jueves, 29 de noviembre de 2012

ALGUNOS TITULOS Y PRIVILEGIOS DEL CRISTIANO



Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar… las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Efesios 2:5-7

Usted, amigo creyente que se siente desanimado, no olvide que forma parte de aquellos a quienes Dios ve en la dignidad y la posición más alta.  Cada uno de los que han creído en Jesucristo es:
–Salvado, perdonado, justificado, santificado (Efesios 2:8; 1 Corintios 6:11).
–Hijo de Dios, heredero de Dios (Romanos 8:16-17; Gálatas 3:26).
–Una nueva creación en Cristo (2 Cor. 5:17).
–Templo de Dios (1 Corintios 3:16).
–Compañero de Cristo (Hebreos 3:14).
–Hijo de la luz e hijo del día (1 Tesalonicenses 5:5).
–La sal de la tierra (Mateo 5:13).
–La luz del mundo (Mateo 5:14).
–Creado para las buenas obras a fin de que ande en ellas (Efesios 2:10).
–Colaborador de Dios y embajador de Cristo (1 Corintios 3:9; 2 Corintios 5:20).
Además, el creyente no es llamado a vivir solo; forma parte de la Iglesia.  La Biblia declara que, colectivamente, los creyentes son:
–El Cuerpo de Cristo y sus miembros cada uno en particular (1 Corintios 12:27).
–Uno en Cristo Jesús (Gálatas 3:28).
–Morada de Dios por el Espíritu (Ef. 2:22).
–Linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido (1 Pedro 2:9).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

lunes, 26 de noviembre de 2012

RED DE ESPIONAJE



La muerte y la vida están en poder de la lengua.
Proverbios 18:21


Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
Mateo 12:37

Los medios de comunicación y un libro publicado por un periodista en 1996 revelaron a todo el mundo la existencia de una extensa red de espionaje: la red Echelon.  Está compuesta por antenas y estaciones de escucha repartidas en todo el mundo y conectadas a potentes computadoras mediante satélites.  Permite cada día interceptar y grabar millones de comunicaciones electrónicas: teléfono, fax, e-mails… Los procesamientos por computadora extraen las comunicaciones que interesen a los especialistas del espionaje.
Pero, ¿sabía usted que todas las palabras que pronunciamos a lo largo de nuestra vida son «grabadas» de forma infalible, y que un día todos estaremos confrontados a lo que hayamos dicho, sea bueno o sea malo? ¿Quién es capaz de realizar esta proeza inaudita, sino sólo Dios? Jesucristo dijo: “Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mateo 12:36).  Y añadió que, según lo que digamos, seremos justificados o condenados.  ¿Cómo puede un hombre ser justificado ante Dios por lo que dice? La Biblia da la respuesta: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).  Si usted se apropia de esta verdad, no comparecerá en el juicio ante Dios, porque el que cree en Jesús no es juzgado (Juan 3:18).  Luego, como cristiano, usted deseará honrar a Dios teniendo cuidado con lo que diga en su vida cotidiana.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

domingo, 25 de noviembre de 2012

UN RUIDO NEFASTO



En una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende.
Job 33:14


Tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra.
Ezequiel 33:32

En la época de la intolerancia religiosa, cuando en diversos países de Europa se encendían las hogueras, a veces se recurría a los redobles de tambores para ahogar la voz de los mártires que morían por su fe en Jesucristo.  Se temía que su último testimonio fuese oído por los asistentes a su suplicio.
Hoy día existen muchas personas que voluntariamente ahogan la voz de su conciencia por medio de los ruidos y la agitación del mundo.  En el torbellino de las ocupaciones y las distracciones, muchos permanecen sordos al llamado de la gracia de Dios.  Sin embargo el Señor los ama.  Quiere liberarlos de la perdición eterna, sacarlos de su desesperación moral o simplemente de su despreocupación, por medio de la fe en Jesucristo.  Él quiere aconsejarlos, que disfruten de una vida santa, sana, recta, pura y feliz. ¡Pero hay demasiado ruido para poder escuchar la voz del Señor! Y es probablemente por eso que a veces Dios se ve obligado a hablar muy fuerte.
No tratemos de ahogar más la voz de Aquel que ofrece el perdón, la paz del corazón, la felicidad perfecta en el cielo, y todo eso por pura gracia.  Escuchemos ese urgente llamado: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:15).
“Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:16-17).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

sábado, 24 de noviembre de 2012

AGRADAR AL SEÑOR



No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo…
Colosenses 1:9-10


Procuramos también… serle agradables.
2 Corintios 5:9

Este es el gran móvil que debe determinar las acciones del creyente.  Las tareas cotidianas, a menudo pesadas y repetitivas para muchos de entre nosotros, no son un obstáculo para el desarrollo espiritual.  Al contrario, incluso en esas tareas podemos servir al Señor si las realizamos honestamente y con la buena conciencia de que lo hacemos para él.
Si nuestro jefe o superior es severo, exigente e injusto, oremos primero para que Dios nos dé la capacidad de soportarlo y, además, de considerar a esta persona como alguien en quien Dios se interesa.  Desempeñemos nuestro trabajo serenamente, “como para el Señor”, quien es nuestro verdadero Maestro.  Mostremos que el hijo de Dios no sólo obedece la Palabra de Dios, sino que se goza en hacerlo.
Este es el comportamiento que el creyente debería tener cada día. Así podrá ser un testigo de su Señor.  “Todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús” (Colosenses 3:17).
Y si tenemos contratiempos o temores, leamos Filipenses 4:6-7: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.  Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

viernes, 23 de noviembre de 2012

LOS DIOSES DEL ESTADIO



Hijitos, guardaos de los ídolos.
1 Juan 5:21


Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que dijo.
1 Corintios 10:14-15

Hoy en día el entusiasmo por la competición deportiva de alto nivel ha tomado proporciones sorprendentes.  Multitudes rinden un verdadero culto a ciertos deportes, como el fútbol o el tenis.  Los mejores deportistas son celebrados como nuevos dioses.  Se observan comportamientos casi histéricos cuando uno de esos ídolos da en el blanco o gana un partido.
En ese culto, el dinero desempeña un papel importante.  Más allá de las culturas, de los pueblos y de sus diferencias, esos ídolos son mundiales.  Las empresas comerciales los asocian a sus campañas publicitarias para vender mejor sus productos.  Es un fenómeno de nuestra sociedad: Las iglesias se vacían y los estadios se llenan.  Sin embargo, este culto rendido a los dioses del estadio no compromete profundamente a sus adeptos.  Fácilmente cambian de ídolo si sus hazañas disminuyen.  Esto corresponde a la inestabilidad que aqueja a los hombres de hoy.  Las estrellas pasan y desaparecen con su gloria, para ser pronto olvidadas y reemplazadas por otras.
Lo que Jesucristo propone no es una emoción artificial y efímera, sino una paz profunda y duradera.  Contrariamente a la confianza que las multitudes ponen en atletas renombrados, a menudo alejados de ellas, la fe del creyente lo induce a vivir en la proximidad de su Salvador y a asemejarse a él.  Ya no es la admiración de un día, sino una fe sólida con consecuencias eternas.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)