viernes, 30 de junio de 2017

EL DESIERTO FLORECERÁ

 
El Señor... consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto del Señor. Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa.
Isaías 51:3; 35:1
 
 
Los que conocen los desiertos saben de qué manera prodigiosa un desierto puede cambiar de aspecto después de una lluvia. A primera vista no hay nada que pueda crecer en el suelo árido y ardiente, pero en algunos días la vegetación surge, luego las flores se abren y la vida animal reaparece. Pero rápidamente el desierto vuelve a su estado inicial.
Hay muchas personas que sienten que su corazón y su vida están tan secos como un desierto. Después de las noches frías llegan los días ardientes y nada parece poder interrumpir ese ciclo de esperanzas frustradas y sufrimientos escondidos. ¡Sin embargo todavía hay esperanza! Hace varios milenios el profeta Isaías dijo que Dios podía hacer florecer el desierto de forma permanente. Su declaración es una promesa maravillosa para todos, en todo lugar y en todo tiempo. Los corazones vacíos, esos desiertos en los que Dios está ausente, pueden convertirse en tierras fértiles. Desea derramar lluvias de bendición en los terrenos más secos y cambiar la existencia más árida en una abundancia de colores y aromas. ¡Donde todo parecía muerto, donde faltaba el agua, la vida abundante puede reinar!
Si usted tiene el corazón vacío, si vive sin Dios, si no ha permitido que Jesús reine en su corazón, su vida es un desierto. Pero si se acerca a Aquel que le ama, si acepta el sacrificio de Jesús en su favor, si abre su corazón a su presencia, su desierto florecerá. ¡Estará saciado, no solo por un momento, sino durante toda su vida y por toda la eternidad!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

jueves, 29 de junio de 2017

LOS MILAGROS DE LA FE

 
Para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios.
Lucas 5:24-25
 
 
En nuestra mente, la vida de Jesús está asociada a los numerosos milagros que hizo, aunque solo una parte se relata en los evangelios. Su dimensión sobrenatural dejó una fuerte impresión en los que los vieron; algunas personas incluso iban a Jesús esperando ver tales prodigios (Mateo 12:38). Pero Jesús nunca fue engañado por los motivos reales que había en el corazón de los que iban a él: sabía que si bien los milagros sorprendían, solo eran un medio entre otros para llevar a los incrédulos a la fe y persuadirlos de ir a Dios. En varias ocasiones constató que esos prodigios solo habían despertado una fe superficial y sin fundamento (Juan 2:23-25).
¿Para qué servían esos milagros? Eran “señales”, es decir, pruebas del poder y del amor divino que estaban en Jesús. Así acompañaban y acreditaban el anuncio del Evangelio, dándole un brillo especial. El pasaje de Lucas 5 es una ilustración de ello: el milagro que devolvió al hombre paralítico el uso de sus piernas daba testimonio del poder que perdonaba los pecados de este hombre y del amor que se ocupaba de él en su miseria.
Dios siempre está dispuesto a dejar actuar su poder. ¿No es un milagro que un hombre perdido sea salvo y pase de la muerte a la vida, que una vida que está bajo la dependencia del mal pueda al fin ser libre?

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

miércoles, 28 de junio de 2017

AQUELLO QUE CREÍ

 
No me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído.
2 Timoteo 1:12
Creí, por lo cual hablé.
2 Corintios 4:13
 
 Testimonio
 
 
«No puedo imaginar que el universo sea la única cosa que haya existido siempre, sin causa, sin Creador. Creo que hay un Dios que, desde la eternidad, pensó en crearme y en salvarme. Creo que el bien y el mal no son nociones inventadas por los hombres para ponernos bajo el yugo de un Dios imaginario, sino realidades que cuentan para un Dios muy vivo. Creo que un día todo hombre tendrá que comparecer ante ese Dios. Creo todo esto porque la Biblia lo dice, y creo a la Biblia porque su lectura me convenció de que su autor es digno de fe.
Al leerla descubrí que Dios sabe todo sobre mí, que no se queda con la imagen que doy, sino que penetra en todos mis secretos, conoce mis aspiraciones escondidas al igual que mi incapacidad para llevarlas a cabo. Comprendí que me creó como un ser responsable para hacer el bien y alejarme del mal, y que fracasé totalmente. Me convencí de que soy un pecador que solo merece el juicio.
Pero felizmente encontré mucho más: a pesar de todo, Dios se interesa en mí. Cuento a sus ojos a tal punto que me dio un Salvador, su propio Hijo, quien sufrió en mi lugar el castigo que yo merecía. Jesús me amó tanto que aceptó morir para darme la vida eterna. ¡Solo tuve que dar las gracias por ese maravilloso regalo, y entonces sentí en mi corazón una paz indescriptible! ¡Esto es lo que creo y me gustaría que usted lo compartiese conmigo!».
Stéphane
“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:3).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

martes, 27 de junio de 2017

¡ESCHUCHEMOS LAS INFORMACIONES!

 
El Dios de dioses, el Señor, ha hablado, y convocado la tierra, desde el nacimiento del sol hasta donde se pone.
Salmo 50:1
Acercaos, naciones, juntaos para oír; y vosotros, pueblos, escuchad. Oiga la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que produce.
Isaías 34:1
 
 
El hombre de hoy es un hombre informado. Cada día el periódico le ofrece todos los detalles sobre lo que sucede en el mundo. Durante todo el año, la radio, la televisión e Internet rivalizan para que siga en tiempo real lo que ocurre en el planeta.
¿Sacamos lecciones de estas informaciones, sea colectivamente o cada uno en particular? Por ejemplo, ¿estamos dispuestos a poner en tela de juicio nuestra forma de vida personal?
Hay otra fuente de información menos escuchada, y sin embargo no debería dejar indiferente a nadie, pues puede transformar nuestro comportamiento. La tenemos mucho menos en cuenta que todo lo que conocemos cada día a través de los medios de comunicación. Ciertamente, es un libro muy antiguo, pero más actual que nunca. Nos informa sobre nuestro pasado así como sobre nuestro futuro. No solo nos expone los hechos, sino también sus causas y consecuencias. Establece las bases morales de las relaciones del hombre con su Creador y con sus semejantes.
Este libro es la Biblia, única fuente de información, perfectamente segura y a la vez perfectamente útil. Es la Palabra del Dios que nos creó, por lo tanto es primordial leerla y tener en cuenta lo que nos dice, siguiendo sus enseñanzas. Por medio de ella podemos encontrar el verdadero sentido a nuestra vida, fundarla y construirla sobre una base sólida, edificar nuestra casa sobre la roca, como dice el evangelio empleando esta imagen (Mateo 7:24-27).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

lunes, 26 de junio de 2017

YO TENGO A CRISTO

 
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Juan 6:68-69
 
 
Hace algunos años una joven cristiana iba en barco de Bristol, en Inglaterra, a Cardiff, en el país de Gales. Como de costumbre, distribuía algunos tratados bíblicos a los pasajeros. Uno de ellos, un hombre religioso, rechazó el tratado con las siguientes palabras: –Gracias, pero yo tengo mi religión. La joven le respondió amablemente: –Yo tengo a Cristo.
Dos años después, la joven hizo el mismo recorrido y volvió a encontrar al mismo hombre, quien la reconoció inmediatamente y le dijo: –¿Recuerda que me ofreció un tratado hace algún tiempo, y la breve conversación que tuvimos?
–Sí, dijo ella, lo recuerdo.
–Pues bien, respondió él, su respuesta no me dio descanso alguno hasta que, por la gracia de Dios, pude decir sinceramente: Yo también tengo a Cristo en mi vida. Y ahora me alegra poder contárselo.
Este hombre había reconocido en la persona de Jesús al Salvador y Maestro, a quien necesitaba personalmente. Había hallado una maravillosa paz, mientras que la estricta observancia de su religión no había logrado satisfacer las necesidades de su corazón. La redención y la paz con Dios son dones de gracia que solo pueden ser obtenidos mediante la fe en Jesucristo, quien murió por los pecadores y resucitó.
¿Ya dio usted personalmente este paso?
“Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:30-31).

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domingo, 25 de junio de 2017

EL HUERTO DE LOS OLIVOS

Saliendo (Jesús), se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Cuando llegó a aquel lugar... puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Lucas 22:39-42

Jesús instituyó la Cena estando en Jerusalén. Después de su ascensión al cielo, ese pan y esa copa deben perpetuar entre los suyos reunidos para rendirle el culto de adoración, el recuerdo de su persona y de su muerte.
Después de esa cena Jesús, acompañado por los doce discípulos, tomó el camino que lo llevaba al huerto de los Olivos. Sabiendo que iba a morir en la cruz, Jesús se postró en tierra... Su alma estaba “muy triste, hasta la muerte” (Marcos 14:34). Suplicó a su Padre que si era posible pasase de él esa prueba. El Santo, el Justo, tenía ante sí todo el horror del pecado del mundo. Sabía que Dios tenía que abandonarlo cuando llevase sobre sí mismo el pecado para expiarlo. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado” (2 Corintios 5:21).
Su lucha fue tan terrible que suplicó “con gran clamor y lágrimas” al que lo podía librar de la muerte (Hebreos 5:7). Su sufrimiento era tal que su sudor era como grandes gotas de sangre, y un ángel vino para fortalecerlo. ¡La victoria fue completa! Jesús se entregó a sí mismo para hacer la voluntad de su Padre, costase lo que costase.
Con una sumisión y una obediencia perfectas, cuando la tropa de soldados llegó para arrestarlo, Jesús declaró: “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Juan 18:11). Fue a la cruz por obediencia y allí respondió, en nuestro lugar, a las exigencias de la santidad de Dios. En él tenemos ahora el perfecto Salvador. ¡Depositemos en él toda nuestra confianza!

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sábado, 24 de junio de 2017

EL CÓDIGO DE CIRCULACIÓN

 
Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
Romanos 3:23
Cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.
Santiago 2:10
Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros.
Efesios 5:2
 
 
Cuando un automovilista sobrepasa el límite de velocidad autorizado, infringe el código de circulación. Quizá solo haya cometido una sola falta; no obstante, infringió el código de circulación. ¡No imaginaríamos a un automovilista, detenido debido a un exceso de velocidad, justificarse diciendo que nunca se ha pasado un semáforo en rojo! ¿Qué conductor podría pretender no haber transgredido nunca el código de circulación?
En la Biblia, la ley de Dios dada a Moisés era perfecta, y los israelitas tenían que respetarla punto por punto. La experiencia mostró que ese pueblo no obedeció esa ley. ¡Nadie hubiese podido hacerlo! Por supuesto, la gran mayoría de nosotros no ha transgredido el mandamiento que dice: “No matarás”. Pero, ¿quién no ha desobedecido el que dice: “No codiciarás”? (Éxodo 20:13, 17).
Todos hemos desobedecido a Dios. Todos, menos uno, Aquel que vino al mundo hace 2.000 años, Jesucristo, el hombre perfecto, quien cumplió toda la ley de Dios (Mateo 5:17). Pero hizo mucho más que cumplir la ley: aceptó morir crucificado, por amor a nosotros, para que Dios perdonase todos nuestros pecados.
No es, pues, tratando de obedecer una ley cómo seremos hechos justos ante Dios, porque siempre fallaremos en un punto u otro. Pero el Evangelio nos trae una buena noticia: Dios nos declara justos si creemos en el sacrificio de Jesucristo, quien se entregó a sí mismo por nosotros.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

jueves, 22 de junio de 2017

SEÑOR, TÚ ME CONOCES PERFECTAMENTE

 
Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
1 Juan 1:5
Sus ojos están sobre los caminos del hombre, y ve todos sus pasos.
Job 34:21
 
 Extracto del Salmo 139
 
 
“Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos.
Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos.
Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Señor, tú la sabes toda.
Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano.
Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender.
¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.
Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz.
Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre.
¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!
Si los enumero, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

miércoles, 21 de junio de 2017

JESÚS HABLA A LAS MUJERES

 
Jesús iba... y los doce con él, y algunas mujeres... y otras muchas que le servían de sus bienes.
Lucas 8:1-3
Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
Juan 19:25
 
 
Al leer los evangelios nos llama la atención la actitud de Jesús hacia las mujeres con quienes se encontraba. Se mostró libre de todo prejuicio, les hablaba como hablaba a los hombres, con el mismo respeto, el mismo amor, las mismas exigencias y las mismas promesas: su actitud estaba ligada a lo que leía en los corazones. Su comprensión, su tacto, son tan diferentes a las opiniones de su época... ¡y de la nuestra!
Jesús defendió a una mujer despreciada debido a su pasado y subrayó su actitud de arrepentimiento, de humildad y agradecimiento porque sus pecados habían sido perdonados (Lucas 7:36-50). Protegió a otra que le presentaron para ser lapidada (Juan 8:3-11). También defendió a María de Betania, a quien los discípulos habían criticado por su gesto de adoración (Juan 12:1-8).
Con algunas mujeres Jesús tuvo conversaciones profundas sobre temas espirituales. Unas mujeres estuvieron cerca de él cuando fue crucificado. Y después de su resurrección se reveló primero a unas de ellas.
Jesús no desprecia a nadie, ni a los niños, ni a las mujeres, ni a los pobres, ni a los ricos, ni a los pecadores, ni a aquellos que se creen justos... Por supuesto que no pasa por alto nuestras faltas, pero no es con el objetivo de condenarnos, sino para perdonarnos.
Hemos venido presentando los diálogos entre Jesús y esas mujeres, todas diferentes, pero todas interpeladas por la gracia de Dios, de ese Dios que nos busca y quiere salvarnos.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

martes, 20 de junio de 2017

UN REFUFIO SEGURO

 El Señor es tu guardador.

Salmo 121:5

No... se dormirá el que te guarda.

Salmo 121:3

Se cuenta que las golondrinas habían construido un nido en la tienda del emperador Carlomagno (742-814 d. C.) durante una campaña militar. En el momento de levantar el campamento, el emperador ordenó que no moviesen la tienda hasta que los pajarillos pudiesen volar. Nadie debía tocarlos, ni siquiera asustarlos. Nos sorprende el cuidado que un jefe de guerra, que gobernó gran parte de Europa Occidental y Central, prodigó a esos pájaros que se habían refugiado en su tienda.
Quizás olvidamos que Dios, mucho más poderoso que un emperador, cuida de todas sus criaturas, incluso de las más vulnerables e insignificantes a los ojos de los hombres: “Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos” (Salmo 84:3). “Ni uno de ellos está olvidado delante de Dios”, dijo Jesús, antes de añadir: “No temáis, pues” (Lucas 12:6-7).
Él proveyó todo lo necesario para el hombre antes de colocarlo en la tierra; Él lo formó con sus manos y conoce sus debilidades, descendió a la tierra para tener un encuentro con él. Nos amó, fue despreciado y sufrió hasta dar su vida por nosotros. ¿Cómo no cuidará de aquellos que confían en él?
El rey David, una figura de Jesucristo, dijo a Abiatar, quien había ido a refugiarse junto a él: “Quédate conmigo, no temas... pues conmigo estarás a salvo” (1 Samuel 22:23).
¡Qué paz, qué tranquilidad para aquel que depositó su confianza en Dios y se abandona a sus tiernos cuidados!
“No hay santo como el Señor; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro” (1 Samuel 2:2).

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lunes, 19 de junio de 2017

JESÚS HABLA A LAS MUJERES - "GRANDE ES TU FE"

 
(Jesús dijo a la mujer cananea:) No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
Mateo 15:26-27
Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Romanos 10:13
 
 Mateo 15:21-28
 
 
“Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra” (Mateo 15:21-23).
El silencio de Jesús no se debía a una falta de compasión, pues su actuación al final así lo prueba. Él quería hacer brillar la fe de esta mujer y mostrar a sus discípulos que su amor iba más allá de los límites de Israel.
Luego, Jesús empezó a hablar con esta extranjera que lo reconocía como Señor. Fijémonos en la humildad e inteligencia de esta madre. No se desanimó por un rechazo que parecía despectivo. Su fe sobrepasó este obstáculo e inspiró sus respuestas. Jesús no le reprochó nada y no juzgó su actitud ni impertinente ni demasiado audaz. Al contrario: apreció la valentía de su fe y le dijo: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora” (v. 28).
Incluso antes de comprobarlo, ella supo que su hija había sido sanada. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).
Recordemos su ejemplo. Un aparente silencio puede ser la preparación de una respuesta divina inesperada.
El Señor responde a nuestros más grandes anhelos, ¡pero a su tiempo!

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domingo, 18 de junio de 2017

SÓLO DIOS ES DIGNO DE SER ADORADO

 
Juan... mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
Juan 1:35-36
A todo lo creado... oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
Apocalipsis 5:13
 
 
Antes de empezar su ministerio, Jesús fue tentado por Satanás. Este lo incitó a que le rindiese homenaje, pero la respuesta del Señor fue categórica: “Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Mateo 4:10).
Cuando el apóstol Juan quiso, en dos ocasiones, postrarse ante el ángel que le hablaba, este se lo impidió: “Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo... Adora a Dios” (Apoc. 19:10).
Cuando Pablo y Bernabé sanaron a un hombre enfermo de nacimiento, y la gente quiso honrarlos como si fuesen dioses, ellos se lo prohibieron rotundamente.
Debemos adorar solo a Dios. Aceptar o buscar el homenaje que solo se debe a Dios es puro orgullo, es la “condenación del diablo” (1 Timoteo 3:6).
Cuando Jesús vivió en la tierra, por ser el Hijo de Dios, en varias ocasiones los hombres le rindieron homenaje:
–Un leproso sanado se postró ante él (Lucas 17:16).
–Los discípulos le rindieron homenaje cuando calmó la tempestad (Mateo 14:33).
–Un hombre ciego de nacimiento y sanado por Jesús discernió en él al Hijo de Dios y lo adoró (Juan 9:38).
–Cuando Jesús resucitó y mostró sus heridas a Tomás, este exclamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28).
Jesús, hombre “humilde de corazón” (Mateo 11:29), al mismo tiempo es Dios, el único digno de recibir el honor y la adoración.

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sábado, 17 de junio de 2017

LO QUE NOS FRENA

 
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
Gálatas 5:1
Sois estrechos en vuestro propio corazón... ensanchaos también vosotros.
2 Corintios 6:12-13
 
 Un mensaje para los jóvenes cristianos
 
 
Quizá tenga la impresión de que lo que le frena en su vida cristiana son las condiciones de vida, las obligaciones sociales y profesionales, o incluso sus limitaciones físicas, su salud, sus capacidades. Esto puede ser cierto en algunos puntos, y si puede remediarlo, al menos en parte, vale la pena hacerlo. El apóstol Pablo escribió a los cristianos esclavos de Corinto: “Si puedes hacerte libre, procúralo más” (1?Corintios 7:21).
Pero en cuanto a esto, también hay una gran parte de ilusión, de la cual debemos ser conscientes, de otra manera nunca disfrutaremos de una verdadera libertad. ¿Qué piensa de ello? Si toda obligación exterior desapareciera, ¿sería suficiente para que usted encontrase la plena libertad a la que aspira?
En este ámbito, como en muchos otros, nuestras dificultades tienen su origen no fuera de nosotros, sino en nosotros. El problema está en nuestro propio corazón; ahí está el origen de nuestra falta de libertad. Nuestro corazón es prisionero de su egoísmo, de sus miedos y pasiones. Es él el que debe cambiar, dejándose educar por Jesucristo. Pidámosle a Dios, quien ha hecho de nosotros sus hijos, que abra nuestros corazones para que tomen consciencia de su amor y de su gracia. Entonces nuestra mente será liberada de todo lo que nos carga y nos frena. Tendremos una visión más abierta, más justa y más benevolente de los demás, y quizá también más justa de nosotros mismos.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

jueves, 15 de junio de 2017

LA PAZ DE DIOS, QUE SOBREPASA TODO ENTENDIMIENTO

 
Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4:6-7
 
 
Cristianos, a menudo la Biblia nos exhorta a permanecer tranquilos, pese a las dificultades. Nos esforzamos en ello, y esto es bueno. Pero, ¿qué dice el versículo del día? “La paz de Dios... guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. No dice que nuestros corazones siempre conservarán esta paz, sino que, cuando hayamos echado nuestra carga sobre él, en oración, su paz guardará nuestros corazones.
Dios sabe de antemano todo lo que nos va a suceder. Todos los acontecimientos forman parte de sus planes y no cambian en nada su amor por nosotros. Por gracia podemos disfrutar de sus tiernos cuidados. ¡Él nos escucha! Por eso, en todas las circunstancias, en vez de preocuparnos y pensar que va a suceder lo peor, presentemos nuestras oraciones a Dios y contémosle todo lo que carga nuestros corazones. Podemos confiar en su perfecto amor y exponerle con libertad nuestras peticiones: su respuesta siempre será una respuesta de gracia, incluso si no es la que esperamos.
¡Mantengamos firme nuestra confianza teniendo presente que le hemos confiado nuestras dificultades! Creamos que él está por encima de todas las situaciones que podrían turbarnos. Entonces experimentaremos que él tranquiliza nuestro pesado corazón dándonos su paz, que “sobrepasa todo entendimiento”.
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

miércoles, 14 de junio de 2017

¿DÓNDE ESTÁ VUESTRA FE?

 
Despertando él (Jesús), reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza. Y les dijo (a los discípulos): ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es este, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?
Lucas 8:24-25

 Algunas preguntas de la Biblia


A menudo Jesús estaba muy ocupado. A veces, incluso su familia no podía acercarse a él debido a la multitud que lo rodeaba para escucharlo. Un día, después de haber enseñado, se durmió en una barca mientras cruzaba el lago de Genesaret. De repente se levantó un fuerte viento, y los discípulos lo despertaron: “¡Maestro, Maestro, que perecemos!”. Jesús se levantó, se dirigió al viento y a las olas con autoridad, y se hizo gran bonanza. Luego dijo a sus discípulos: “¿Dónde está vuestra fe?”.
¿Ya me he hecho esta pregunta alguna vez? Cuando todo parece ir mal, cuando llega el fracaso o la enfermedad, ¿dónde está mi fe? Estoy desanimado, dudo, tengo remordimientos, pero hasta hacía poco tenía paz...
Fijémonos en el orden de las cosas. Solo después de haber apaciguado las olas, Jesús preguntó: “¿Dónde está vuestra fe?”. Sin tardar socorrió a sus discípulos, y luego los hizo reflexionar. ¿Pensaban que su Maestro era indiferente, o que no podía ayudarlos? Mientras estuviese con ellos en la barca, no corrían ningún peligro, ¡incluso si tardaba en responder!
Así es como el Señor actúa con nosotros. Primero responde a la oración, incluso si esta es imprecisa y casi fuera de lugar. Él responde, y solo después pregunta: “¿Dónde está vuestra fe?”. Cuando ya estoy tranquilo, puedo reflexionar sobre lo que sucedió y aprender una lección de ello. Sí, estuve preocupado ¡pero el Señor fue fiel!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

lunes, 12 de junio de 2017

JESÚS HABLA A LAS MUJERES - "NI YO TE CONDENO"

Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Juan 8:10-1

 Juan 8:1-11


Unos hombres religiosos llevaron a Jesús una mujer que había sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. Querían que Jesús cayese en la trampa: a él, quien traía la gracia, querían ponerlo en contradicción con la Ley divina.
La acusación había sido pronunciada, el círculo de los acusadores y la mujer presentada ante Jesús estaban esperando. Jesús se agachó y escribió con el dedo en la tierra.
El silencio era tenso... Los acusadores insistieron, entonces Jesús se levantó y dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (v. 7). Luego volvió a escribir, y su silencio fue más elocuente que las palabras.
¡Ellos también se callaron! Y salieron “uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros” (v. 9). Ahora, ¿tenían un juicio más justo sobre sí mismos?
¡Solo había uno que no tenía pecado! Solo había uno que podía condenar. ¡Y se abstuvo de hacerlo! Jesús no vino para condenar, sino para salvar. Pudo perdonar a la acusada e invitarla a tomar un nuevo camino: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (v. 11).
Un nuevo futuro se abría ante esta mujer que no tenía ninguno. ¡Para ella y para los hombres que de repente se habían quedado en silencio, era posible empezar de nuevo! ¡Y para usted, sea quien sea, también! Todos nosotros, que a menudo somos tan hipócritas, ¡podemos volver a empezar!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

domingo, 11 de junio de 2017

¡LA LIBERTAD NO CONSISTE EN PASAR LOS LÍMITES!

 
(Jesús dijo:) Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Juan 8:31-32
Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Juan 8:36
 
 
Actualmente el deseo de libertad se traduce en algunas personas por un intento desesperado de traspasar todo tipo de límites. Por ejemplo, no satisfechos con hacer alpinismo, algunos se lanzan en el alpinismo extremo... ¡y a veces lo pagan con su vida! Algunas películas alimentan esta concepción engañosa de la libertad. ¡Es un espejismo peligroso! ¿Significa esto que la libertad es un sueño al que sería mejor renunciar para conformarse con una vida aburrida y mediocre?
¡Por supuesto que no! Pero primero debo preguntarme: ¿de quién soy prisionero? Simplemente de mi pretensión, de mi orgullo siempre subyacente en mis pensamientos más secretos, que me empuja a hacer las cosas opuestas a la voluntad de Dios. Sin embargo, desde que creó al hombre, Dios quería su felicidad.
El Evangelio es el mensaje de la libertad porque nos revela, sin sombra, la condición del hombre esclavo de sus propios pensamientos opuestos a Dios. En este sentido, la verdad conduce a la libertad a todo el que quiera escucharla. Para liberar al hombre de esa esclavitud, Cristo pagó el precio muriendo por él en la cruz y dándole una vida nueva. La verdadera libertad no consiste en ir tras el poder, y mucho menos en querer ser igual a Dios (Génesis 3:5). ¡Es vivir la vida de Jesús en humildad, confiando en él! Entonces el creyente comprende cuáles son sus límites, porque Dios actúa en él. “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer” (Filipenses 2:13).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

sábado, 10 de junio de 2017

UN SUICIDIO QUE NO SE PRODUJO


 
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Mateo 11:28
El Hijo de Dios... me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:20
 
 
Cierto actor americano era conocido por ser un alcohólico empedernido. En varias ocasiones había tratado de liberarse de esas cadenas, pero cada vez había recaído, por lo tanto había llegado a la conclusión de que era imposible salir de esa situación. Desesperado y consciente de la tristeza que había ocasionado a los suyos, sobre todo a su mujer y a sus dos hijas, una noche decidió suicidarse. Pero antes de apretar el gatillo pensó en Dios y se dijo que primero tenía que hablar con él. ¡Fue un largo llamado de socorro! Dios intervino, detuvo su intención y le dio la fuerza para dejar de beber. Descubrió el poder liberador de Jesucristo y la nueva vida que ofrece.
¡Cuántas circunstancias trágicas y dolorosas pueden hacer que alguien caiga en el pozo de la desesperación! La lista es larga: accidentes, catástrofes, enfermedades, muertes, decepciones, remordimientos... Los sufrimientos físicos, morales, o sencillamente el miedo al futuro pueden arrebatarnos las ganas de vivir. Pero Dios, que ama a todos los hombres, puede dar un sentido a nuestra existencia. Todos necesitamos el amor de Dios para ser felices. “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él” (1 Juan 4:9). La vida que nos propone no está exenta de dificultades, pero Jesús nos acompaña, y su presencia nos da la serenidad y la felicidad.
“A ti clamaré, oh Señor. Roca mía, no te desentiendas de mí, para que no sea yo, dejándome tú, semejante a los que descienden al sepulcro” (Salmo 28:1).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

viernes, 9 de junio de 2017

SE DEPOJÓ A SÍ MISMO

 
Cristo Jesús... siendo en forma de Dios... se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres... se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Filipenses 2:5-8
 
 
El poder del Señor Jesús fue mostrado en muchas ocasiones cuando estaba en la tierra: curó leprosos, resucitó muertos, multiplicó los panes, caminó sobre las aguas, reprendió al mar y al viento, ordenó a un pez que le trajese una moneda para pagar el impuesto del templo. ¡Era Dios! Sin embargo, vino a esta tierra naciendo como un bebé en una familia pobre. Como no había lugar en el mesón, ¡el Creador fue acostado en un pesebre! Fue un niño sumiso a sus padres, sin dejar de ser el Hijo de Dios. ¡Él, el Dios todopoderoso, aprendió el oficio de carpintero, conoció el cansancio debido al trabajo, tuvo hambre y sed!
Él, quien conocía todo, permaneció perfectamente humilde. No trató de dominar a los hombres. Cuando estos hicieron un complot para matarlo, no los destruyó, como hubiese podido hacerlo. En el momento de ser crucificado, se dejó detener y atar. Le escupieron, y no dijo nada; le pusieron una corona de espinas, y lo permitió; condenado a muerte, permaneció mudo ante sus enemigos. Hubiese bastado una palabra para aniquilar a sus enemigos, pero oró por ellos. Dejó que lo clavasen en una cruz para salvar a los hombres, los adversarios de Dios.
El Señor Jesús es admirable en todo su recorrido desde el pesebre de Belén hasta la cruz donde, por su muerte, muestra “la senda de la vida” a los que creen en él (Salmo 16:11). ¡Unámonos a él de todo corazón para aprender a seguirle!

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jueves, 8 de junio de 2017

JESÚS HABLA A LAS MUJERES - "TU FE TE HA SALVADO"

 
(Jesús dijo a la mujer:) Tus pecados te son perdonados. Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es este, que también perdona pecados? Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.
Lucas 7:48-50
 
 Lucas 7:36-50
 
 
La mujer mencionada en este pasaje necesitó mucho valor para entrar en la casa de Simón sin estar invitada, y para unirse a esta compañía, pues nadie ignoraba su vida (“era pecadora”). Sin embargo pasó por alto el desprecio de todos para ir a Jesús y ungir sus pies con perfume, en un gesto de humildad y profundo respeto. En su presencia, no pudo retener su emoción. Lágrimas corrieron por sus mejillas, lágrimas de arrepentimiento, sin duda, pero también de gozo.
Simón, el fariseo, el dueño de la casa, observó la escena y empezó a irritarse. El arrepentimiento de esta mujer no le importaba. Antes, no mostró hacia Jesús la consideración que normalmente se tiene para con los invitados. Ahora, lo despreciaba, pensando: “Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora” (Lucas 7:39).
Pero Jesús, que lee los pensamientos, respondió a Simón con dulzura, oponiendo así la frialdad de su huésped al amor de esta mujer. Si mencionó su estado pecaminoso fue solo para anunciar que ella había recibido el perdón de Dios: “Sus muchos pecados le son perdonados” (v. 47). Y se lo confirmó directamente: “Tus pecados te son perdonados... Tu fe te ha salvado, ve en paz” (v. 48, 50). La paz que Jesús le ofrecía significaba descanso y tranquilidad para su corazón, pero también restauración y reconciliación con Dios.
Hoy él le ofrece gratuitamente la misma paz.

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miércoles, 7 de junio de 2017

HAY MUCHAS MANERAS DE ESCONDERSE

 
No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia (la de Dios); antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Hebreos 4:13
 
 
En Génesis, primer libro de la Biblia, vemos que Adán y Eva desobedecieron a Dios. No tuvieron en cuenta la orden de Dios y siguieron su propio deseo. Luego tomaron conciencia de su desvío y de su desnudez, es decir, de su estado pecaminoso, y trataron de esconderse fabricándose ropa con hojas. Se camuflaron entre los árboles del huerto para escapar a la voz y a la mirada de Dios.
¡Camuflarse! A través de este pasaje la Biblia nos muestra esta profunda tendencia del hombre frente a Dios. Esto puede tomar diferentes formas. ¡Cuántas personas tratan de aturdirse! La búsqueda de un éxito profesional, social y de los bienes materiales son ejemplos de distracciones que el hombre usa para huir de Dios. Algunas formas de pensamiento, como el ateísmo o el gnosticismo, son vestidos construidos por la inteligencia humana para no reconocer nuestro verdadero estado ante Dios. Incluso la religión, con sus ritos y tradiciones, puede ser una máscara que esconde la ausencia de una verdadera relación con Dios.
Sin embargo, el versículo de hoy es inapelable. ¡Es imposible huir de la mirada del Dios verdadero! ¡Es imposible esconderle algo, por pequeño que sea; es imposible engañarlo con nuestras argucias! ¡Es imposible camuflarse, es decir, disimular nuestro estado malo bajo una buena apariencia!
Entonces, en vez de escondernos, ¡reconozcamos nuestro estado pecaminoso! Aceptemos la salvación que Dios nos ofrece. Aceptemos que nuestros pensamientos, acciones y palabras sean sondeados e iluminados por su luz divina.

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domingo, 4 de junio de 2017

EL DÍA DE PENTECOSTÉS:

 
(Jesús dijo:) Cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
Juan 15:26
Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
1 Corintios 12:13
 
 Hechos 2:1-38
 
 
“El día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo... Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?... los que habitamos en Mesopotamia... en Egipto y en las regiones de África... y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios... diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?
Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo:... A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís... Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:1-38).

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sábado, 3 de junio de 2017

ESTAR BIEN CON UNO MISMO

Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia.

Hechos 2:28

A menudo escuchamos hablar de la importancia de estar bien con uno mismo, es decir, en paz consigo mismo. Pero, ¿cómo puedo experimentar tal estado si primeramente no estoy en paz con Dios?
En su vejez, el emperador Carlos I de España dejó la gloria y las riquezas y se retiró a un monasterio con la esperanza de encontrar paz y descanso para su alma. Allí, aterrorizado, esperó la muerte. Los grandes de este mundo no hallaron mejor que las demás personas la paz y la verdadera felicidad en su saber o en su poder. ¡Cuántos artistas y personajes célebres, admirados y llenos de honores, han dejado la escena terrenal y han partido con el corazón atormentado! Otros hallaron al Dios de paz, al confesarle en definitiva el vacío de su vida.
La Biblia confirma que, en nuestro mundo, todo es “vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 1:14). En esta tierra no hay nada que pueda darme la paz real y duradera; en cambio, la paz de Dios “sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). Esta paz es la que Jesús me da, y todos pueden experimentarla. Consiste primeramente en tener paz con Dios, es decir, tener la paz de la conciencia y del corazón. Estos dos elementos son indispensables para estar bien con uno mismo: la conciencia purificada del mal y el corazón lleno del amor divino.
Dios nos ofrece gratuitamente el fundamento de nuestra paz. En la cruz Jesús llevó el castigo que nosotros merecíamos debido a nuestros pecados. Cuando resucitó, dejó este mensaje siempre actual para todo el que lo recibe: “Paz a vosotros” (Lucas 24:36).

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viernes, 2 de junio de 2017

BASTA A CADA DÍA SU PROPIO MAL

 
No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Mateo 6:34
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios.
Isaías 41:10
 
 
El versículo de hoy no es una excusa para ser descuidado. Es muy normal asumir nuestras responsabilidades y prepararnos para el mañana, desde cerrar las persianas para protegernos de la tormenta hasta hacer diligentemente los deberes escolares para poder aprobar el examen. Es bueno considerar los problemas que puedan sobrevenir si hacemos tal o cual cosa, prever nuestras necesidades o preparar algo de antemano, que sabemos que se necesitará.
Pero afanarse es otra cosa: es preocuparse demasiado por el mañana, por esa tempestad que podría llegar, por ese examen... es estar inquieto imaginándose lo peor. La preocupación focaliza nuestros pensamientos hacia los acontecimientos y no hacia Aquel que los controla, por ello tiene efectos negativos sobre nuestra mente y sobre nuestro cuerpo. Incluso puede paralizarnos, agobiarnos. Pero la orden de Dios es muy clara: ¡“No os afanéis”! Tenemos un Padre todopoderoso que nos ama y tiene todo en sus manos. ¿Estamos dispuestos a dejarnos conducir por él?
Si tenemos dificultades hoy, Dios nos da la fuerza y su dirección para afrontarlas hoy, pero no nos las da por adelantado para enfrentarnos a las pruebas de mañana. ¿Por qué? Si tuviésemos la respuesta, probablemente dejaríamos de confiar en él para el mañana. Él quiere cultivar en nosotros día tras día esa fe tan preciosa, pues sin ella es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).
“En tu mano están mis tiempos” (Salmo 31:15).

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jueves, 1 de junio de 2017

EL PADRE MISMO OS AMA


 
A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.
Romanos 8:28
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:7
 
 
Cuando era niño, a veces mi padre, como respuesta a alguna de mis peticiones, simplemente me miraba sin pronunciar palabra. Aquel silencio era elocuente. No era, en absoluto, una muestra de indiferencia, sino que expresaba su sabiduría y su cariño hacia mí.
De la misma manera Dios, nuestro Padre, a veces parece no responder a nuestras oraciones. A veces solo percibimos su silencio, a pesar de nuestras oraciones y súplicas. ¿Podría permanecer indiferente a nuestro dolor, a la angustia que se apodera de nosotros? Nunca, pues nuestro Padre celestial “oye la oración de los justos” (Proverbios 15:29) y siempre responde.
Sin embargo nos dice: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos... Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9). Dios es amor y luz. Está lleno de bondad, de compasión, ¡es el único sabio! Siempre actúa en función de lo que es, ¡nunca dudemos de ello! Responderá con ternura a nuestras preguntas, muchas veces de forma inesperada. Demostró este amor al sacrificar a su Hijo para darnos la vida eterna. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32). Continuemos hablándole mediante la oración, contándole todo lo que nos carga o nos preocupa. E independientemente de cuál sea su respuesta, ¡podemos contar con su sabiduría y amor!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)