Os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir
al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual
resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
1 Tesalonicenses 1:9-10
Los primeros cristianos de Tesalónica habían
dejado a los ídolos “para servir al Dios vivo y verdadero”, porque
habían creído en el Evangelio y lo habían recibido como mensaje de Dios.
Este cambio radical tuvo un fuerte impacto en todos los que fueron
testigos de ello.
Aunque vivimos en un mundo que evoluciona constantemente, la mayoría de nosotros duda en cambiar su forma de vida. Pero el poder de la Palabra de Dios puede operar ese cambio, como lo hizo en esos creyentes de la Iglesia primitiva. Dios hizo brillar Su luz en sus corazones (lea 2 Corintios 4:6), y todo cambió.
Al volverse a Dios, abandonaron a los ídolos. Liberados de la esclavitud del pecado y del poder del diablo, se convirtieron en siervos del Dios vivo y verdadero; su nuevo Maestro era Jesucristo. Su concepción de la vida fue transformada. Ya no esperaban una mejoría del mundo, pues sabían que la ira de Dios pronto caería sobre él. Tampoco esperaban la muerte, pues sus miradas se elevaban mucho más alto. Esperaban de los cielos al Señor Jesús que los llevaría junto a él (1 Tesalonicenses 4:13-18).
En el plano moral, el mundo va mal, y más aún, va de camino al juicio de Dios. Pero los creyentes saben que Jesús los liberó y quiere sacarlos de este mundo y llevarlos para siempre junto a él a la casa del Padre.
¿Está usted preparado? ¿Está esperando al Hijo del Dios del cielo, Aquel que “nos libra de la ira venidera”?
Aunque vivimos en un mundo que evoluciona constantemente, la mayoría de nosotros duda en cambiar su forma de vida. Pero el poder de la Palabra de Dios puede operar ese cambio, como lo hizo en esos creyentes de la Iglesia primitiva. Dios hizo brillar Su luz en sus corazones (lea 2 Corintios 4:6), y todo cambió.
Al volverse a Dios, abandonaron a los ídolos. Liberados de la esclavitud del pecado y del poder del diablo, se convirtieron en siervos del Dios vivo y verdadero; su nuevo Maestro era Jesucristo. Su concepción de la vida fue transformada. Ya no esperaban una mejoría del mundo, pues sabían que la ira de Dios pronto caería sobre él. Tampoco esperaban la muerte, pues sus miradas se elevaban mucho más alto. Esperaban de los cielos al Señor Jesús que los llevaría junto a él (1 Tesalonicenses 4:13-18).
En el plano moral, el mundo va mal, y más aún, va de camino al juicio de Dios. Pero los creyentes saben que Jesús los liberó y quiere sacarlos de este mundo y llevarlos para siempre junto a él a la casa del Padre.
¿Está usted preparado? ¿Está esperando al Hijo del Dios del cielo, Aquel que “nos libra de la ira venidera”?
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