sábado, 30 de septiembre de 2017

EL PAN DE VIDA

 
(Jesús dijo:) El pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo... Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Juan 6:33, 35
 
 
La víspera del día en que Jesús pronunció estas palabras, miles de personas habían podido comer hasta saciarse gracias a cinco panes y dos peces que un niño había traído y que Jesús había multiplicado. Jesús quiso hablarles de otro pan destinado a alimentar sus almas. El milagro que había hecho era la señal de una realidad espiritual, invisible. El pan partido y multiplicado revelaba la intención divina: que el hombre viva de lo que viene de Dios.
Todavía hoy, el hombre tiene hambre de paz, de reconciliación, de generosidad, de amor, de pureza. El éxito social no puede saciar esta hambre tan grande. Dicho sea de paso, este éxito a menudo se construye sobre la base de la rivalidad, la especulación o incluso el robo violento, lo que es muy grave.
Jesús lo sabe y se presenta a cada uno de nosotros como el pan de vida. ¿Cómo podemos alimentarnos de él? Simplemente creyendo en él, tratando de conocerlo mejor mediante la lectura de los evangelios, para poder imitarlo en nuestra vida diaria. La fe en Cristo, en su amor, en su muerte por nuestros pecados, nos da una nueva vida espiritual.
El hombre necesita alimentarse cada día; pero además de alimentarse para vivir, también necesita tener una razón de vivir. Alimentarse de Jesús, de sus palabras, contemplarlo en su incansable abnegación al servicio de todos, pensar en él, en su gloria, todo esto da un sentido y un valor a la vida y hace que se arraigue en el universo de Dios. Hallamos la energía divina para estar a su servicio y, mediante ello, al servicio de nuestro prójimo.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

jueves, 28 de septiembre de 2017

¿AGOBIADO POR FALTAS PASADAS?

 
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 1:9
 
 
Hay cargas que no podemos compartir con nadie. Las más pesadas son los tormentos que nos agobian por pecados incrustados en nuestra memoria. Si a las preocupaciones ordinarias de la vida añadimos las de esas faltas pasadas que nos obsesionan, la carga será demasiado pesada. Solo mediante la confesión podemos ser liberados de tal peso.
Todo pecado es primeramente un pecado contra Dios y debemos confesárselo. Las faltas cometidas contra una persona igualmente deben ser confesadas en privado a aquel a quien se ha ofendido. Los pecados cometidos en público, por ejemplo una calumnia, deben ser confesados públicamente.
Sin embargo, no es bueno que un sentimiento excesivo de culpabilidad nos lleve a confesar en público aquello que solo debería ser confesado a Dios y, si es el caso, a la persona con la que nos hemos comportado mal.
Cuando las cosas que cargaban nuestra conciencia han sido arregladas, la Biblia da muchas promesas como esta: “Nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones” (Hebreos 10:17). ¡Seríamos realmente insensatos si guardásemos en nuestra memoria aquello de lo que Dios nunca más se acordará! Por supuesto, nuestra mente no deja de funcionar, pero tenemos derecho a no volver a las faltas del pasado, pues nuestros pensamientos y nuestra conciencia tienen paz con respecto a ese tema.
“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño” (Salmo 32:1-2).

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martes, 26 de septiembre de 2017

¿TIENE GRANDES PREOCUPACIONES?

 
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Mateo 11:28
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:7
 
 
Tres versículos de la Biblia nos muestran cuál es la voluntad de Dios con respecto a nuestras cargas. Si bien: “Cada uno llevará su propia carga” (Gálatas 6:5), o también: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros” (Gálatas 6:2), lo más consolador es esto: “Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará” (Salmo 55:22). Siempre podemos hacer esto. ¡Dios no dice que llevará nuestra carga, sino que nos sostendrá a nosotros, y no únicamente nuestra carga!
Una carga no es necesariamente un pecado, sino todo lo que nos hace sufrir en nuestra vida, en la vida de nuestros familiares y amigos, en la de nuestros hermanos y hermanas en la fe... Sufrimientos de los cuales esperamos ser liberados. Si perdemos la paciencia, Satanás puede aprovecharse de ello para desanimarnos. No se trata de evitar las preocupaciones, sino de entregárselas al Señor. Entonces él nos dará la fuerza para soportarlas. (Lea otra vez los versículos del encabezamiento).
–¿Qué hacer? Echar sobre Dios toda nuestra preocupación.
–¿Cómo hacerlo? Mediante oraciones y súplicas.
–¿Por qué podemos hacerlo? Porque Dios cuida de nosotros.
Cada día podemos llevar a Dios todas nuestras preocupaciones, pequeñas o grandes, sean de tipo sentimental, familiar, profesional, etc. El Señor cuida de nosotros, podemos confiar en su bondad. No hay nada demasiado difícil para su poder (Jeremías 32:17), ni demasiado insignificante para su amor (Mateo 10:29-31).

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domingo, 24 de septiembre de 2017

LA BIBLIA Y EL TELÉFONO MÓVIL

 
Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
Salmo 119:105
 
 
¡Qué cambio habría en nuestra vida si utilizásemos nuestra Biblia como usamos nuestro teléfono móvil o celular! La tendríamos siempre con nosotros, a la mano, en nuestro bolso o bolsillo... No dudaríamos en ir a buscarla si la olvidásemos en la casa o en el trabajo. La consultaríamos varias veces al día para controlar la llegada de un mensaje o para responder. La emplearíamos si tuviésemos algún problema, sería nuestra ayuda. En caso de urgencia, nuestro primer reflejo sería consultarla.
Y, mucho mejor que nuestro teléfono, la Biblia siempre tiene una red o una línea disponible. Sus mensajes son de una actualidad sorprendente y se aplican directamente a situaciones cotidianas. También tienen palabras de verdad, de consuelo y esperanza:
“No temas, cree solamente” (Marcos 5:36).
“Ve con esta tu fuerza” (Jueces 6:14).
“Todos pecaron” (Romanos 3:23).
“La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).
“Bástate mi gracia” (2 Corintios 12:9).
“La dádiva de Dios es vida eterna” (Romanos 6:23).
“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
“Yo vengo pronto” (Apocalipsis 3:11).
“¿Quién nos separará del amor de Cristo?” (Romanos 8:35).
Nada “nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39).
¿Conoce el número corto para pedir rápidamente auxilio? Es el 5015: “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Salmo 50:15).

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sábado, 23 de septiembre de 2017

GENTE BRILLANTE

 
Yo soy la luz del mundo.
Juan 8:12
Vosotros sois la luz del mundo.
Mateo 5:14
Sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor.
Efesios 5:8-10
 
 
En la sociedad hay personas consideradas brillantes. Son inteligentes, cultas, tienen una opinión sobre cualquier tema y su compañía es apreciada. ¡Todos conocemos personas así, y quizás estemos un poco celosos de sus facultades intelectuales y de su brillantez!
Amigos cristianos, no tenemos ninguna razón para envidiar a estas personas, pues Dios también nos atribuye la facultad de brillar. Todos los hijos de Dios, sin excepción, todos aquellos que recibieron la vida divina mediante la fe en Jesucristo, son “luz en el Señor”. Sus cualidades personales no tienen ninguna importancia, pues la fuente de luz no está en ellos; solo reflejan la de Cristo. Solo él es “aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre” (Juan 1:9). En todos los detalles de su vida, Jesús manifestó esta luz compuesta de bondad, justicia y verdad. Al subir al cielo, dejó a los rescatados en la tierra como si fuesen espejos para reproducir sus cualidades.
Y esta pregunta es para cada uno de nosotros, cristianos: ¿Se puede ver en mi vida la luz de Jesucristo? Un espejo sucio y polvoriento no es eficaz. ¡No nos dejemos ensuciar por el mal ni invadir por el polvo de las malas costumbres! Escuchemos esta exhortación del apóstol Pablo: “Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:15).

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jueves, 21 de septiembre de 2017

LA HISTORIA TERMINA BIEN

 
Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Romanos 8:18
Dios nuestro Padre... nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia.
2 Tesalonicenses 2:16
 
 
Sonia estaba leyendo una historia en la que todo se ensaña contra el personaje principal, por eso se echó a llorar. Su hermano pasó a su lado y le dijo: –¿Estás leyendo ese libro? Es triste, pero no te preocupes, ¡todo termina bien! Sonia, aliviada, volvió a tomar el libro.
En la vida del cristiano hay momentos tristes en los que uno llora. Las pruebas son reales, y a menudo no vemos el final del túnel. ¡Pero no nos desanimemos! El que depositó su confianza en el Señor tiene una respuesta segura con respecto al final eterno de su vida. Puede estar seguro que «todo termina bien», pues Dios lo dice: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor... estas palabras son fieles y verdaderas” (Apocalipsis 21:4-5). Pero además sabemos que, desde ahora, el Señor está a nuestro lado tanto en los momentos felices como en los difíciles.
En el cielo estaremos a salvo por la eternidad. Entonces veremos maravillados cómo Dios dirigió los momentos más dolorosos de nuestra vida para nuestro bien. ¡Y su consuelo será eterno!
Sin embargo, si usted no cree en el Señor Jesús, el futuro eterno que Dios anuncia es muy diferente: morir “una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Pero quizá Dios quiere atraerle mediante las pruebas, llevarlo a confiar en Jesucristo. ¡Entonces su historia también tendrá un final feliz!

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miércoles, 20 de septiembre de 2017

LA AURORA BOREAL

 
... aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe... sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.
1 Pedro 1:6-7
 
 
Era una noche oscura, afuera reinaba un frío casi siberiano. Sin embargo, nuestros amigos finlandeses nos invitaron a que saliésemos: «Abríguense bien y salgan. ¡Vengan a ver algo espectacular!». Rápidamente nos abrigamos bien y salimos intrigados por lo que íbamos a ver. De repente el cielo se iluminó, como si se proyectasen potentes rayos láser. La luz iba y venía; era como una gigantesca cortina luminosa colgada de la bóveda celeste. ¡Estábamos maravillados! ¡Era una aurora boreal!
Ese espectáculo maravilloso nos hace pensar en lo que a veces sucede en nuestras vidas. Nos gustaría permanecer en nuestro confort, pero de repente nos encontramos en el frío de la prueba y la noche del sufrimiento. En vez de desanimarnos, ¡vayamos al Señor! Él es el Dios de gloria, el autor de todas las maravillas de la naturaleza, y el esplendor de las auroras boreales es una de ellas. Pero también creó otro tipo de belleza, una belleza de carácter moral, espiritual: el despliegue de su gracia, capaz de transformar en joyas de su amor vidas estropeadas por el pecado. Esta magnífica gracia no es efímera, sino que acompaña al creyente durante toda su vida.
Un cristiano, prisionero debido a su fe, dijo: «En medio del sufrimiento aprendemos a conocer a Jesús de una manera diferente que si estuviésemos en la abundancia. La prueba lleva sus frutos, de manera que nos damos cuenta del amor de Cristo aun más». En nuestras noches más profundas brilla con mayor resplandor la gracia del Señor.

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lunes, 18 de septiembre de 2017

CINCO PIEDRAS, CINCO PANES Y CINCO PALABRAS

 
David... escogió cinco piedras lisas del arroyo... y se fue hacia el filisteo.
1 Samuel 17:40
Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?
Juan 6:9
Prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.
1 Corintios 14:19
 
 
A menudo ponemos como pretexto nuestra falta de medios o de conocimiento para no cumplir un servicio para Dios. Tres ejemplos nos animan a no dar marcha atrás.
–David era un joven pastor; ¿qué podía hacer ante Goliat, quien se burlaba de Dios? No comparó su estatura con la del gigante, sino que era consciente de la grandeza de Dios y había experimentado su ayuda en otras ocasiones. Escogió, pues, cinco piedras en el torrente, pero una sola le bastó para matar con su honda al adversario: fue dirigida por la mano divina hacia el único defecto de la coraza.
–Miles de hombres y mujeres rodeaban a Jesús y a sus discípulos. Estos querían despedirlos, pues no había casi nada para comer. Pero no contaban con el poder de Jesús. Por mandato del Señor la multitud se sentó en la hierba, y asistieron al milagro de la multiplicación de los panes y de los peces que un muchacho había traído. ¡Todos quedaron saciados!
–Cinco palabras no es mucho para una predicación, sin embargo, si instruyen y animan, tendrán más impacto que un largo discurso.
Sentimos nuestra pequeñez ante las necesidades que vemos a nuestro alrededor, pero nuestro Dios lo sabe y nos dice, como dijo a Gedeón en otra época: “Ve con esta tu fuerza... ¿No te envío yo?” (Jueces 6:14), o como a Pablo: “Bástate mi gracia... mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).

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domingo, 17 de septiembre de 2017

ESCLAVO POR IGNORANCIA

Así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

Romanos 6:19

Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

Gálatas 5:1

Mucho tiempo después de la proclamación de la abolición oficial de la esclavitud en los Estados Unidos (1863), todavía había personas que creían que seguían siendo esclavas. Sus dueños habían tenido cuidado para evitar que se enterasen de la noticia de su liberación y así poder continuar explotándolos.
También existen cristianos que desconocen su libertad y permanecen bajo la esclavitud del pecado o bajo una ley.
Somos aún esclavos del pecado cuando ignoramos que gracias a la victoria de Cristo, el pecado ya no debe dominar sobre nosotros. Para salir de esta esclavitud (o de una adicción), necesitamos escuchar la buena noticia y creerla: “La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2). Entonces, en vez de contar con nuestras propias fuerzas, dejaremos que el Espíritu Santo nos conduzca y nos dé el poder para vivir como Dios lo desea.
Del mismo modo, ya no somos esclavos de una ley, pero a menudo vivimos como si no lo supiésemos. Tenemos la tendencia a apoyarnos en todo tipo de reglas que nos dan la impresión de ser buenos creyentes, pero esto traduce una falta de dependencia del Señor y limita nuestra capacidad de iniciativa y de consagración. No consideremos, pues, la fe cristiana como un conjunto de obligaciones morales, sino esforcémonos en cumplir lo que ella es realmente: una relación de amor y de obediencia hacia Jesucristo.

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sábado, 16 de septiembre de 2017

FE PRÁCTICA

 
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo... mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste.
2 Samuel 22:3
 
 
¡Cuántas expresiones existen para hablar de Dios: fortaleza mía, mi escudo, mi alto refugio, Salvador mío...! ¿Quién puede hablar así? Todo creyente que ha experimentado la protección de su Señor. Cuando confía en el poder y en el amor de Dios, el miedo desaparece, incluso en las situaciones más difíciles.
La fe no está directamente ligada a un ejercicio religioso, o al hecho de formar parte de una iglesia, o incluso a un estado interior. No, la fe es confiar en Dios con toda sencillez; es creer lo que él dice en la Biblia. ¡Podemos basar nuestra vida en esta confianza!
Pero a veces Dios dice «no» a nuestras peticiones, y entonces, según nuestra medida de fe, reaccionamos con más o menos confianza. Dios permite cosas que nos parecen difíciles, e incluso dolorosas, a fin de formarnos para él, y para que se conviertan en fuente de bendición.
La fe, al aceptar cosas que no siempre comprendemos, produce el deseo de hacer aquello que Dios espera de nosotros. Dejemos que el Espíritu de Dios actúe en nosotros. De este modo nuestra vida será verdaderamente diferente, pues viviremos para Dios y con él.
Los obstáculos aparentes desaparecen a medida que avanzamos viviendo por la fe, dirigidos por Dios y guardados por su poder. El creyente ora a Dios, el Dios vivo: «Confío en ti, dame la fuerza para hacer tu voluntad». ¡Confiemos y obedezcamos a Dios, vale la pena hacerlo!
“Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado... Muéstrame, oh Señor, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad... porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día” (Salmo 25:2, 4-5).

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viernes, 15 de septiembre de 2017

DIOS ES GRANDE

 
He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos, ni se puede seguir la huella de sus años.
Job 36:26
Dios es amor.
1 Juan 4:8
 
 
Las palabras no son suficientes para expresar la grandeza de Dios. En la Biblia, Job dice: Dios “hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas sin número” (Job 5:9). La mente humana solo puede comprender muy parcialmente lo que Dios hace. El universo donde vivimos demuestra la grandeza del Creador. Detrás de la belleza de la naturaleza se esconden una complejidad y una inteligencia maravillosas.
Si Dios es grande en lo que se refiere a su poder creador, ¡cuánto más con respecto a su amor! La Biblia habla del inmenso amor con el que nos amó “aun estando nosotros muertos en pecados” (Efesios 2:4-5). No había nada en nosotros que pudiese justificar, explicar o motivar el amor de Dios por nosotros. A sus ojos todos estábamos, por naturaleza, sucios por el pecado. ¡Era necesario que el amor de Dios fuese grande para enviar a su Hijo a la tierra, donde se dejó crucificar después de haber soportado el odio de los hombres a quienes venía a salvar!
Cristo fue clavado en la cruz para soportar en nuestro lugar el juicio del Dios santo contra el pecado. “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Romanos 5:6).
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
“El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).

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jueves, 14 de septiembre de 2017

LA GRANDEZA MORAL

 
El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.
1 Juan 2:6
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Juan 13:35
 
 
En una redacción, uno de nuestros hijos había citado esta frase pronunciada por Jesús: “Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lucas 6:31). El maestro pensó que era mejor corregir la frase poniéndola en sentido negativo: «No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti». La frase también está correcta así, dirá usted. Sin duda, pero no alcanza la dimensión de lo que Jesús dijo. Él enseñaba a sus discípulos no solo a no hacer mal a los demás, sino a hacerles bien. Este es un principio cada vez menos respetado en nuestras sociedades; estas preconizan más bien el espíritu de competencia, a menudo acompañado del desprecio a los débiles, los cuales son dejados de lado.
“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo” (Lucas 6:38). ¡Esto también lo dijo Jesús! ¡Qué contraste con el espíritu egoísta y posesivo que encontramos tan a menudo! Los ricos se vuelven cada vez más ricos, y los pobres más pobres.
¿Podemos aplicar la enseñanza de Jesús hoy en día, en medio del individualismo creciente? No, si solo tenemos la naturaleza que recibimos al nacer. Sí, si por la fe hemos sido hechos participantes de la naturaleza divina. Jesucristo solo puede ser un modelo para nosotros si tenemos la misma vida que él. La recibimos creyendo en el nombre del Hijo de Dios. Cristianos, puesto que creemos en él, esforcémonos en reflejar los caracteres de Cristo.

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martes, 12 de septiembre de 2017

¿DIFÍCIL?

 
Os habéis hecho tardos para oír.
Hebreos 5:11
Hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.
2 Pedro 3:16
 
 
«Es demasiado difícil». A veces mis alumnos me reprochan por darles tareas «demasiado difíciles». Y a menudo, después de la corrección, deben reconocer que si hubiesen consagrado más tiempo a su trabajo y, sobre todo, si hubiesen aprendido las lecciones, sus resultados hubiesen podido ser mejores.
Hay textos de la Biblia que nos parecen difíciles. Pero, ¿nos hemos esforzado lo suficiente para comprenderlos? ¿O simplemente somos perezosos o distraídos? El estudio de la Palabra de Dios requiere atención y perseverancia. Cuanto más temprano empecemos, mejor será. Timoteo, el hijo espiritual del apóstol Pablo, había seguido la buena doctrina (1 Timoteo 4:6) porque había aprendido las Sagradas Escrituras desde su infancia (2 Timoteo 3:15). Como había recibido el don de enseñar a los demás, debía ocuparse en la lectura y permanecer en ella (1 Timoteo 4:13-15).
Como en todo aprendizaje, nuestra comprensión de la Biblia es gradual. Es normal que un creyente joven en la fe no tenga el mismo conocimiento que un maestro en la iglesia. Pero no escondamos nuestra pereza bajo falsos pretextos; ¡no digamos que es demasiado difícil! Jesús dijo a sus discípulos: “Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39).
El verbo escudriñar implica un examen profundo, y no una lectura superficial. El objetivo siempre es aprender algo de nuestro Señor.

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miércoles, 6 de septiembre de 2017

SERVIR AL DIOS VIVO

 
Os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
1 Tesalonicenses 1:9-10
 
 
Los primeros cristianos de Tesalónica habían dejado a los ídolos “para servir al Dios vivo y verdadero”, porque habían creído en el Evangelio y lo habían recibido como mensaje de Dios. Este cambio radical tuvo un fuerte impacto en todos los que fueron testigos de ello.
Aunque vivimos en un mundo que evoluciona constantemente, la mayoría de nosotros duda en cambiar su forma de vida. Pero el poder de la Palabra de Dios puede operar ese cambio, como lo hizo en esos creyentes de la Iglesia primitiva. Dios hizo brillar Su luz en sus corazones (lea 2 Corintios 4:6), y todo cambió.
Al volverse a Dios, abandonaron a los ídolos. Liberados de la esclavitud del pecado y del poder del diablo, se convirtieron en siervos del Dios vivo y verdadero; su nuevo Maestro era Jesucristo. Su concepción de la vida fue transformada. Ya no esperaban una mejoría del mundo, pues sabían que la ira de Dios pronto caería sobre él. Tampoco esperaban la muerte, pues sus miradas se elevaban mucho más alto. Esperaban de los cielos al Señor Jesús que los llevaría junto a él (1 Tesalonicenses 4:13-18).
En el plano moral, el mundo va mal, y más aún, va de camino al juicio de Dios. Pero los creyentes saben que Jesús los liberó y quiere sacarlos de este mundo y llevarlos para siempre junto a él a la casa del Padre.
¿Está usted preparado? ¿Está esperando al Hijo del Dios del cielo, Aquel que “nos libra de la ira venidera”?

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martes, 5 de septiembre de 2017

¡SILENCIO, DIOS QUIERE HABLARNOS!


Yo (el Señor) la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.

Oseas 2:14

Bueno es esperar en silencio la salvación (el socorro) del Señor.

Lamentaciones 3:26

Samuel dijo (al Señor): Habla, porque tu siervo oye.

1 Samuel 3:10

Hoy son numerosos los que no saben aislarse y detenerse para reflexionar. Algunos incluso sienten una verdadera angustia solo al pensar en estar solos. Y si no pueden aturdirse con los ruidos o las distracciones de todo tipo, alimentan ideas oscuras. La sociedad contemporánea está organizada de tal modo que se ha hecho casi imposible leer o reflexionar en los lugares públicos. Un periodista constató en un diario: «La música y el ruido nos acompañan en el camino, en el autobús, en el centro comercial, en el restaurante e incluso en el trabajo, en la playa... Giramos el botón de la radio para escuchar palabras sin hacer caso de su sentido, pues solo le pedimos que tranquilice nuestras conciencias. El ruido es un estupefaciente, y como todos los estupefacientes, un remedio para la angustia de estar solo».
Desgraciadamente, el cristiano no escapa a esta calamidad. Por ello es imperativo que reserve algunos momentos a solas con Dios. Así como el rocío no cae cuando sopla el viento, la Biblia no nos transmite el mensaje divino cuando nuestra mente está turbada por la contaminación sonora o moral. El creyente debe descubrir o redescubrir esos momentos favorables de intimidad con el Señor, para que él hable a su corazón.
¡Hagamos silencio, no solo a nuestro alrededor, sino en nosotros mismos, para poder escuchar la Palabra de Dios!

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lunes, 4 de septiembre de 2017

JUNTOS EN TORNO A JESÚS

 
 
¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!
Salmo 133:1
Yo me alegré con los que me decían: A la casa del Señor iremos.
Salmo 122:1
No dejando de congregarnos... sino exhortándonos.
Hebreos 10:25
 
 
Un creyente estaba preocupado porque uno de sus hermanos había dejado de asistir a los cultos y demás reuniones. Creía que debía hablar con él, pero no sabía cómo hacerlo sin molestarlo. Al final se decidió y fue a visitarlo a su casa. Ambos se sentaron cerca de la chimenea en la que unos troncos acababan de consumirse. Permanecieron unos instantes sin decirse nada, luego el creyente se agachó y tomó una brasa roja con una pinza y la colocó fuera del hogar. El silencio continuó hasta que el visitante se agachó nuevamente, tomó el tizón apagado y volvió a ponerlo en la chimenea. Al cabo de algunos minutos, el tizón estaba rojo y ardiente.
Entonces el amigo rompió el silencio: «Querido hermano, comprendí qué quiere decirme; en efecto, mi amor y mi celo por mi Salvador se han enfriado durante todo este tiempo en que me quedé solo. Desde ahora volveré a las reuniones».
Esta anécdota es una lección para nosotros. Los cristianos no están hechos para vivir solos. La lectura en común de la Biblia es una fuente de enriquecimiento espiritual, la oración compartida hace más estrechos los vínculos de amor, el culto que rendimos juntos eleva nuestros corazones y nuestras almas por encima de las circunstancias de la vida, que a menudo nos endurecen. No olvidemos que Jesús se alegra al vernos reunidos en torno a él. ¡Este será nuestro lugar en el cielo!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)