viernes, 31 de mayo de 2013

BUSCAR EN EL BUEN LUGAR



Fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él (Jesús) no le vieron.
Lucas 24:24
                                                                                                           

¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
Lucas 24:5
Después de la muerte de Jesús en la cruz, su cuerpo fue colocado en una tumba. Normalmente era ahí donde se debería haber encontrado los días siguientes. Pero cuando las mujeres fueron a ese lugar muy de mañana el domingo, para embalsamarlo, ¡qué sorpresa se llevaron al encontrar la tumba vacía! Efectivamente, Jesús había resucitado. De nada servía buscarlo en la tumba. Él mismo se presentó vivo a esas mujeres que estaban perplejas y desamparadas.
Aún hoy puede suceder que busquemos a Jesucristo en un lugar equivocado.
Podemos buscarlo intelectualmente, sometiendo a nuestra mente crítica todo lo concerniente a él; pero no es así como lo hallaremos.
También podemos buscarlo en una religión, confiando en especialistas de temas religiosos. De este modo tampoco lo encontraremos.
Incluso podemos tratar de buscarlo en las diferentes opiniones humanas respecto a él. Ahí tendremos mucho para escoger, pero a él no lo encontraremos.
Pero también podemos buscarlo mediante la oración y la lectura de la Biblia, con fe, dispuestos a escucharle, a creer lo que dice, pidiéndole que nos ayude a comprenderlo. Si usted lo busca con sinceridad de este modo, lo encontrará. Escuche la eterna voz: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Lucas 11:9-10).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

martes, 28 de mayo de 2013

¿DONDE ESTA NUESTRO REFUGIO?



Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Salmo 46:1

La Biblia nos habla de siete fiestas solemnes que marcaban el año del pueblo de Israel. La última fiesta, la de los tabernáculos (o de las cabañas), se celebraba al final de las cosechas. Durante siete días los israelitas vivían en cabañas hechas con ramas y hojas. Así recordaban que sus antepasados habían vivido en tiendas durante 40 años después de que salieron de Egipto. Dejaban su casa, su comodidad y sus costumbres durante una semana; así tenían la mente libre para adorar a Dios y refugiarse sólo en él. Podían alabarle con gozo y darle gracias, descansando tras la cosecha.
Cristianos, de ahí podemos sacar una gran lección para nosotros. ¿Dónde está nuestro refugio, nuestra seguridad? ¿En nuestras casas, en las compañías de seguros o en una cuenta bancaria?
Es necesario tener una vivienda, trabajar, hacer proyectos, etc., pero eso no debe ser el fundamento de nuestra vida, pues sería un “refugio de la mentira” (Isaías 28:17). Esta fiesta de las cabañas nos recuerda que toda vida depende de Dios. Si hallamos en Dios nuestro refugio, ninguna tempestad podrá derribarnos. Es un refugio seguro para todos los que depositan su confianza en él, aceptando para sí mismos el sacrificio de Jesús en la cruz. En Dios, en su Hijo muy amado, se hallan la alegría, la paz y el descanso para el presente y para el futuro.
“Tú has sido mi refugio, y torre fuerte delante del enemigo. Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; estaré seguro bajo la cubierta de tus alas” (Salmo 61:3-4).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

domingo, 26 de mayo de 2013

BUENA FORMA ESPIRITUAL



Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
1 Timoteo 4:7-8
Es cierto que mantenerse en buena forma física requiere disciplina y esfuerzo. Para conseguirlo, muchos de nuestros contemporáneos practican la gimnasia matinal, otros corren, y otros, o los mismos, llevan un régimen alimenticio riguroso.
De la misma manera, la buena forma espiritual requiere tiempo, esfuerzos y práctica. El apóstol Pablo recomienda a Timoteo ejercitarse para la piedad. El ejercicio espiritual puede ser una alegría, pero siempre conlleva cierta disciplina, es decir, estudiar la Palabra de Dios, perseverar en la oración, ir a reuniones cristianas, esforzarnos en poner en práctica en nuestra vida diaria lo que hemos aprendido.
Para dedicarle tiempo es necesario renunciar a ciertas actividades que nos absorben demasiado, y establecer prioridades. Pero realmente vale la pena. La buena forma espiritual nos ayuda a resistir a las tentaciones y a vivir con el Señor. También nos da la sabiduría que necesitamos para ayudar a los demás en su vida cristiana.
¿Qué pensaríamos de un carpintero que olvida afilar sus utensilios, o de un mecánico que no dedica tiempo para engrasar su máquina? El hijo de Dios que descuida fortalecerse mediante la oración, el estudio de la Biblia y la comunión con el Señor, es igual de insensato.
Los instrumentos de nuestro servicio espiritual se embotan rápidamente; por ello hay que afilarlos cada día. “Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

sábado, 25 de mayo de 2013

LA PAZ QUE DIOS TE DA

Hoy quiero demostrarte bíblicamente que Dios desea tu bienestar y felicidad.

"Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes -afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza". Jeremías 29:11

El mundo nos ofrece una paz basada en las cosas que tenemos, en los logros alcanzados, en la estabilidad económica, en las personas que nos rodean pero el problema de esto es que cuando perdemos lo que tenemos, o no alcanzamos ciertas metas o cuando nuestra economía se viene a pique esa paz que nos ofrece el mundo se esfuma.

"Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho. La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden". Juan 14:26-27 (NVI)

La paz que Nuestro Dios nos ofrece va más allá de las circunstancias presentes, del dinero, de las personas que nos rodean o de lo que podemos tener. Por eso Dios nos dice: "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo". Juan 16:33

Estimado amigo, ¿qué debes hacer para tener paz? Confiar en Dios.

Mira lo que dice Salmos 37.3-6 y 23-25 (Nueva Versión Internacional)
"Confía en el Señor y haz el bien;
Establécete en la tierra y mantente fiel.
Deléitate en el Señor,
y él te concederá los deseos de tu corazón
.

Encomienda al Señor tu camino;
Confía en él, y él actuará.

Hará que tu justicia resplandezca como el alba;
tu justa causa, como el sol de mediodía.

El Señor afirma los pasos del hombre
cuando le agrada su modo de vivir;
podrá tropezar, pero no caerá,
porque el Señor lo sostiene de la mano". 


¡Así que en este día confía en Dios, y recuerda que estás en Sus manos! No hay nada que escape de Su poder.

viernes, 24 de mayo de 2013

LUZ Y VERDAD



En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella… Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
Juan 1:4-5, 9

Tu palabra es verdad.
Juan 17:17

Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
Salmo 119:105
En los países llamados cristianos parece que cada vez más se rechazan, uno tras otro, los caracteres de un verdadero cristianismo. La inspiración divina de la Biblia, su autoridad, la muerte y la resurrección de Cristo, la obra de la redención, la divinidad de Jesucristo son puestas en duda.
Algunas personas, incapaces de no creer en nada, vuelven a las supersticiones paganas, a la invocación de los espíritus, a la hechicería, y rinden culto a dioses que se fabricaron.
La Biblia nos describe de forma precisa la última fase de ese estado moral: “Apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:4).
Ante esos desvíos, la Biblia es la única fuente de luz, y el cristiano la reconoce como tal. Y si antes de conocer esa luz vagó durante mucho tiempo en las tinieblas, ahora está cada vez más convencido de que únicamente la Palabra de Dios es luz y verdad.
–Ella alumbra primeramente el interior del corazón. Sólo ella trae al alma la paz de Dios mediante la fe en Jesucristo.
–Luego alumbra el camino del creyente, paso por paso.
–Por último alumbra el futuro: el creyente tiene la seguridad de estar para siempre “con el Señor”.
“Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz” (Juan 12:36).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)           

jueves, 23 de mayo de 2013

NO ES CULPA MIA



No hay justo, ni aun uno… No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Romanos 3:10-12
                                                                                                          
Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.
1 Pedro 3:18
Dos hombres discutían en el andén de una estación de tren. El primero, bastante mayor, parecía muy irritado. El otro, más joven, gesticulaba para apoyar sus explicaciones. – ¡En todo caso no es culpa mía!, gritó el primero. Su compañero le respondió igual de convencido: – ¡Pues mía tampoco! ¿Habían perdido un tren o una maleta? Lo que estaba claro era que ninguno de los dos quería asumir la culpa.
Cuando discutimos, por lo general cada uno se esfuerza en probar su inocencia. Como máximo reconocemos que nos hemos equivocado, que faltó comunicación, e incluso que no comprendimos, pero muy difícilmente reconocemos haber actuado mal.
Este empeño en no querer tener la culpa muestra que en lo más profundo de mí se halla el deseo de ser justo a los ojos de los demás. Pero, ¿qué piensa Dios de eso? Debo, pues, detenerme y examinar mis faltas, el mal que he cometido y que sigo cometiendo. ¿Qué sucederá conmigo cuando toda mi vida sea considerada ante la luz de Dios? ¿Podré protestar ante la realidad de todos mis actos puestos al desnudo? Es urgente que me ponga en regla con Dios respecto a mis faltas.
El único camino para ello es escuchar lo que Dios me dice. Él afirma que Jesús murió para arreglar el tema del mal. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)