayoría de las águilas tienen 30 años, comienzan a perder sus plumas, su pico y sus garras. Durante ese tiempo el águila caminará como un ganso pues no tiene fuerzas para volar. El águila en ese proceso se encontrará a sí misma como en un valle, incapaz de volar y perdiendo todas sus plumas.

En ese tiempo ellas pierden su habilidad para ver, pues su visión se debilita. Emanan un olor rancio y huelen mal. El calcio, fortaleciendo su pico, no le permite sostener su cabeza en alto como el pájaro majestuoso que es. Pierden su deseo de comer, pues come, únicamente carne fresca de animales que matan ellas mismos. Es allí donde otro fenómeno se origina.

Cuando las águilas en el proceso de cambio de plumaje están en su último estado, comienzan a reunirse en un lugar y a picotearse, originando que algunas mueran en el proceso. En este punto ellas eligen dirigirse a algún sector de la montaña donde el sol brilla directamente sobre ellas. Allí descansan y son bañadas por el sol. En ese tiempo las águilas se reúnen con otras en la misma condición.

Las águilas en el proceso de cambio de plumaje entienden lo que les está sucediendo. Ellas rasguñan sus garras contra las rocas y golpean su pico para deshacerse del calcio depositado, y aún no pueden volar por haber perdido sus plumas. En este punto es donde llegan a estar completamente vulnerables y muchas mueren. Durante ese tiempo las águilas “normales” le llevan de comer. No son las águilas jóvenes las que las alimentan sino las mayores, aquellas que ya han atravesado anteriormente este proceso.

La imagen del águila cambiando sus plumas es deprimente, pues en nada se parece a cuando volaba majestuosamente sobre las alturas. Hay cuatro o cinco águilas tiradas sobre la roca donde antes ellas revoloteaban en busca de su presa para comer. Lo que sucede es que si ellas no son renovadas en su cambio de plumaje, morirán tarde o temprano. Crecerán débiles y serán siempre débiles. Ese cambio es imprescindible.

De repente, un sonido proviene del valle donde están las águilas descansando. Un fuerte sonido fluye de las otras águilas, las cuales matan a sus presas y traen carne fresca para las águilas debilitadas. Ese sonido es un sonido de aliento y ánimo que les dice: “¡Coman y vivan porque volverán a volar!” Algunas comen y se recuperan, otras no lo hacen y mueren.

Existe en un momento determinado de la vida del cristiano vencedor donde experimenta este proceso de “cambio de plumaje”, proceso en el cual se siente que todo esto no ha servido para nada. Muchos cristianos se rinden en este punto. Ellos se rinden y “tiran la toalla”, pero si decidimos continuar avanzando hacia nuestro destino, nos daremos cuenta de que el Señor nos estará esperando. Allí nos encontraremos con la Roca de los siglos, la Piedra Angular en la cual reposar para que seamos bañados por la luz del Hijo (Jesús) y ser renovados como las águilas. Así como luego de un período, el pico, las garras y las plumas les crecen y las águilas vuelven a volar mejor que antes y con fuerzas mayores, también los cristianos que saben esperar durante este período, “tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán.”
(Isaías 40:31).

viernes, 28 de enero de 2011

LA MAS VERGONZOSA PASION: ¡EL FANATISMO RELIGIOSO!

Ps. Diego Arbeláez -

"...Y aún viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios". (Juan 16:2).

El 11 de Septiembre de 2001 las imágenes de televisión nos lanzaron el horror a la cara y de la manera más cruel. Dos aviones comerciales norteamericanos llenos de pasajeros, secuestrados por terroristas relacionados con el integrismo islámico, se lanzan contra las torres del Word Trade Center, centro del comercio de Nueva York, y las derriban. Por el mismo procedimiento un tercer avión causa daños enormes en el edificio del Pentágono, el templo de la seguridad de los Estados Unidos. Los muertos, enterrados entre los escombros, reducidos a migajas, volatilizados, se cuentan por millares. Estos atentados, el mayor ataque terrorista en la historia de la humanidad, además de evidenciar la fragilidad de los sistemas de defensa de los Estados Unidos, revela el poder inmensurable de una pasión humana tan antigua como el hombre mismo: ¡El poder del fanatismo religioso! Esta es otra fuente infernal de sufrimiento humano.

El término "fanático" viene del latín "fanaticus" que quiere decir exaltado, apasionado, intolerante, frenético; esta palabra se origina de los sacerdotes de Belona, Cibeles, y otros, que se entregaban a violentas manifestaciones religiosas. El fanático es intransigente y sectario. Es alguien que manifiesta celo excesivo por una opinión. Un paso más allá del entusiasmo, y se cae en fanatismo; otro paso más, y se llega a la locura. Hay fanatismo religioso, fanatismo político y fanatismo deportivo.

El fanatismo es hijo del falso fervor y de la superstición y padre de la intolerancia y la violencia. El fanatismo es diabólico porque estrangula la verdad y el amor. Del fanatismo a la barbarie sólo media un paso. Para convencernos de esto sólo hace falta echar una mirada a la época de la inquisición, a los hornos crematorios de Hitler, al caso de Jim Jones el predicador que condujo a cientos de personas al suicidio en la Guyana o al nefasto caso de David Koresh en Waco Texas, otro hecho nocivo que denigra de la dignidad humana y que es altamente vergonzoso para el mundo, un mundo cada día más lleno de deseos de revancha que le puede resultar muy costoso.

El fanatismo es una especie de ceguera mental que ha dado origen a través de la historia a acciones criminales e impías. Y la peor forma de matar, la más absurda, la que más ofende a la simple razón, es aquella que, desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones, manda matar en nombre de Dios. José Saramago, escritor portugués, premio Nóbel de literatura, dice: "Durante siglos, la inquisición fue, también, como hoy los Talibán, una organización terrorista dedicada a interpretar perversamente textos sagrados que deberían merecer el respeto de quien en ellos decía creer, un monstruoso matrimonio pactado entre la Religión y el Estado contra la libertad de conciencia y contra el más humano de los derechos: el derecho a decir no, el derecho a escoger otra cosa, lo cual a veces es llamado herejía".

Es curioso que, todas las violentas limitaciones de la libertad espiritual, de la libertad de opinión, la inquisición, la censura, la hoguera y el cadalso, no fueron impuestas al mundo por la violencia ciega de los ateos, sino por el fanatismo religioso de severa mirada, ese prisionero de única idea que intenta siempre hostigar el mundo y encerrarlo en su prisión. Bien dicen que el ateo es preferible al fanático; el ateo puede convertirse a Dios, el fanático mata.

Un Noble Florentino, Carlos de Sesse, estando al servicio de Carlos V, se trasladó a Valladolid, se casó con una dama de castilla. Conoció el evangelio, se convirtió al Señor y predicó en aquella ciudad y otras cercanas, pero cayó bajo la inquisición. Durante quince meses estuvo en tétricos calabozos, privado de todo trato humano.

El 8 de octubre de 1559, estando Felipe II en Valladolid, Carlos de Sesse con otros dieciséis cristianos, fue llevado a la hoguera. Al pasar frente al soberano, le dijo: ¿Así permitís que se persiga a vuestros inocentes súbditos? Y aquel fanático y cruel monarca le contestó: "¡Si mi hijo cayese en el mismo error que vos, yo mismo llevaría la leña para quemarle!"

El fanático es cruel hasta consigo mismo, y está dispuesto a matar, a despreciar, separar, destruir. El amor hace todo lo contrario. Saulo de Tarso mataba por fanatismo, Esteban muere perdonando por amor.

El fanatismo alienta la extrañamente llamada violencia santa al fomentar malquerencias, al difundir prevención y desconfianza entre unos y otros y al perpetrar crímenes tan horrendos como los ya mencionados. El fanatismo, que es una mezcla de estrechez de miras y energía altamente explosiva, está separando innecesariamente a personas que tienen los mismos ideales de fondo y que adoran y rinden culto al mismo Dios. ¡Qué horror!

Cuidémonos del fanatismo. La vida cristiana es una vida normal, apartada del pecado sí, pero no sometida a caprichos e imaginaciones humanas. El camino del fanatismo es peligrosísimo ya lo ha demostrado la historia. Los hombres en su atrevimiento, y borrachos de orgullo, le dan a sus tradiciones y caprichos el mismo valor de la Palabra de Dios, pero es muy distinto lo que Dios dice de lo que ellos se inventan.

"El fanatismo es una cerca de púas a la inteligencia y la libertad"