sábado, 16 de julio de 2011

LA FE NO ES ESTATICA, ES DINAMICA...

El padre dio vueltas con preocupación en la amplia estancia. Su esposa lo miró con la tranquilidad de quien está acostumbrado a escenas similares. Afuera varios centinelas esperaban la más mínima indicación para cumplir sus órdenes.

--¿Y dices que el médico no da esperanzas?—la interrogó de nuevo. Era la quinta vez que lo hacía. Como si al preguntarlo otra vez esperara una respuesta diferente.

La mujer asintió con la cabeza. Sinceramente no encontraba sentido a repetir lo mismo.

Siguió yendo y viniendo mientras frotaba sus manos unas contra la otra, como si ese acto de nerviosismo pudiera abrirle un sendero en el tortuoso desierto que estaba caminando. En criterio del especialista de Capernaum, no había remedio. Así las cosas, su hijo moriría.

Abrió la puerta con decisión. En cama permanecía el muchacho, gravemente enfermo. Fue en ese momento que escuchó hablar de Jesús. Estaba de paso por la ciudad. Las multitudes iban tras él. Preguntó en donde se encontraba. No consultó con nadie lo que iba a hacer. Simplemente buscó la ayuda del Maestro.

Apenas lo vio, hizo una señal de reverencia. En otras ocasiones había escuchado hablar de Jesús, pero estar frente a él era otro asunto. Todo su ser se estremecía. Y sin mucha diplomacia le pidió un milagro para su chico.

"Jesús le dijo:--Ustedes no creerán si no ven señales milagrosas y maravillas. El oficial del rey le dijo: --Señor, venga rápido antes de que mi hijo muera. El Señor Jesús le dijo: --Vete a casa, tu hijo vivirá. El hombre creyó lo que Jesús le dijo y se fue a casa. Camino a casa se encontró con sus siervos, quienes le contaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había mejorado, y ellos le dijeron: --La fiebre le bajó ayer a la una de la tarde. El papá se dio cuenta de que fue a la misma hora en la que Jesús le dijo: <>. Él y todos los de su casa creyeron". (Juan 4: 43-54. Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Un milagro puede ocurrir hoy

Es interesante la actitud del oficial. No tuvo muchos reparos. Simplemente acogió la instrucción del Señor Jesús: "Vete a tu casa". Y fue camino a casa y comprobó que el Dios de poder en el que había creído, es un Dios de milagros.

Usted también puede recibir una manifestación gloriosa del Señor en su vida o en la de un ser querido. Observe que el oficial romano dio varios pasos. 1.- Reconoció que humanamente no podía resolver su problema ni el de su hijo gravemente enfermo. 2.- Se despojó de su orgullo y fue a la presencia del Señor Jesús a implorar su ayuda. 3.- Creyó a la palabra del Señor Jesús.

Pudo haber dudado, pero no lo hizo. Puso en práctica su fe. Igual con usted. Debe reconocer que la fe no es estática sino dinámica, es decir, se pone en acción.

¡Hoy es el día para su milagro! Baste que abandone toda sombra de incredulidad y se mueva bajo la convicción de que Jesucristo marcará la diferencia en su existencia, con un hecho inexplicable para la ciencia y el raciocinio humano.

Recuerde los tres pasos que observamos en el centurión romano. En usted ese mover en fe también rendirá los mejores resultados...

© Fernando Alexis Jiménez.

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