Os he enseñado... que Cristo murió por nuestros
pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó
al tercer día.
1 Corintios 15:3-4
Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
Romanos 10:11
La Biblia es un mensaje vivo. Si usted cree en la
Palabra de Dios, experimentará que ella produce en usted lo que dice.
Ella crea pensamientos y referencias nuevas, una paz interior profunda y
la seguridad de la vida eterna. Este mensaje es la buena nueva, es
decir, el Evangelio que proclama que “Cristo murió por nuestros pecados”
(1 Corintios 15:3). ¡Sí, el Hijo de Dios murió por usted y por mí! No
piense que ante Dios usted está limpio, que no cometió pecados, o que
hizo suficientes buenas obras para equilibrar el peso de sus faltas. Eso
equivaldría a pensar que Dios miente, pues en su Palabra dice que todos
los hombres pecaron y están destituidos de su gloria. Tendré acceso a
esta gloria si acepto que todo aquel que cree en Cristo es justificado
ante Dios ¡gratuitamente! Entonces puedo disfrutar de la gracia divina,
perfecta.
Ese maravilloso regalo de Dios se hace posible porque Jesús, su Hijo, sufrió en mi lugar el juicio que yo merecía por mis pecados. Me amó, pagó el precio, dio su vida, su sangre fue derramada en la cruz. Dios perdona a todo el que cree, lo declara justo y le da la vida eterna. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados (Romanos 3; Juan 3; 1 Juan 1).
Dios le ama y le está llamando. Acérquese a él ahora y descubra el mayor testimonio de su amor y de su poder: Jesús murió, pero no permaneció en la tumba; Dios lo resucitó de entre los muertos y ahora vive para siempre.
Ese maravilloso regalo de Dios se hace posible porque Jesús, su Hijo, sufrió en mi lugar el juicio que yo merecía por mis pecados. Me amó, pagó el precio, dio su vida, su sangre fue derramada en la cruz. Dios perdona a todo el que cree, lo declara justo y le da la vida eterna. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados (Romanos 3; Juan 3; 1 Juan 1).
Dios le ama y le está llamando. Acérquese a él ahora y descubra el mayor testimonio de su amor y de su poder: Jesús murió, pero no permaneció en la tumba; Dios lo resucitó de entre los muertos y ahora vive para siempre.
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