viernes, 30 de agosto de 2013

HOY



Según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos y mayormente a la familia de la fe.
Gálatas 6:10


Andad sabiamente… redimiendo el tiempo.
Colosenses 4:5

Vivimos en el tiempo, maravilloso regalo de Dios. Él nos da un tiempo para cada cosa, así que no debemos despilfarrarlo.
A menudo oímos decir: «Tengo prisa; la vida es demasiado corta». La gente se queja del estrés, esa enfermedad moderna.
Dios le da cada instante, cada día; es un regalo muy valioso que usted posee: hoy puede ser feliz, pero no puede hacer nada con el ayer, ni con el mañana. La mayoría de nuestros males provienen del recuerdo de los fracasos del pasado o del miedo al mañana.
Viva el “hoy”, y vívalo de verdad. Los «ayeres» Dios se los llevó, y los «mañanas» aún están en sus manos. Utilice el hoy para amar a Dios, para dialogar con él. Dios le hablará mediante la Biblia, y usted le responderá por medio de la oración. Muéstrele que le ama aprovechando cada oportunidad para servir a su prójimo, pero no tomándolo como una obligación, sino por amor, porque usted mismo es amado por su Padre celestial. Aproveche cada hora y cada minuto para hacer el bien, y por la noche no olvide decirle: ¡Gracias, Señor, por este hoy!
«Señor, ayúdame a apartar cada día un momento para estar contigo, el tiempo necesario para escuchar a los demás, para admirar, reflexionar, sonreír, sin olvidar preciosos instantes para dar las gracias, perdonar, amar y orar».
“Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14).
“Aprovechando bien el tiempo” (Efesios 5:16)

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

jueves, 29 de agosto de 2013

EL ANTIDOTO CONTRA EL ABURRIMIENTO



Cristo… por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
2 Corintios 5:15


Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
1 Juan 4:9

«Francia se aburre», escribía un célebre editorialista poco antes de la explosión social de mayo de 1968. Quizá tenía razón, pero, ¿realmente han cambiado las cosas desde esa época? La vida actual, a pesar de las posibilidades que ofrece, ¿no conduce al aburrimiento?
Es cierto que los electrodomésticos nos evitan muchos trabajos que antaño eran pesados. Además, basta un sencillo clic para conectarnos con el mundo informativo, cultural y del ocio. Pero todo esto no cura el aburrimiento, incluso si lo atenúa momentáneamente, pues ese aburrimiento lo llevamos en nosotros.
Somos conscientes de que esa insatisfacción es más profunda, y la razón de ello es que a nuestra vida le falta sentido. ¿Sabemos por qué vivimos?
Dios quiere que vivamos una verdadera vida, plena de sentido, una vida que él mismo llenará y que tendrá como objetivo a Cristo en la gloria. El apóstol Pablo dio testimonio de ello cuando escribió en lo recóndito de una cárcel romana a los creyentes de la ciudad de Filipos (norte de Grecia): “Para mí el vivir es Cristo” (Filipenses. 1:21), y también: “Gozaos en el Señor” (cap. 3:1). En efecto, tenía un glorioso objetivo que le permitía ser feliz en todas las circunstancias (cap. 4:11). “Pero una cosa hago… prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (cap. 3:13-14).
¡Ésa es una vida que no deja ningún lugar al aburrimiento!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

miércoles, 28 de agosto de 2013

ESTAR CONTENTOS CON LO QUE DIOS NOS DA



Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
Salmo 103:2


Dad gracias en todo.
1 Tesalonicenses 5:18

Sucedió en el año 2007, en un pueblo de la sabana africana. Un misionero acababa de colocar un panel solar sobre el techo de una choza. Pasó la tarde y llegó la noche. En el interior, toda la familia estaba reunida alrededor de los visitantes para presenciar ese milagro: ¡una simple bombilla colocada al final del cable iluminó toda la habitación! Entonces el padre de familia se levantó y oró: «¡Gracias, Padre celestial, por habernos dado esta luz! Y, por favor, no permitas que nos enorgullezcamos porque somos los únicos del pueblo que tenemos electricidad».
Yo, que les cuento esta historia que la oí al misionero que la vivió, la semana pasada tuve un corte de teléfono que duró tres días. ¡Cero comunicaciones! Estuve muy turbado, y cuando se restableció la línea, no recuerdo haber dado gracias.
Volviendo a pensar en mis hermanos africanos, si comparo mi situación con la suya, esto me interpela. Estoy tan acostumbrado a todas esas ventajas materiales, que la mínima incomodidad toma proporciones desmedidas. Eso significa que ya no aprecio la bondad de Dios con el valor que merece. Me interesa mi bienestar y con ello corro el riesgo de olvidar a Quien me lo concede.
Señor, guárdame de ser indiferente a tus bondades diarias, y enséñame a “contentarme, cualquiera que sea mi situación”. Pablo sigue diciendo: “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:11-13)

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

sábado, 17 de agosto de 2013

JESUS NUESTRA ESPERANZA



Jesucristo nuestra esperanza…
1 Timoteo 1:1


El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo… nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.
1 Pedro 1:3


La tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.
Romanos 5:3-4

A menudo oímos decir: «De esperanza vive el hombre». El atleta que entrena, el estudiante que repasa sus lecciones, el agricultor que compra un terreno… Todos esperan ganar, tener éxito. La esperanza da ánimo para esforzarse; si ésta desaparece, la duda y a veces la depresión se apoderan de uno. La esperanza forma parte de nuestras necesidades básicas. Sin embargo, nada tiene realmente un futuro en la tierra, pues todo se termina inevitablemente con la muerte. Al considerar ese corto plazo, quien confía en el hombre está tentado a abandonar toda esperanza y esfuerzo.
En contraste, la esperanza cristiana encuentra su fuente y su objetivo en Dios. Es una espera que llena el corazón del que aguarda la venida de Cristo. Por su muerte y su resurrección, el Señor Jesús venció a todos nuestros enemigos, los poderes espirituales de maldad, el pecado y la muerte. Cristo puso en nuestros corazones la esperanza de la gloria, esa seguridad de estar eternamente en la presencia del Dios de amor.
La esperanza cristiana está asociada a la paciencia y a la felicidad, porque nos conduce a poner en las manos de Dios nuestro futuro. Nos da una impresión lúcida del estado de este mundo; nos hace libres para manifestar compasión por la miseria de nuestro prójimo y para hablar de nuestro Señor a quienes nos rodean. Nos permite afrontar la muerte con la seguridad de estar para siempre con Aquel que nos amó.
¡Qué maravillosa esperanza!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

jueves, 15 de agosto de 2013

DIOS TE SOSTIENE CON SU DIESTRA DE PODER



Hay momentos en que pensamos abandonarlo todo, rendirnos y tirar la toalla, como dicen. ¿Te has sentido así? Hoy día el Señor tu Dios te dice:

"Así que levántate y esfuérzate por mejorar las cosas que aún haces bien, pero que estás a punto de no seguir haciendo, pues he visto que no obedeces a mi Dios. Estoy enterado de todo lo que haces, y sé que no me obedeces del todo, sino sólo un poco. ¡Sería mejor que me obedecieras completamente, o que de plano no me obedecieras!" Apocalipsis 3:2,15-16 (TLA)

Muchas veces, y por diversas circunstancias, nos olvidamos de Dios. Esto le pasó muchas veces al pueblo de Israel, por eso le decía el Señor:

"Pero ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios. No dejes de cumplir sus mandamientos, normas y preceptos que yo te mando hoy. Y cuando hayas comido y te hayas saciado, cuando hayas edificado casas cómodas y las habites, cuando se hayan multiplicado tus ganados y tus rebaños, y hayan aumentado tu plata y tu oro y sean abundantes tus riquezas, no te vuelvas orgulloso ni olvides al Señor tu Dios, quien te sacó de Egipto, la tierra donde viviste como esclavo". Deuteronomio 8:11-14 (Nueva Versión Internacional)

Es fácil olvidarnos de nuestro Salvador cuando todo nos va bien. Es también más fácil abandonarlo todo cuando sentimos desfallecer, por eso decía el escritor de Hebreos: "¡Cuidado, hermanos! No piensen en lo malo ni dejen de confiar, para que no se aparten del Dios que vive para siempre.  Al contrario, mientras aún queda tiempo, cada uno  debe animar al otro a seguir confiando. Así nadie pensará que al pecar hace el bien, ni dejará de obedecer a Dios" Hebreos 3:12-13 (TLA)


Amigo, hoy te animo a que sigas adelante caminando de la mano de Dios.

"No te preocupes por nada. Más bien, ora y pídele a Dios todo lo que necesitas, y sé agradecido". Filipenses 4:6 (TLA)

"Los que confían en el Señor
renovarán sus fuerzas;

volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán". Isaías 40:31 (NVI)

No hay otro Dios como tu Dios. Dios es el rey del cielo, y siempre vendrá en tu ayuda.
 Dios es el Dios eterno, y siempre te protegerá; pondrá en fuga a tus enemigos, para que los destruyas.
>>Ya puedes vivir confiado, y gozar de tranquilidad. Nunca te faltará pan ni vino,
pues Dios regará tus campos. ¡Dichoso tú, David, pues Dios te ha rescatado!
Dios te protege y te ayuda.
¡No podrías tener mejor defensa!
¡Tú humillarás a tus enemigos, y los pondrás bajo tus pies!>>
 Deuteronomio 33.27-29 (TLA)