domingo, 31 de diciembre de 2017

¡ABBA, PADRE!

 
Dios envió a su Hijo... a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!
Gálatas 4:4-6
Amados, ahora somos hijos de Dios.
1 Juan 3:2
 
 
Una de las primeras palabras que un niño hebreo aprendía a pronunciar era «Abba». Son dos sílabas cortas que corresponden a nuestro «papá» en español. Papá, Abba, es un término de cariño, de intimidad, que significa: Padre. El apóstol Pablo, si bien escribe en griego su epístola a los romanos, emplea la palabra Abba, cuando dice a los que habían recibido a Cristo como Salvador: “Habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15).
¡Cuán dulce es repetir la expresión: Padre! ¡Qué felicidad no ser más huérfano, tener un apoyo, un protector, una familia! Esta única palabra resume todas las bendiciones que Jesucristo trajo al mundo. Vino para darnos un Padre, ¡su Padre! “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado”, dijo a sus discípulos, y también a nosotros (Juan 15:9). Después de su resurrección, anunció a María Magdalena: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:17).
Nuestras desobediencias nos habían alejado de Dios, pero Jesús vino a acercarnos a él. No solo fuimos perdonados, sino que entre Dios y nosotros se estableció una relación de intimidad: Jesús puso nuestra mano en la mano del Padre. Es la felicidad y la seguridad para todos los que creen y aceptan este hecho maravilloso.
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

sábado, 30 de diciembre de 2017

DIOS LO ESTÁ ESPERANDO

 
El Señor... es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
2 Pedro 3:9
Venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma.
Isaías 55:3
 
 Lucas 15:11-24: Parábola del hijo pródigo
 
 
Desde lo más profundo de su miseria, después de haber reflexionado, el joven de la parábola decidió actuar, regresar a la casa de su padre y decirle: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. Mediante este relato, Jesucristo nos enseña cómo ir a Dios. Nos dice que Dios está listo para recibirnos, que nos ama como un padre. “...He pecado... contra ti”, son las palabras que Dios espera del hombre. Efectivamente, ¡todos hemos pecado contra Dios! “No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10).
¿Su pasado o su presente le agobia? ¿Se siente solo, desanimado, perdido? ¿Quizá piensa haber ido demasiado lejos en el pecado y la injusticia? ¿Ha vivido como si Dios no existiese, dándole la espalda? Todavía hoy, Dios le tiende sus brazos, y así como ese padre estaba esperando a su hijo indigno, le espera con un corazón lleno de bondad. ¡Su perdón es gratuito! Dios, en su misericordia, quiere otra vida para usted: ¡no tarde en ir a él! ¡Dios invita a cada persona a dar ese paso!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

viernes, 29 de diciembre de 2017

EL MUNDO, ¿UN ENEMIGO PARA EL HOMBRE?

 
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo... el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
1 Juan 2:15-17
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.
1 Timoteo 1:15
 
 
La historia del mundo es de guerras y conflictos. En todos los tiempos ha habido hombres que desean dominar por todos los medios. Hoy en día, a pesar de las apariencias, esa determinación es la misma.
Se evoca la globalización como una necesidad que conduce a eliminar los problemas mayores de la humanidad. Se piensa en curar males y sufrimientos exaltando la solidaridad universal, mientras sigue manifestándose el afán de dominar, siempre dispuesto a hacer la guerra, a matar. Unas pocas decisiones humanas, por más loables que sean, ¿podrán cambiar la cara del mundo? Satanás es su jefe, y los hombres son sus ejecutantes inconscientes.
Ya en el principio de la humanidad, un hombre, Caín, irritado contra su hermano, lo mató porque éste, al obrar más sabiamente, había sido del agrado de Dios, y no él. Desde entonces el corazón humano no ha cambiado, y el mundo sigue siendo un vivero de violencia. Dios declara en su Palabra: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo el Señor...” (Jeremías 17:9-10). Quizás usted piensa poder escapar de ese diagnóstico. A eso también Dios responde: “No hay diferencia, por cuanto todos pecaron” (Romanos 3:22-23), pero no se detiene en estas declaraciones. Él es el Dios Salvador y da a todo ser humano una esperanza viva que no está ligada a este mundo, sino a su corazón de Padre: dio a su Hijo Jesucristo para liberarnos del dominio del mal.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

jueves, 28 de diciembre de 2017

PRESO DEL CUERPO, MAS NO DEL ALMA

 
El Señor miró desde los cielos a la tierra, para oír el gemido de los presos, para soltar a los sentenciados a muerte.
Salmo 102:19-20
Me ha enviado... a pregonar libertad a los cautivos... a poner en libertad a los oprimidos.
Lucas 4:18
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Juan 8:36
 
 
Esta fue la feliz expresión de un presidiario liberado de la terrible opresión del pecado, cuando decidió entregar su vida a Cristo. Esta persona extorsionaba desde la misma cárcel, con severas amenazas de muerte a una cristiana. Ella, sin dejarse intimidar por las amenazas, le presentó a Jesucristo, su Salvador personal. Este hombre creía que no alcanzaría el perdón de Dios debido a la multitud de sus graves hechos. La cristiana le replicó: –Eso es lo que te dice tu jefe, Satanás, ya vencido por el mío, Jesucristo, quien te ofrece el perdón de todos tus pecados, si decides recibirlo como tu Salvador. Acepta a Cristo y serás salvo de la condenación eterna (Hechos 16:31).
Después de esta conversación, las amenazas y la extorsión se acabaron. El Espíritu Santo empezó su trabajo (Juan 16:8). Redarguyó ese duro corazón. Y lo maravilloso fue que una noche, a altas horas, la cristiana recibió en su teléfono móvil un mensaje de texto que decía: «Preso del cuerpo, mas no del alma». ¡Qué felicidad para ambos!
Todavía hoy el Evangelio se anuncia por todo el mundo para el perdón de pecados. Así lo ordenó el Señor Jesucristo: “Que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47).

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miércoles, 27 de diciembre de 2017

EL GRAN MODELO

 
Cristo Jesús... se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres... se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Filipenses 2:5-8
 
 
¿Cuál es el remedio divino para la envidia, el orgullo, el egoísmo y, en una palabra, el «yo» bajo todas sus formas detestables? El texto de la Biblia citado hoy nos da la respuesta: seguir las pisadas de Jesucristo, el Hijo de Dios. En Jesús, Dios vino a vivir entre los hombres. Vino en forma de hombre, pero fue un hombre perfecto en cuanto a su abnegación, humildad y obediencia a la voluntad divina: “Se despojó a sí mismo”.
Sin embargo era aquel que dominaba todo el universo. La majestad divina le pertenecía. Por medio de él todas las cosas habían sido creadas y subsistían. Así fue el Dios que vino al mundo tomando la forma de un hombre pobre, de un siervo. Los zorros tienen guaridas y los pájaros nidos, pero él, su Creador, no tuvo casa, ni un lugar “dónde recostar su cabeza” (Lucas 9:58).
No dejó de buscar el bien de los hombres, trabajó por ellos, lloró con ellos y les enseñó. No hizo nada para su beneficio personal. Toda su vida fue un total renunciamiento. Se humilló hasta tomar el último lugar entre los hombres, y murió “por nuestros pecados”, cumpliendo así las Escrituras que daban testimonio por adelantado de él mismo (Lucas 24:27). Fue despreciado, humillado hasta el final, pero siempre hizo la voluntad de su Dios.
Leamos los evangelios para verlo vivir, escucharlo hablar y recibirlo como Salvador. Solo entonces podremos seguirlo y ser transformados a su semejanza (2 Corintios 3:18).

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martes, 26 de diciembre de 2017

¿QUÉ REPRESENTA LA NAVIDAD?

 
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.
1 Timoteo 1:15
Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.
Lucas 2:11
 
 
En el siglo 4, el emperador romano Constantino se convirtió en un gran protector del cristianismo. Desde entonces, los poderes políticos y religiosos trataron de cristianizar las fiestas paganas. Por ello el nacimiento de Jesús fue celebrado el día de la fiesta del solsticio de invierno, fijada en aquella época el 25 de diciembre. Esta celebración y esta fecha no tienen ningún fundamento bíblico.
Pero la persona de Jesús evidentemente es muy amada por cada cristiano. Más de siete siglos antes de su nacimiento, el profeta Isaías había anunciado: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (Dios con nosotros)” (Isaías 7:14). Y de ese niño, que fue acostado en un pesebre cuando nació, también dice: “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable... Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).
El día de Navidad debería recordar la noticia de gran gozo anunciada a los pastores de Belén: “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (vea Lucas 2:8-20). Que Dios nos conceda recibir este maravilloso mensaje: Dios vino a vivir entre los hombres. Jesús, el divino Salvador, en su humillación descendió a la tierra como un niño. Su vida perfecta, su muerte en una cruz por nosotros, y su resurrección, ¡todo esto debería ser un tema de paz, de gozo, de esperanza y de adoración, pero no un día, sino todos los días del año!
“¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Corintios 9:15).

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lunes, 25 de diciembre de 2017

ACOSTADO EN UN PESEBRE

 
Dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Había pastores en la misma región... El ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy... un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Lucas 2:7-12
 
 
Para muchas personas, la palabra “pesebre” evoca la Navidad. El pesebre es una especie de cajón donde los animales comen. Allí fue donde acostaron al niño Jesús cuando nació, pues no había lugar para él en el mesón (albergue para viajeros con sus animales). Un pesebre es un lugar muy insólito para acostar a un recién nacido. ¡Qué acogida para el Salvador del mundo cuando llegó a la tierra para acercarse a la humanidad!
Así dice la Biblia: “Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9). Desde su nacimiento fue rechazado por los hombres. Toda su vida fue el blanco de la hostilidad de aquellos a quienes amaba y venía a salvar. Al final, para deshacerse de Jesús, los hombres lo clavaron en una cruz, pero Dios lo resucitó y lo llevó al cielo.
Hecho extraordinario: a los seres humanos que lo recibieron tan mal, Jesús ofrece un lugar junto a él en su cielo. A pesar de la manera en que fue tratado, Jesús declara: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). No lo acogimos en la tierra, ¡pero él nos abre su cielo!
“El ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús” (Lucas 1:30-31).

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domingo, 24 de diciembre de 2017

ARTÍFICES DE PAZ

 
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Romanos 5:1
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Mateo 5:9
 
 
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz...!” (Lucas 2:14). Ese fue el cántico que los ángeles entonaron cuando Jesús nació. Pero el Príncipe de la paz fue rechazado, ¡y la humanidad sigue esperando esta paz! En nuestro entorno, la enemistad entre los hombres se manifiesta diariamente: disputas entre vecinos, entre esposos, entre herederos, entre compañeros... ¡Y cuántos conflictos económicos, guerras civiles, guerras entre naciones, entre etnias, entre religiones...!
Si nos sentimos desarmados ante los grandes problemas políticos, nos gustaría al menos establecer un clima de paz entre los que nos rodean. Pero, ¿cómo estar en paz con mis familiares y amigos si estoy lleno de tensiones interiores? Y finalmente, ¿cómo estar en paz conmigo mismo, si no estoy en paz con Dios?
Pues bien, hoy Dios nos ofrece esta paz. Fue rechazada por el mundo en general cuando Jesús vino a la tierra, pero ahora está a disposición de todo el que lo recibe en su corazón. El Señor nos invita a cada uno de nosotros a ir a él tal como somos, con nuestros pecados, nuestros conflictos, nuestras amarguras, para recibir la paz con Dios. Solo entonces podremos ser una fuente de paz entre los hombres. Reflejando a Cristo, a través de una humilde búsqueda de su voluntad, seremos verdaderamente artífices de paz.
Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27).

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jueves, 21 de diciembre de 2017

DIOS ES FIEL

 
Bienaventurado el varón que... ni en silla de escarnecedores se ha sentado.
Salmo 1:1
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Gálatas 6:7
 
 
Erino Dapozzo (1907-1974) era un cristiano convencido. Trabajaba como obrero en una construcción. Debido a su fe, era el blanco de muchas burlas por parte de sus compañeros. Su patrón, sobre todo, no tenía ningún respeto hacia Dios, y no perdía una ocasión para afirmarlo. Un día muy frío llegó en una camioneta a recoger a sus obreros. Todos se dieron prisa a tomar un lugar en la cabina, pero faltaba un lugar... El jefe señaló el volquete a Dapozzo y dijo, burlándose: «¡Tu Dios te calentará!».
Nuestro amigo se sentó en el lugar asignado, y el vehículo arrancó. El trayecto iba a durar más de media hora, Dapozzo temblaba de frío bajo la mirada burlona de sus compañeros, quienes pensaban: «¿De qué le sirve su fe? Nosotros, al menos, estamos protegidos, podemos calentarnos».
Pero al cabo de un rato, la camioneta llegó al borde de un río y tuvo que tomar un puente provisional. El chófer hizo una falsa maniobra, la camioneta resbaló, chocó contra el parapeto y cayó al agua... Los obreros no tuvieron tiempo para salir de la cabina, todos murieron. Dapozzo, lanzado bruscamente al río, nadó con todas sus fuerzas para alcanzar la orilla. Cuando llegó a tierra, ¡pudo calentarse! Fue el único sobreviviente.
Amigos cristianos, no temamos levantar nuestra bandera. Incluso si a primera vista parece que la fe pierde la batalla, Dios siempre tendrá la última palabra. Él prepara la liberación para los que depositan su confianza en él. ¡Es un Dios fiel!

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miércoles, 20 de diciembre de 2017

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

 
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Mateo 6:11-13
 
 
Las prioridades están claras: primero el honor y los intereses de Dios, luego nuestras necesidades: dánoslo... perdónanos... líbranos. Dependemos de Dios para todo. No es en primer lugar por nuestras propias fuerzas que obtenemos el alimento necesario, sino porque Dios actúa. ¡Y lo hace ya con el simple hecho de darnos la vida cada instante!
Si nuestro cuerpo necesita alimento, nuestra alma también. Para el alma, el pan es la Palabra de Dios. Además de nutrirse, nuestra alma necesita ser perdonada. Dios perdona nuestras deudas, pero no podemos pedir a Dios su perdón sin perdonar, al mismo tiempo, a aquellos que nos ofendieron.
“No nos metas en tentación”. A menudo en nuestras oraciones olvidamos esta última petición, sin embargo es muy importante. Ser guardados de la tentación es ser preservados de todo aquello que nos hace salir del camino que Dios quiere para nosotros. Pero a veces Dios permite la prueba para fortalecer nuestra fe. También añadimos a nuestra oración: “Líbranos del mal”. Esta petición brota del corazón con los acentos de una fe victoriosa, pues pedimos un beneficio ya ganado por la victoria de Jesús. ¡Fue una victoria sobre el mal, el tentador y el mundo! Incluso si todavía hemos de pasar por el sufrimiento, la enfermedad, y si a veces cedemos ante el pecado, estamos seguros de que el mal no tendrá la última palabra. ¡Jesús lo venció!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

martes, 19 de diciembre de 2017

NUESTRAS OFRENDAS: ¿CUÁNTO O CÓMO?

 
De hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.
Hebreos 13:16
Al Señor presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.
Proverbios 19:17
Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante.
Marcos 12:41-42
 
 Marcos 12:41-44
 
 
Jesús estaba sentado cerca del arca de la ofrenda, es decir, del lugar donde cada uno dejaba su ofrenda. Con su mirada penetrante que escruta todo y a todos, observaba no cuánto, sino cómo daba cada uno. Una viuda pobre se acercó y echó dos monedas, todo lo que le quedaba para su sustento.
Entonces el Señor llamó a sus discípulos y les comentó lo que acababa de ver. ¡Ah, qué ofrenda tan especial! El hecho de que diese “todo lo que tenía” probó no solo el amor que sentía por Dios y su casa, sino también la total confianza que depositaba en Dios para que supliese sus necesidades (lea también 1 Reyes 17:7-16). Echando en el arca todo lo que tenía, solo dependía de él.
Lo que el Señor considera, no es tanto lo que cada uno da, sino más bien lo que cada uno guarda para sí mismo. ¡Qué consuelo para todos los que no pueden dar mucho! (2 Corintios 8:12). ¡Cuántas monedas tienen más valor para Dios que grandes fortunas, pues él está atento al verdadero valor de nuestras ofrendas!
Confiemos, pues, en Dios. Él sabrá recompensar más allá de toda medida, tal vez ya en este mundo y ciertamente en el cielo, los mínimos sacrificios que con fe y amor hagamos por él.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

sábado, 16 de diciembre de 2017

NO HAY EXCUSA

 
(Alguien preguntó a Jesús:) Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.
Lucas 13:23-24
Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo.
Hechos 16:31
 
 
Una persona a la que estaba hablando del Evangelio me respondió: «Hay tantos hipócritas entre los cristianos que no quiero parecerme a ellos; prefiero seguir siendo lo que soy».
Esta no es la única persona que piensa así. Desgraciadamente, entre los que dicen ser cristianos hay muchos hipócritas. Pero este es un pretexto muy pobre para dejar de lado el Evangelio, ya que este trata temas de una importancia capital que no podemos eludir. ¿Realmente la hipocresía de algunos cristianos lo exime de afrontar los temas que trata el Evangelio? ¿Cree que estos no le conciernen? ¿Lo libera de su responsabilidad? ¡De ninguna manera!
El hecho mismo de que algunas personas quieran hacerse pasar por cristianos muestra el valor que atribuyen a una vida cristiana auténtica. Por ejemplo, nunca hemos visto una moneda falsa de muy poco valor. ¿Quién querría imitar una moneda así? Se imita lo que tiene valor, monedas de oro, billetes de banco. ¿Botaría usted todos sus billetes de veinte dólares so pretexto de que encontró uno falso?
Así, constatando que entre los cristianos hay hipócritas, usted se equivoca al concluir que la fe cristiana no es para usted. Si hay falsos cristianos, tiene que haber verdaderos. No ponga su mirada en los cristianos, sino en Cristo, quien nos dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6).

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viernes, 15 de diciembre de 2017

EL MIMETISMO

 
Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
Mateo 7:13-14
 
 
Esta facultad es muy conocida en el mundo animal, donde ciertas especies tienen la capacidad de mimetizarse en su entorno, sobre todo para escapar de sus predadores. El camaleón puede cambiar de color, algunas mariposas modifican su forma para disimularse en su entorno.
También existe un mimetismo del comportamiento, una tendencia a reproducir una manera de ser. Este deseo natural de no querer ser diferentes, sino al contrario, de preferir fusionarse en un colectivo, es particularmente visible entre los hombres, cuando hay un partido, una manifestación política...
Ese mimetismo también existe en el plano espiritual: hace pocos años, muchas personas frecuentaban los servicios religiosos para «ser como todo el mundo». Ahora los que acuden a un lugar de culto a menudo son pocos y a veces son discriminados.
En el versículo de hoy, la Biblia nos advierte sobre los peligros de la imitación de la mayoría. En ello hay una aparente seguridad y alguna facilidad, ¿pero a dónde nos conduce? No tengamos miedo de rechazar las formas de pensar de nuestros contemporáneos y los objetivos que persiguen; no temamos ser diferentes. Cristo nos invita a seguirle solo a él; él dijo: “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11). La “puerta” del Evangelio puede parecer más estrecha hoy que ayer, pero todavía conduce a la vida. Lo que cuenta es obedecer lo que Dios nos dice en su Palabra.

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miércoles, 13 de diciembre de 2017

JESÚS ES DIOS

 
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados.
2 Corintios 5:19
Cristo... es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos.
Romanos 9:5
 
 
¿Quién puede declararlo? Ciertamente, no puede hacerlo una autoridad humana. Jesús no se hizo Dios. Lo era desde su nacimiento. El ángel dijo a María: “El Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35). Es un misterio: “Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16). Jesús es Dios y vino en forma de un hombre sin pecado para acercarse a su criatura, la cual no tenía relación con él debido al pecado. La Biblia nos muestra esta maravillosa persona que vino a visitarnos en una humildad extrema. No había “parecer en él” para que le deseásemos, fue “despreciado y desechado entre los hombres” (Isaías 53:2-3), pero hacía resaltar su gloria de Hijo de Dios.
Una vez, en medio de la tempestad, dormía en la parte trasera de una barca como alguien cansado. Despertado por los que estaban con él, calmó el viento con el poder de aquel que “encerró los vientos en sus puños” (Marcos 4:35-41; Proverbios 30:4).
Jesús no poseía ningún bien material en la tierra, pero tenía toda la creación a su disposición. No tenía una moneda para pagar el impuesto, pero dijo a Pedro: “Ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero” (Mateo 17:27). Él mismo declaró ante los que le contradecían: “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58).
Crucificado por los hombres, tenía el poder de dejar su vida y de volverla a tomar (Juan 10:17-18). Y por último “fue declarado Hijo de Dios” mediante la resurrección (Romanos 1:4).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

martes, 12 de diciembre de 2017

DIOS NOS VE

 
¿Se ocultará alguno, dice el Señor, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice el Señor, el cielo y la tierra?
Jeremías 23:24
Dios conoce vuestros corazones.
Lucas 16:15
 
 
¡Qué misterio es la mirada del Dios vivo! Ella lo cubre, lo penetra todo, desde la inmensidad del universo hasta los lugares más secretos de nuestra mente. Él ve lo que motiva nuestras expresiones, nuestras actitudes, lee en nuestros corazones. Distingue la expresión de la intención, la máscara de lo real. Discierne nuestras motivaciones más escondidas, nuestros pensamientos más íntimos. ¿Cuál es nuestra reacción a esa mirada de Dios? Podemos tratar de huir de él, de no pensar en él, o vivir como si no existiese, negar incluso su existencia.
Al contrario, si conocemos su amor redentor, podemos buscar la mirada de Dios, es decir, tratar de vivir de una forma que le agrade, estando atentos a lo que él nos dice en la Biblia. Pues sabemos que Dios nos mira con bondad. Podemos dejar todo en sus manos: nuestras alegrías, tristezas e inquietudes. Pero escuchemos también a nuestra conciencia. Si nos reprocha tal palabra o acción, digámoselo a Dios y pidámosle su ayuda para corregirnos.
Dios ve el mal y lo juzga, pero “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados” (1 Juan 1:9). La mirada de Dios no me descubre ante los demás. Es una mirada protectora que previene del peligro. Ser visto por él no significa ser juzgado, al contrario, significa ser amado y protegido. Cuanto más conozcamos a Dios, tanto más desearemos vivir bajo su mirada, por la fe.
Dios “ama la rectitud, y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados” (Salmo 37:28).
 
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

sábado, 9 de diciembre de 2017

DIOS ES LUZ

 
Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
1 Juan 1:5
Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Juan 8:12
 
 
“Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él”. Tales palabras recuerdan la gloria de Dios, la pureza intrínseca, absoluta e inalterable de su naturaleza. Demuestran su exigencia de claridad y de verdad. Nos dan la esperanza de tener un conocimiento perfecto (1 Corintios 13:12), pero también denuncian toda pretensión de presentarnos ante Dios con nuestros pecados. Dios es santo, perfecto, libre de todo mal, de toda sombra. Nuestro gozo y nuestra comunión con él están ligados al hecho de que él es luz porque ilumina nuestra conciencia para mostrarnos aquello de lo cual debe ser purificada.
La luz manifiesta todo (Efesios 5:13). En la luz de Dios, mi corazón revela su fealdad; no soy tal como me veía con satisfacción, ni como me muestro ante los demás. ¡Terrible descubrimiento! Nadie puede mantenerse en esta luz, bajo su poder penetrante (Salmo 139), si no está al abrigo de Jesús.
“Dios es luz” y desea que los hombres tengan un lugar en “la luz”, en comunión con él, el “Dios bendito” (1 Timoteo 1:11). En el mundo físico, la luz se ve, es activa, brilla. De la misma manera, Dios se ha revelado, se dio a conocer. Obra sin cesar mediante su Espíritu para producir y mantener la vida. Derrama sobre sus hijos todas sus bendiciones (Santiago 1:17), ilumina sus corazones para mostrarles su gloria en la persona de Jesucristo (2 Corintios 4:6).


© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

viernes, 8 de diciembre de 2017

DIOS SALVA

 
Yo el Señor soy Salvador tuyo y Redentor tuyo.
Isaías 49:26
Nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad.
Tito 2:13-14
 
 
Dios es salvador. Igual que un hilo dorado, esta expresión atraviesa toda la Biblia. Da testimonio de toda la gracia, de todo el amor de Dios.
Decir que Dios salva es decir que libera del pecado y del juicio. La esclavitud del pecado puede ser descrita como esa fuerza de egoísmo que nos impide someternos a Dios y nos encierra en nosotros mismos. El pecado nos separa de Dios y pesa sobre nuestra conciencia. Desde Adán, caracteriza a cada uno de nosotros. ¡Cuántas veces, apenas pronunciamos una palabra, nos arrepentimos de haberla dicho! ¡De cuántas acciones sentimos vergüenza, y cuántas situaciones hay que nos gustaría cambiar...! ¡Pero hay una buena noticia! Dios quiere salvarnos de todo lo que nos encadena y perturba nuestra conciencia. Nos salva del pecado.
¿Cómo hace Dios para salvarnos? Lo hace mediante su Hijo Jesucristo. “El Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo” (1 Juan 4:14). No es el Salvador de la «gente buena», de aquellos que tienen una buena reputación moral, sino que es el Salvador de todo el mundo, de las personas de todo pueblo y condición.
En hebreo, el nombre de “Jesús” significa Dios salva. Jesús no solo fue enviado para anunciar esta liberación, sino que él mismo es esa salvación, él mismo es el Salvador.
Dios quiere salvarnos, pero no lo hace sin nuestra aceptación consciente. Nosotros debemos responder a su oferta recibiendo al Señor Jesús.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

lunes, 27 de noviembre de 2017

COMO SALVADOR O COMO LADRÓN

 
El día del Señor vendrá así como ladrón en la noche... Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón... Seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.
1 Tesalonicenses 5:2-10
Esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.
Filipenses 3:20
 
 
El Señor Jesús volverá pronto. Su regreso, que tendrá lugar en dos etapas distintas, es presentado bajo dos caracteres diferentes: vendrá como el “Salvador” esperado o “como ladrón”.
La venida de un ladrón tiene tres caracteres: es indeseada, inesperada, y empobrece a quien recibe su visita. ¡Qué contraste con la manera en la que el Señor Jesús vendrá por los suyos!
Es deseado: el apóstol Pedro nos dice que, aunque no lo hayamos visto, lo amamos y nos alegramos “con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:8). Pablo habla de “los que aman su venida” (2 Timoteo 4:8) y de nuestra “esperanza bienaventurada” (Tito 2:13).
Es esperado: los que tienen fe en su promesa son llamados “los que le esperan” (Hebreos 9:28). A los burlones que les dicen: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?”, les responden con las Santas Escrituras: “El Señor no retarda su promesa” (2 Pedro 3:4, 9).
Enriquecerá a los suyos: Cristo los revestirá con un nuevo cuerpo, semejante al “cuerpo de la gloria suya” (Filipenses 3:21); los hará entrar en posesión de su herencia eterna (Filipenses 3:20-21; Hebreos 9:15).

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domingo, 26 de noviembre de 2017

CREER ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE

 
Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.
Hebreos 9:27
He puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas.
Deuteronomio 30:19
 
 
Hace algunos años, en una ciudad de Guinea Ecuatorial fue publicada una ley que ordenaba que todos los edificios ubicados a lo largo de las calles principales fuesen construidos en cemento y que tuviesen al menos dos pisos. Los propietarios de las casas que no cumplían la norma fueron advertidos y sus viviendas fueron marcadas con una gran X roja. Algunos arreglaron un poco su casa y plantaron flores al frente, otros no hicieron nada... Pensaban que la demolición nunca llegaría.
Pero un día, sin preaviso, bajo la orden del gobierno, una excavadora llegó para demoler las casas que estaban marcadas con la X, incluso aquellas que habían sido mejoradas o adornadas con flores.
Hagamos un paralelismo con lo que la Biblia dice de los hombres: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). La condenación está decretada sobre cada una de las personas que no están en regla con Dios. Muchos piensan que pueden mejorar su vida siendo amables, yendo a la iglesia, haciendo oraciones y buenas obras. Otros desatienden la advertencia, o no creen que la sentencia pueda ser ejecutada. Después de todo, ¿quién querría condenar a gente buena?
Sin embargo Dios tiene ciertas exigencias. Como todos pecamos, todos deberíamos estar lejos de él eternamente. Pero Dios envió a su Hijo Jesucristo para que llevase el castigo por nuestros pecados y diese una vida nueva a aquellos que creen en él. ¡Junto a él usted puede reconstruir su vida, aún hoy!

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sábado, 25 de noviembre de 2017

¿ES USTED EL PROPIETARIO?

 
Regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
Lucas 10:20
 
 
Se cuenta que Voltaire, el célebre filósofo antirreligioso, quiso divertir a los invitados durante un banquete, exclamando: «¡Vendo mi lugar en el paraíso por una moneda!».
Después de un largo silencio, alguien se levantó y dijo: «Señor, toda persona que quiere vender algo primero tiene que probar que efectivamente es el propietario de ello. Si me muestra el título de propiedad que confirma que usted tiene un lugar en el paraíso, lo compraré por el dinero que pida». Voltaire, cuya inteligencia normalmente tenía respuesta para todo, se quedó en silencio.
Esta broma provocadora muestra que su autor estaba preocupado por lo que hay más allá de la muerte, y que no tenía ninguna seguridad con respecto al asunto.
Por el contrario, el que cree que Dios nos habla por medio de la Biblia, sabe en qué apoyarse. No puede poner en duda las palabras de Jesús. Sabe que hay un lugar preparado para él en el cielo. Antes de morir, Jesús dijo a sus discípulos: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay... voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:2). ¡Y pagó el precio por ello! El apóstol Pedro recuerda que fuimos “rescatados... con la sangre preciosa de Cristo” (1 Pedro 1:18-19).
Al evocar su muerte, el apóstol Pablo expresa el deseo de dejar la vida terrenal y de “estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Filipenses 1:23). Para el creyente, la seguridad de ocupar un día el lugar que le está preparado en el cielo es de un valor inestimable. Esta misma esperanza es ofrecida a usted una vez más de forma gratuita. ¡También puede ser suya!

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miércoles, 22 de noviembre de 2017

¿DE DÓNDE VIENE NUESTRO VALOR?

 
No temas... yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú... a mis ojos fuiste de gran estima... y yo te amé.
Isaías 43:1, 4
 
 
El director de una clínica psiquiátrica, en Alemania, denuncia unas treinta ideas falsas que creemos ser ciertas y que, en cierta medida, condicionan nuestras decisiones. Una de ellas concierne a nuestra capacidad y al éxito. «Mucha gente, escribe, cree que su valor depende de sus capacidades en uno u otro ámbito. Cuando tienen que enfrentarse al fracaso, pueden llegar hasta el suicidio».
Desde el punto de vista económico, decir que el valor de una persona depende únicamente de sus capacidades en el trabajo puede parecer pertinente. Pero es dejar de lado otras cualidades como la sinceridad, el dominio propio, la honestidad, la humildad, etc. ¡Todos estos aspectos también participan en el éxito tanto individual como colectivo!
Sea como fuere, el mensaje de la Biblia es completamente diferente. Nos dice que nuestro valor no proviene de lo que hacemos, sino que nos es dado por Dios. Somos valiosos ante sus ojos porque él nos ama. Nos ama tanto que dio a su Hijo unigénito para salvarnos. Y si aceptamos ese don de Dios, si creemos en el Señor Jesús, somos adoptados por Dios. Nuestro valor no viene de nuestras capacidades, de nuestras cualidades naturales, sino del hecho de ser hijos e hijas del Dios de amor. Nuestra dignidad no está basada en la mirada del prójimo, sino en el hecho misterioso y extraordinario de haber sido amados, creados y redimidos por Dios.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo... en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo” (Efesios 1:3, 5).

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lunes, 20 de noviembre de 2017

SU PRESENCIA ADMIRABLEMENTE FIEL

 
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.
Salmo 23:4
 
 
«Desde que tengo memoria de ello, creo en Aquel cuya presencia es admirablemente fiel. Esta presencia que me acompaña a pesar de mis preguntas, mis dudas, mi ingratitud, es la del Dios creador y redentor, del Resucitado vencedor de la muerte.
Lo que la ciencia nos aporta sobre el universo, sobre nuestros cromosomas, no pone en duda mi fe en Jesucristo. Cuanto más leo, cuanto más escucho a aquellos que me ayudan a comprender el mundo, más claro me parece el hecho de que la fe, que comparto con millones de hombres y mujeres de ayer y de hoy, es un regalo de Dios. Creo en Dios porque viví y vivo del gozo que va unido al agradecimiento por sus dones. Ese gozo no pone trabas a la conciencia de mi debilidad. Mi confianza reside en la compasión y en la fidelidad del Redentor. Sin embargo, cuanto más creo en la fidelidad divina, menos digna me creo de ella. Mi fe a menudo es tan pequeña... Tengo la impresión de dar a Dios tan solo un consentimiento en migajas...
Creo que he podido confiar totalmente en Dios solo en medio del sufrimiento. Sufrimiento agudo ante el dolor de aquellos a quienes amamos, sin poder ayudarles. Entonces, toda sabiduría humana es irrisoria. En esos momentos solo podemos hallar la paz en el amor de Cristo, al aceptar seguirlo allí donde nos precede.
¡Señor, abre mi corazón al verdadero amor, y hágase según tu voluntad!».
Michèle M.
“El Señor es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré” (Salmo 28:7).

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viernes, 17 de noviembre de 2017

SORPRENDIDOS POR DIOS

 
Así asombrará él a muchas naciones.
Isaías 52:15
Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina.
Mateo 7:28
 
 
A los niños les encantan las sorpresas, los adultos las aprecian menos, pues les gustaría que todo llegase como fue previsto, deseado. Efectivamente, a veces hay malas sorpresas: la noticia de un accidente, de una enfermedad... pero también hay buenas sorpresas.
«Dios siempre es imprevisible, sorprendente», escribió André Frossard, escritor francés. Ante esta sorpresa, este asombro ante la acción divina, algunos se alejan y otros, por el contrario, se abren a la fe y adoran.
John Newton es el compositor del célebre cántico: «Amazing grace»: «¡Maravillosa gracia!», compuesto para el día de Año Nuevo de 1773. Él mismo pudo decir: «¡Era perdido y fui hallado! ¡Fui ciego y ahora veo!». Su conversión fue un cambio total. Como marinero, participaba en el mercado de esclavos. Durante una fuerte tempestad, aterrorizado, imploró la ayuda de Dios. Este hecho lo llevó a convertirse. Luego abandonó la marina para servir al Señor.
Sorpresa en la conversión, cuando vamos a Dios. A menudo las lágrimas corren por nuestras mejillas ante lo que durante tanto tiempo permaneció oculto.
Tenemos sorpresas a lo largo de nuestra vida: a veces al descubrir un versículo de la Biblia en el que nunca nos habíamos fijado o cuando somos testigos de las respuestas de Dios, que nos sobrepasan y nos llevan a adorar.
La vida cristiana no transcurre sin imprevistos ni novedades. Es un camino en el que aprendemos de mil maneras a conocer el amor de Dios, es “como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18).

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martes, 14 de noviembre de 2017

DIOS SE DA A CONOCER

 
¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?
Job 11:7
Yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo el Señor, y fuera de mí no hay quien salve.
Isaías 43:10-11
 
 
Pretender descubrir a Dios mediante su propia inteligencia, ¿no es hacerse igual a Dios, o incluso ponerse por encima de él para juzgar quién es? Sin embargo, muchas personas se niegan a reconocer que por encima de ellas hay un Dios al que no pueden representarse. ¡Es una actitud ilógica y pretenciosa! ¿Qué diríamos de alguien que, teniendo una balanza que solo permite pesar un kilo, afirma que no es posible que existan objetos que pesen una tonelada?
El hombre no puede descubrir a Dios a menos que Dios se le revele. Sin esto solo puede construir teorías que corresponden a su condición moral, a su disposición natural, a la época en la que vive o a las influencias a las que ha sido expuesto... Esto, obviamente, va a variar de un individuo a otro. Cada uno se crea un dios a su imagen, de ahí viene la extrema diversidad de religiones y culturas.
A través de la creación, Dios se da a conocer mediante su poder y su sabiduría infinitos. Fue él quien puso al hombre en el inmenso universo, y más particularmente en este marco maravilloso que constituye la naturaleza. Desde hace siglos, Dios se da a conocer mediante las revelaciones que hizo escribir y que componen la Biblia. Ella nos habla de un Dios que se interesa en nuestros actos, palabras y pensamientos, y que conoce nuestras aspiraciones más profundas. Él es demasiado grande para que podamos descubrirlo por nosotros mismos.
Se dio a conocer en Jesucristo, su Hijo, suprema revelación de Dios.

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viernes, 10 de noviembre de 2017

¿POR QUÉ DIOS PERMANECE SILENCIOSO?

 
¿Por qué dices... de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es el Señor, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
Isaías 40:27-28
¿Por qué contiendes contra él? Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones.
Job 33:13
 
 
A veces definimos el silencio como el hecho de no hablar, de no expresar nada. De ahí sale la amalgama demasiado rápida: silencio igual a ausencia; y muchos piensan: «Dios calla, por lo tanto no existe». Otros se hacen sinceramente la pregunta: «¿Por qué Dios permanece callado?».
Efectivamente, Dios no nos explica todo. Quizás usted haya subido a un avión, pero muy pocos de nosotros han tenido el permiso para entrar en la torre de control del aeropuerto, donde los controladores aéreos guían los movimientos de los aviones, los despegues y los aterrizajes. No podemos estar en el lugar donde se deciden esos desplazamientos, ni saber por qué, cuándo y cómo son dirigidos aquí o allí. Sabemos que es en esa torre, a la que no tenemos acceso, donde se decide todo. Solo los controladores conocen las razones de las idas y venidas de cada avión. En esa torre residen los porqués, las explicaciones a los movimientos de cada uno de los aviones.
Nosotros, los seres humanos, no estamos admitidos en la «torre de control» de Dios. No se nos comunican los porqués y para qué, las causas primeras de todo, las razones profundas de tal deceso, de tal accidente o de tal separación. No nos desanimemos ni nos culpabilicemos ante el silencio de Dios en la prueba. Él nos dice todo lo que es bueno que sepamos. ¡Podemos confiar en él totalmente, pues nos ama!

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domingo, 5 de noviembre de 2017

EL CULPABLE ES NUESTRO CORAZÓN

 
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Ezequiel 36:26
Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
1 Juan 4:7
 
 
Un periodista describía un asesinato horrible y concluyó así su artículo: «¿Hasta dónde tendrá que llegar la decadencia en lo inhumano para que al fin tomemos conciencia que es tiempo de ser lúcido sobre la realidad de nuestra sociedad, sobre la realidad de nuestra ceguera?».
Y si reconocemos esta decadencia, ¿cuál es su origen y en qué nos concierne? Nuestro corazón es el culpable; Jesucristo dice: “Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). Es cierto que hay mucha buena voluntad y esfuerzos dignos de alabanza para tratar de frenar el desarrollo del mal y sus consecuencias. Nos alegra ver que estas actitudes existen, pero no pensemos que hay posibilidad alguna para mejorar el estado natural del corazón humano. La Palabra de Dios declara: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9). No es agradable oír esta constatación, pero cada uno de nosotros debe admitirla para su propio corazón.
¿Entonces no hay solución? ¡Sí! Dios, el Dios de amor, no deja a los hombres sin remedio. No nos propone esperar una mejoría de la humanidad en general, pero ofrece a cada uno un corazón nuevo. En su Palabra nos muestra que él hizo lo necesario para ello, al enviar a su Hijo Jesucristo para liberarnos. Al que cree en él como su Salvador, le ofrece una nueva vida y lo hace capaz de amar. ¡Pero es necesario aceptar su oferta con un corazón sincero!

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sábado, 4 de noviembre de 2017

NOS LLEGARÁ NUESTRO TURNO

 
No hay hombre que tenga... potestad sobre el día de la muerte.
Eclesiastés 8:8
Nuestro Salvador Jesucristo... quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio.
2 Timoteo 1:10
 
 
Marcos, inclinado hacia la tumba donde el ataúd de su padre acababa de ser puesto, permaneció silencioso. Luego se dirigió a mí y me dijo: «Nos llegará nuestro turno». Mi amigo había perdido a su mujer hacía algunos meses, y ese nuevo duelo confirmaba la solemne declaración de la Escritura: “No hay hombre que tenga... potestad sobre el día de la muerte”.
¿Cómo esperamos nosotros ese final de nuestra existencia terrenal? ¿Buscamos alejar de nuestros pensamientos la llegada de la muerte, tratando de distraernos y disfrutando de la vida? Cada uno de nosotros debe preguntarse: ¿Estoy listo para encontrar a Dios? ¿Recibí la vida que viene de Dios, la que Jesús comunica? Debido a nuestros pecados merecemos su juicio, pues “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Pero Jesús nos dice: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).
¿Ha reconocido su estado de culpabilidad ante Dios y ha aceptado el valor del sacrificio de Jesús en la cruz? ¡Hay que darse prisa; para cada uno de nosotros ya empezó la cuenta regresiva! ¡Sí, nuestro turno llegará!
Sin embargo, para los creyentes, la vida en la tierra puede terminar sin que llegue la muerte, pues esperamos el regreso del Señor Jesús, quien “transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya” (Filipenses 3:21).

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