viernes, 29 de diciembre de 2017

EL MUNDO, ¿UN ENEMIGO PARA EL HOMBRE?

 
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo... el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
1 Juan 2:15-17
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.
1 Timoteo 1:15
 
 
La historia del mundo es de guerras y conflictos. En todos los tiempos ha habido hombres que desean dominar por todos los medios. Hoy en día, a pesar de las apariencias, esa determinación es la misma.
Se evoca la globalización como una necesidad que conduce a eliminar los problemas mayores de la humanidad. Se piensa en curar males y sufrimientos exaltando la solidaridad universal, mientras sigue manifestándose el afán de dominar, siempre dispuesto a hacer la guerra, a matar. Unas pocas decisiones humanas, por más loables que sean, ¿podrán cambiar la cara del mundo? Satanás es su jefe, y los hombres son sus ejecutantes inconscientes.
Ya en el principio de la humanidad, un hombre, Caín, irritado contra su hermano, lo mató porque éste, al obrar más sabiamente, había sido del agrado de Dios, y no él. Desde entonces el corazón humano no ha cambiado, y el mundo sigue siendo un vivero de violencia. Dios declara en su Palabra: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo el Señor...” (Jeremías 17:9-10). Quizás usted piensa poder escapar de ese diagnóstico. A eso también Dios responde: “No hay diferencia, por cuanto todos pecaron” (Romanos 3:22-23), pero no se detiene en estas declaraciones. Él es el Dios Salvador y da a todo ser humano una esperanza viva que no está ligada a este mundo, sino a su corazón de Padre: dio a su Hijo Jesucristo para liberarnos del dominio del mal.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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