lunes, 29 de agosto de 2011

NO DEJES DE CONFIAR EN DIOS

¡Cuántas veces me he enfrentado a situaciones de las cuales parece no haber salida o escapatoria! Problemas que llegan a abrumarnos de tal manera que no podemos pensar en una manera para solucionarlos. ¿No te ha pasado?

Es en esos momentos cuando recurro a la Palabra de Dios, que me dice: "Por eso, alégrense, aunque sea necesario que por algún tiempo tengan muchos problemas y dificultades. Porque la confianza que ustedes tienen en Dios es como el oro: así como la calidad del oro se prueba con fuego, la confianza que ustedes tienen en Dios se prueba por medio de los problemas.

Si ustedes pasan la prueba, su confianza será más valiosa que el oro, pues el oro se puede destruir. Así, cuando Jesucristo aparezca, hablará bien de la confianza que ustedes tienen en Dios, porque una confianza que se ha probado tanto merece ser muy alabada". 1 Pedro 1:6-7 (BSL)


"Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos. Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma. La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona. Nos hacen caer, pero no nos destruyen". 2 Corintios 4:8-9 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

Estimado amigo, "no dejes de confiar en Dios, porque sólo así recibirás un gran premio. Se fuerte, y por ningún motivo dejes de confiar cuando estés sufriendo, para que así puedas hacer lo que Dios quiere y recibas lo que él te ha prometido". Hebreos 10:35-36 (BLS)

Te invito, ahora mismo, a orar en voz alta la misma oración que hizo David hace cientos de años. Nuestro ser interior necesita ESCUCHAR esta oración de fe saliendo de nuestra boca:

"Dios mío, tú eres mi luz y mi salvación; ¿de quién voy a tener miedo? Tú eres quien protege mi vida; ¡nadie me infunde temor! Cuando mis malvados enemigos me atacan y amenazan con destruirme, son ellos los que tropiezan, son ellos los que caen.

Me puede atacar un ejército, pero yo no siento miedo; me pueden hacer la guerra, pero yo mantengo la calma. Dios mío, sólo una cosa te pido, sólo una cosa deseo: déjame vivir en tu templo todos los días de mi vida, para contemplar tu hermosura y buscarte en oración.

Cuando vengan tiempos difíciles, tú me darás protección: me esconderás en tu templo, que es el lugar más seguro.

Tú me darás la victoria sobre mis enemigos; yo por mi parte cantaré himnos en tu honor, y ofreceré en tu templo sacrificios de gratitud. Dios mío, te estoy llamando: ¡escúchame! Ten compasión de mí: ¡respóndeme!

Una voz interna me dice: "¡Busca a Dios!" Por eso te busco, Dios mío. Yo estoy a tu servicio. No te escondas de mí. No me rechaces. ¡Tú eres mi ayuda! Dios mío, no me dejes solo; no me abandones; ¡tú eres mi salvador! Mis padres podrán abandonarme, pero tú me adoptarás como hijo.

Dios mío, por causa de mis enemigos dime cómo quieres que viva y llévame por el buen camino. No dejes que mis enemigos hagan conmigo lo que quieran. Falsos testigos se levantan, me acusan y me amenazan.

¡Pero yo sé que viviré para disfrutar de tu bondad junto con todo tu pueblo! Por eso me armo de valor, y me digo a mí mismo: "Pon tu confianza en Dios. ¡Sí, pon tu confianza en él!" Salmos 27 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

Estimado amigo, "estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ti la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús". Filipenses 1:6 (NVI)

viernes, 26 de agosto de 2011

SI NO PUEDES SER FELIZ, DATE CUENTA PORQUE

Es conocido por todos los cristianos que en el corazón del hombre hay un espacio para lo espiritual. Dios nos ha creado con un espíritu que necesita conectarse con Él. Esto es así porque "Dios ha plantado la eternidad en el corazón de los hombres" (Eclesiastés 3:11).

Es por esto que nunca encontraremos felicidad plena aquí en la tierra. No somos felices aquí porque este no es nuestro hogar. No somos felices aquí porque pertenecemos a otro Reino.

Somos
"como extranjeros y forasteros en este mundo" (1 Pedro 2:11, NVI). Estamos de paso en este mundo, anhelando, junto con la Creación, la manifestación del Hijo de Dios.

Por eso Jesús nos dice que más bien
nos preocupemos en hacer tesoros en los cielos (Mateo 6.19-20), los cuales permanecen para siempre. También se nos exhorta a buscar siempre las cosas de arriba y concentrar nuestra atención en las cosas del cielo, no las de la tierra (Colosenses 3.1-4).

Nunca serás feliz del todo sobre la tierra simplemente porque no fuiste hecho para la tierra. Por supuesto que tendrás momentos de gozo y plenitud. Conocerás momentos o hasta días de paz. Pero no son comparables con la felicidad que se encuentra más adelante.

Mira lo que nos dijo Jesús:
"No se preocupen tanto por la comida que se acaba, sino por la comida que dura y que da vida eterna. Esa es la comida que yo, el Hijo del hombre, les daré, porque Dios mi Padre les ha mostrado que yo tengo autoridad". Juan 6:27 (Biblia en Lenguaje Sencillo).

Con esto no estoy diciendo que se entreguen al abandono y dejen de trabajar, sino que presten principal atención a Dios, porque es en Él que está nuestra felicidad. Las cosas de este mundo no nos pueden hacer felices eternamente, así que no pongamos nuestra felicidad en nuestro trabajo, pareja o cosas materiales porque el único que nos puede hacer felices por siempre es Nuestro Padre. Mateo 6.33 dice: "Más bien,
busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas".

Así que, estimado amigo, Jesús te dice hoy: "
No te preocupes. Confía en Dios y confía también en mí. En la casa de mi Padre hay lugar para todos. Si no fuera cierto, no les habría dicho que voy allá a prepararles un lugar. Después de esto, volveré para llevarlos conmigo. Así estaremos juntos. Tú conoces el camino para ir a donde yo voy" Juan 14:1-4 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

Sea cual sea tu situación actual, recuerda que "
somos ciudadanos del cielo y esperamos que de allí vuelva nuestro Salvador, el Señor Jesucristo. Nuestros débiles cuerpos serán destruidos, pero él los transformará en cuerpos grandiosos como el suyo. Esto lo hará con el mismo poder con que controla todo el universo". Filipenses 3.20-21 (BLS)

jueves, 25 de agosto de 2011

DIOS BENDICE AL TRABAJADOR

Siempre que encuentro gente joven con proyectos y metas cumplidas me acerco a preguntar cómo empezaron, qué dificultades hubo en el camino, qué decisiones tuvieron que tomar. Un factor común de la gente que progresa es el trabajo duro.

Y lo dice sabiamente la Biblia: "El de manos diligentes gobernará; pero el perezoso será subyugado". Proverbios 12:24 (NVI)

Hay demasiada gente que deja de buscar trabajo cuando encuentra trabajo. Hay gente que simplemente hace lo que tiene que hacer. "Te duermes un poco, te tomas la siesta, tomas un descansito y te cruzas de brazos... ¡así acabarás en la más terrible pobreza! Pr. 6:10-11 (BLS).

¿Por qué crees que Jesús nos aconsejó caminar la milla extra? Es porque la mano de los diligentes dominará, porque obtendrá la riqueza necesaria para contratar a otros jornaleros que trabajen para él. El negligente, en cambio, tendrá que ponerse al servicio de otros, como dice proverbios.

Cada trabajo que tienes es un autorretrato de ti. Cada día que trabajas te pintas a ti mismo. En ese sentido todos somos autoempleados, porque somos nosotros los que ponemos los límites.

Si eres honesto podrás explicar por qué llegaste tarde, pero si eres integro no llegarás tarde.

Mira lo que dice Proverbios 12:11 y 14: "El que trabaja la tierra siempre tiene comida de sobra, pero el que sueña despierto es un gran tonto... Cada uno recibe lo que merecen sus palabras y sus hechos".

Si solamente haces lo justo y necesario en tu lugar de trabajo pierdes la oportunidad de descubrir los talentos naturales y habilidades escondidas que Dios puso dentro de ti. No hay sustituto para el trabajo duro, porque forma tu carácter y te permite madurar, y eso es algo que no puedes comprar con dinero: ¡no tiene precio!

"Todo esfuerzo vale la pena, pero quien habla y no actúa acaba en la pobreza". Proverbios 14:23.

Para terminar, qué mejor que dejar que el rey Salomón nos ilumine con sus enseñanzas sobre el trabajo. Estimado amigo, léelas, apréndelas, y PONLAS EN PRÁCTICA:

"Quienes son generosos, reciben en abundancia; quienes ni sus deudas pagan, acaban en la miseria.
El que es generoso, progresa; el que siembra, también cosecha.
Al que esconde el trigo para venderlo más caro, la gente lo maldice; al que lo vende a buen precio, la gente lo bendice.
Trata de hacer el bien, y te ganarás amigos; busca hacer la maldad, y el mal te destruirá.
Quien confía en sus riquezas, se encamina al fracaso; pero quien es honrado camina seguro al triunfo.
El tonto que daña a su familia acaba perdiéndolo todo, y termina siendo esclavo del sabio.
El premio de los buenos es la vida misma, y el premio de los sabios es el aprecio de la gente.
“Si aquí en la tierra los buenos reciben su recompensa, ¡con más razón reciben su merecido los malvados y los pecadores! Proverbios 11:24-31 (BLS)

lunes, 22 de agosto de 2011

QUERIDOS JOVENES

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento.

Eclesiastés 12:1

El autor de Eclesiastés cuenta cómo se atormentó buscando la felicidad “debajo del sol”, es decir, en el mundo tal como lo ve el hombre, con sus propias capacidades, sin relación con Dios (Eclesiastés 1:3). Hombre rico y poderoso (era rey), exploró “la sabiduría y los desvaríos y la necedad” (2:12). Al enumerarlas sólo puede repetir: “También esto es vanidad y aflicción de espíritu” (2:26).
Piensa en todos los aspectos de la condición humana: el nacimiento y la muerte, el trabajo y el descanso, la alegría y la tristeza, la riqueza y la pobreza, el amor y el odio, la juventud y la vejez… Nada de lo que ve en la tierra le puede dar la paz ni la seguridad; mas se da cuenta de que cada uno tiene que ponerse en regla con Dios y no puede escapar de su mirada: en cada una de las cosas Dios da, Dios hace, Dios juzgará…
Concluye su reflexión sobre la experiencia humana diciendo: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (12:13). Pero primero hace el llamado que aparece en el encabezamiento de esta hoja.
Queridos jóvenes: sí, vale la pena volverse a Dios, el Creador de todo, el mismo Dios Salvador. Él quiere evitar dolorosas experiencias y amargas desilusiones a quien acepta escucharle y responder a su tierna invitación: “Dame, hijo mío, tu corazón” (Proverbios 23:26).


© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)