lunes, 18 de septiembre de 2017

CINCO PIEDRAS, CINCO PANES Y CINCO PALABRAS

 
David... escogió cinco piedras lisas del arroyo... y se fue hacia el filisteo.
1 Samuel 17:40
Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?
Juan 6:9
Prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.
1 Corintios 14:19
 
 
A menudo ponemos como pretexto nuestra falta de medios o de conocimiento para no cumplir un servicio para Dios. Tres ejemplos nos animan a no dar marcha atrás.
–David era un joven pastor; ¿qué podía hacer ante Goliat, quien se burlaba de Dios? No comparó su estatura con la del gigante, sino que era consciente de la grandeza de Dios y había experimentado su ayuda en otras ocasiones. Escogió, pues, cinco piedras en el torrente, pero una sola le bastó para matar con su honda al adversario: fue dirigida por la mano divina hacia el único defecto de la coraza.
–Miles de hombres y mujeres rodeaban a Jesús y a sus discípulos. Estos querían despedirlos, pues no había casi nada para comer. Pero no contaban con el poder de Jesús. Por mandato del Señor la multitud se sentó en la hierba, y asistieron al milagro de la multiplicación de los panes y de los peces que un muchacho había traído. ¡Todos quedaron saciados!
–Cinco palabras no es mucho para una predicación, sin embargo, si instruyen y animan, tendrán más impacto que un largo discurso.
Sentimos nuestra pequeñez ante las necesidades que vemos a nuestro alrededor, pero nuestro Dios lo sabe y nos dice, como dijo a Gedeón en otra época: “Ve con esta tu fuerza... ¿No te envío yo?” (Jueces 6:14), o como a Pablo: “Bástate mi gracia... mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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