La bendición del Señor es la que enriquece.
Proverbios 10:22
Bienaventurados… los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.
Santiago 5:11
La expresión «Tener más paciencia que Job» es muy conocida. Job era un hombre “perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1); prosperaba y tenía todo lo que uno puede desear: familia, amigos, siervos, riquezas… Pero Dios permitió una serie de desgracias que lo despojaron de todo, con el objetivo de ponerlo a prueba para al final enriquecerlo con bienes mejores y perdurables (Hebreos 10:34).
Los dos primeros capítulos de su historia nos describen la admirable sumisión con la que Job acepta lo que Dios le envía: “El Señor dio, y el Señor quitó; sea el nombre del Señor bendito” (Job 1:21). Los treinta y nueve capítulos siguientes cuentan cómo tres de sus amigos, “consoladores molestos” (16:2), lo inducen a contender con Dios. Job se respalda en su integridad y sus méritos, pero al final comprende la estupidez de su razonamiento. “Yo conozco que todo lo puedes (Dios), y que no hay pensamiento que se esconda de ti… De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (42:2-6). Entonces Dios lo bendijo y le dio el doble de todas las riquezas que había perdido (v. 10).
Notemos lo que Dios resalta de su siervo Job en el Nuevo Testamento: su paciencia. ¡Qué gracia! Dios sólo recuerda los buenos frutos que él produce en la vida de los suyos.
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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