viernes, 30 de junio de 2017

EL DESIERTO FLORECERÁ

 
El Señor... consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto del Señor. Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa.
Isaías 51:3; 35:1
 
 
Los que conocen los desiertos saben de qué manera prodigiosa un desierto puede cambiar de aspecto después de una lluvia. A primera vista no hay nada que pueda crecer en el suelo árido y ardiente, pero en algunos días la vegetación surge, luego las flores se abren y la vida animal reaparece. Pero rápidamente el desierto vuelve a su estado inicial.
Hay muchas personas que sienten que su corazón y su vida están tan secos como un desierto. Después de las noches frías llegan los días ardientes y nada parece poder interrumpir ese ciclo de esperanzas frustradas y sufrimientos escondidos. ¡Sin embargo todavía hay esperanza! Hace varios milenios el profeta Isaías dijo que Dios podía hacer florecer el desierto de forma permanente. Su declaración es una promesa maravillosa para todos, en todo lugar y en todo tiempo. Los corazones vacíos, esos desiertos en los que Dios está ausente, pueden convertirse en tierras fértiles. Desea derramar lluvias de bendición en los terrenos más secos y cambiar la existencia más árida en una abundancia de colores y aromas. ¡Donde todo parecía muerto, donde faltaba el agua, la vida abundante puede reinar!
Si usted tiene el corazón vacío, si vive sin Dios, si no ha permitido que Jesús reine en su corazón, su vida es un desierto. Pero si se acerca a Aquel que le ama, si acepta el sacrificio de Jesús en su favor, si abre su corazón a su presencia, su desierto florecerá. ¡Estará saciado, no solo por un momento, sino durante toda su vida y por toda la eternidad!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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