lunes, 30 de julio de 2012

LA IMPORTANCIA DE RESPETAR LA PRESENCIA DE DIOS


Recompensas divinas para los buscadores de la Presencia del Señor
Ritchie Pugliese
 
En 2 Reyes 4:8-11 leemos lo siguiente: “8 Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer.  9 Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios.  10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.  11 Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió.”

Para poder entender lo que Dios nos está diciendo en esta hora, es necesario que veamos a los personajes de este relato en forma figurativa o profética.

Por un lado tenemos al profeta Eliseo, el cual representa la presencia de Dios.  Por otro lado tenemos una mujer importante de la ciudad, no se conoce su nombre.  Ella representa al cristiano buscador de Dios.

La mujer sunamita era una persona que reconocía, respetaba y valoraba la Presencia de Dios.  Por ese motivo ella le dijo a su marido en el v.9 “Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios.”  Ella era una mujer bajo la cobertura de su esposo y reconocedora de la importancia de crear un espacio para la presencia de Dios, representada en la vida del profeta.  Por eso en v.10 dijo: “hagamos un aposento… para que se quede”

El ejemplo de la vida de la mujer sunamita, es un reflejo de lo que Dios esta buscando hoy de Su pueblo: Personas que preparen un espacio principal en sus vidas, para darle lugar a la presencia de Dios.  Así como la sunamita no se conformó con la visita del profeta, y quería que se quedara lo más que pudiera, así nosotros hoy podemos ser igual a ella, si creamos un espacio en nuestra vida para darle lugar a la presencia de Dios.  Ahora, ¿vio cuál fue el resultado de respetar la presencia de Dios?

En el v.13 leemos: “¿qué quieres que haga por ti?”
Siempre hay una recompensa para los buscadores de Dios.  El Señor les pregunta a ellos específicamente ¿qué quieres que haga por ti? ¿Sabremos cómo responder cuando Dios nos pregunte esto?

Parece, por lo que dice el relato, que la pregunta tomó por sorpresa a la mujer sunamita.  Ella simplemente respondió: “Yo habito en medio de mi pueblo.”, como diciendo “soy una más del pueblo”.  Eso lo pensaba ella, pero Dios no.  Él es galardonador de los que le buscan y le hacen espacio para que se mueva en sus vidas.

La sunamita a esta altura no parece una mujer de fe intrépida, que todo lo pide a su Dios.  Ella era una persona humilde, buscadora de Dios y de Su presencia.  A pesar de todo, se le profetiza que iba a tener un hijo pronto (v.16).  Ella era estéril y su esposo ya era viejo.  ¡¡Era la situación indicada para un milagro!!
El relato continúa diciendo que ella quedó embarazada y en el tiempo indicado tuvo a su hijo entre sus brazos.  ¡¡Todo era felicidad para esta buscadora de Dios!!  Ella tenía entre sus brazos a la bendición prometida de Dios!!

A partir del v.18 las cosas comenzaron a complicarse: “18 Y el niño creció.  Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores; 19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza!  Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre.  20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió.”

Imagínese usted la situación: ¡El hijo profetizado, el hijo nacido con el favor de Dios se había muerto!
¿Qué hizo la mujer sunamita?

Los vv.21-25 dicen lo siguiente: “21 Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió.  22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese.  23 Él dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo.  Y ella respondió: Paz.  24 Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere.  25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo.”

Ella hizo dos cosas:
1. Puso a su hijo muerto en el espacio que había creado para el profeta o la presencia de Dios.
2. Fue a buscar la ayuda del profeta, que representa la presencia de Dios.

Esta mujer sabia realmente lo que significaba la presencia de Dios.  Era cuestión de vida o muerte.  El relato continúa diciendo cómo Dios hizo resucitar al niño: “25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo.  Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita.  26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.  27 Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies.  Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado.  28 Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?  29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño.  30 Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.  31 El entonces se levantó y la siguió.  Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.  32 Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama.  33 Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová.  34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.  35 Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.  36 Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita.  Y él la llamó.  Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo.  37 Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.”

¡Gloria a Dios! El niño fue resucitado y todo volvió a la normalidad.

¿Qué podemos aprender del ejemplo de la mujer sunamita?

“Cuando hacemos lugar y creamos espacio para la Presencia de Dios, experimentaremos el poder RESUCITADOR de las promesas muertas de Dios”

Es probable que usted hoy se encuentre en una situación similar, donde luego de que Dios le prometió algo, y usted lo recibió, en un momento la bendición por una causa u otra desapareció.  Usted se quedó sin nada.  Recibió la bendición pero ésta se “murió en el camino”.  ¿Sabe algo? Dios en este día quiere hacer en su vida lo mismo que hizo en esta mujer buscadora de la presencia de Dios.  ¡Recíbalo en el Nombre de Jesús!

Respetar, valorar y hacer el espacio que Dios se merece en nuestras vidas tiene un alcance que aún no nos imaginamos, pero con lo que estamos viendo, estamos aprendiendo a conocer su alcance… pero aún hay más.  Más adelante, leyendo 2 Reyes 8:1-6 aparece en escena otra vez la mujer sunamita.  En los vv.1-2 leemos: “Habló Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo él había hecho vivir, diciendo: Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde puedas; porque Jehová ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años.  2 Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Dios le dijo; y se fue ella con su familia, y vivió en tierra de los filisteos siete años.”

Esta mujer era muy sensible a la presencia de Dios y a la guía del Espíritu de Dios.  Ella inmediatamente obedeció, dejando todo… no se si usted puede entender lo que está sucediendo... Esta mujer por seguir la guía del Espíritu Santo se quedó sin nada… perdió todo lo que tenía.  Ella perdió todo, no por desobediencia, sino por obediencia.  ¿Puede entender la diferencia?

En el v.3 leemos que ella volvió y fue a ver al rey para que le devolviesen lo que ella había dejado y le habían expropiado injustamente: “Y cuando habían pasado los siete años, la mujer volvió de la tierra de los filisteos; después salió para implorar al rey por su casa y por sus tierras.”

Por lo que leemos, no había manera humana de que le devolviesen lo que injustamente ella había perdido y ellos le habían quitado.

Aquí es donde comienza a suceder un evento sobrenatural, que se desata exclusivamente sobre los fieles buscadores de la Presencia de Dios.  Humanamente hablando, ella estaba “terminada”… pero Dios tiene recompensa para sus buscadores.  Si no me lo cree, lea lo que dice la Biblia en los vv.4-5: “Y había el rey hablado con Giezi, criado del varón de Dios, diciéndole: Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo.  5 Y mientras él estaba contando al rey cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí que la mujer, a cuyo hijo él había hecho vivir, vino para implorar al rey por su casa y por sus tierras.  Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir.”

Parece increíble, pero fue real.  Dios preparó la situación para que el rey fuera tocado por la presencia de Dios y le devolviese a la sunamita todo lo que había perdido en esos siete años.  El v.6 así lo relata: “Y preguntando el rey a la mujer, ella se lo contó.  Entonces el rey ordenó a un oficial, al cual dijo: Hazle devolver todas las cosas que eran suyas, y todos los frutos de sus tierras desde el día que dejó el país hasta ahora.”

¿Se imagina la alegría de esta mujer? Le devolvieron TODO, el cien por ciento de todo lo que había tenido que dejar injustamente.

Aquí aprendemos otra verdad impresionante: “Cuando hacemos lugar, y creamos espacio para la presencia de Dios, experimentaremos Su poder RESTAURADOR”

Es probable que usted, por obedecer a Dios, haya perdido muchas cosas o todo.  Se quedó sin nada injustamente.  ¿Sabe una cosa?  En esta hora el poder restaurador de Dios se ha soltado sobre su vida, y las circunstancias se acomodarán para que le sea devuelto todo, absolutamente todo de lo que tuvo que dejar o ha perdido injustamente.  ¡Aleluya!

¡Que glorioso lo que hemos visto, y que puede ser una realidad en nuestras vidas, si nos animamos como la mujer sunamita, a ser hombres y mujeres buscadores de la presencia de Dios!

miércoles, 25 de julio de 2012

SIEMPRE HABIA UN VACIO EN MI


A todos los sedientos… venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien… Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma…
Isaías 55:1-3
Edmílson, ese talentoso defensa de fútbol, da testimonio de su fe en Jesús: «Nací en una familia cristiana practicante y a menudo iba a la iglesia, pero siempre había un vacío en mí.  Desde mi infancia me gustó el fútbol.  Pasaba los días jugando, en la escuela o en la calle.  En el año 1991, por medio de mi hermano, entré en un pequeño club regional.  Poco después ese club pasó por un período muy difícil.  Era el final de mis sueños; entonces pensé abandonar mi carrera porque mis padres no disponían de los medios para ayudarme.  En 1993 conocí a Edson, otro jugador.  Me invitó a unas reuniones de deportistas cristianos.  Yo me excusaba diciendo que ya tenía mi religión, pero al mismo tiempo tenía curiosidad por saber cómo eran esas reuniones, por eso al fin acepté ir.
 Una tarde estábamos en el centro de formación del club.  Edson hablaba de Jesús a un grupo de jugadores, mientras el grupo de al lado jugaba a las cartas.  Yo me fui con los que jugaban a las cartas, pero escuchaba lo que Edson decía al otro grupo.  Algunos instantes después, sin ni siquiera darme cuenta, me junté al grupo que hablaba de la Biblia.  Esta vez, con un corazón sediento, escuché atentamente decir que Dios puede cambiar todas las situaciones».


© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

martes, 24 de julio de 2012

LA UNICA VOZ QUE DEBEMOS ESCUCHAR


Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.
1 Timoteo 1:15


¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra del Señor.
Jeremías 22:29
A través de los tiempos se han oído muchas voces, pero como siempre éstas son inciertas y a menudo se contradicen.  Sólo hay una voz “fiel y digna de ser recibida”: la de Dios, la cual es necesario escuchar y obedecer.
Cuando los israelitas rebeldes mordidos por las serpientes morían en el desierto (Números 21:5-9), sin duda se elevaron muchas voces para proponerles un remedio.  Pero sólo la voz de Dios indicaba la forma de salvación.  Ésta podía parecer ridícula, sin embargo para ser sanado sencillamente había que obedecer y mirar la serpiente de bronce que Moisés había colocado sobre un asta.
Cuando por medio del profeta Eliseo, Dios indicó a Naamán la forma de liberarse de su lepra (2 Reyes 5), ¡éste pensó que era una locura! Pero como había intentado todo en vano, por fin obedeció y fue sanado.
En el mar de Tiberias (Juan 21:1-7), unos hombres expertos en la pesca estuvieron pescando toda la noche sin ningún resultado.  Decepcionados, sacaron las redes del mar.  Entonces la voz de Jesús ordenó: “Echad la red a la derecha de la barca”.  ¡Y la red se llenó tanto de peces que no podían sacarla!
Quizás usted tomó conciencia de que, como todo ser humano, es pecador, y está buscando la paz con Dios.  Escuche Su voz que le dice: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).  ¡Es el único camino para obtener la salvación eterna!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

viernes, 20 de julio de 2012

AMIGO, ¿TIENES PREOCUPACIONES?


Sea cual sea la situación que estés viviendo, hoy simplemente me gustaría recordarte lo siguiente:
"Bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia, y protector de los que en él confían." Nahúm 1:7 (Nueva Versión Internacional)
"El diablo le puso a Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para hacernos pecar, sólo que Jesús nunca pecó.  Por eso, él puede entender que nos resulta difícil obedecer a Dios.  Así que, cuando tengamos alguna necesidad, acerquémonos con confianza al trono de Dios.  Él nos ayudará, porque es bueno y nos ama." Hebreos 4:15-16 (TLA)
Así que el día de hoy te animo a que "pongas tus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ti." 1 Pedro 5:7(TLA)

Recuerda lo que dijo Jesús: "No se preocupen por lo que pasará mañana.  Ya tendrán tiempo para eso.  Recuerden que ya tenemos bastante con los problemas de cada día." Mateo 6:34 (TLA)
También Jesús les dijo a sus discípulos: "No se preocupen.  Confíen en Dios y confíen también en mí." Juan 14:1 (TLA)
Mira lo que decía Pablo cuando le tocaba sufrir por causa del evangelio: "Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos.  Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma.  La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona.  Nos hacen caer, pero no nos destruyen." 2 Corintios 4:8-9 (TLA)
Si tienes muchas preocupaciones y necesitas ánimo para seguir, recuerda que "Dios va preparando todo para el bien de los que le aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan." Romanos 8:28 (TLA)

Hoy podemos decir como el salmista: "Aunque pase yo por grandes angustias, tú me darás vida; contra el furor de mis enemigos extenderás la mano: y tu mano derecha me pondrá a salvo!" Salmos 138:7 (NVI)
"Me alegro y me regocijo en tu amor, porque tú has visto mi aflicción y conoces las angustias de mi alma." Salmos 31:7 (NVI)

"A las montañas levanto mis ojos;
¿de dónde ha de venir mi ayuda?
Mi ayuda proviene del Señor,
creador del cielo y de la tierra."
Salmos 121:1-2 (NVI)
"¡Demos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Él es un Padre bueno y amoroso, y siempre nos ayuda.  Cuando tenemos dificultades, o cuando sufrimos, Dios nos ayuda para que podamos ayudar a los que sufren o tienen problemas." 2 Corintios 1:3-4 (TLA)

"No se preocupen por nada.  Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos.  Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo." 
Filipenses 4:6-7 (TLA)