miércoles, 7 de diciembre de 2011

LEAMOS LA BIBLIA

Bienaventurado el varón que… en la ley del Señor está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.
Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.

Salmo 1:1-3.

Tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón.
Jeremías 15:16.

Anoche, a causa de un corte de electricidad, tuve que utilizar una linterna. Gracias a la luz de ésta pude llegar hasta el disyuntor general. Entonces me acordé del versículo: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105). La Biblia es nuestra guía indispensable para aconsejarnos tanto en los detalles de cada día como en las decisiones importantes. En todas las orientaciones de nuestra vida la Palabra de Dios nos enseñará y nos conducirá “por sendas de justicia” (Salmos 23:3).

Es importante leer la Biblia todos los días. Pero a veces no sacamos provecho de la lectura, ¿Por qué? Quizá debido a la forma en que la leemos. El profeta Daniel nos da un ejemplo instructivo. Dios le dijo: “No temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras” (Daniel 10:12).

Disponer su corazón a entender es más que hacer una lectura rápida y superficial. Humillarse es reconocer sus faltas y sus límites; también es hacerse muy pequeño ante la Palabra de Dios. Daniel oró. Leamos la Biblia en oración, pidiendo a Dios que nos ayude a comprenderla y vivirla. Reservemos un momento cada día para orar y leer la Palabra de Dios.

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