miércoles, 26 de julio de 2017

LA EXTRAORDINARIA EXTENSIÓN DEL CRISTIANISMO

 
Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos... hasta lo último de la tierra.
Hechos 1:8
La mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó.
Hechos 11:21
 
 
«El cristianismo se estableció en el mundo, no mediante la riqueza, la fuerza o la elocuencia; lo hizo sin ningún medio humano y contra todos los obstáculos. ¡Explíquenos, si lo desea, cómo es posible que pescadores, fabricantes de tiendas, ignorantes sin elocuencia ni recursos, provenientes de Judea, hayan podido, en medio de persecuciones y peligros, llevar a la fe a filósofos, oradores y sabios! ¡Explíquenos cómo hubiesen podido, sin la ayuda divina, establecer el cristianismo, a pesar de los tiranos, los filósofos y los sofistas, luchando contra el error, las costumbres, las pasiones y los prejuicios fundados durante siglos, expuestos sin cesar a la persecución, las torturas y la muerte!
Si doce hombres débiles, sin armas, sin experiencia en los combates, se lanzaran de repente contra un ejército de combatientes y consiguieran destruir ese ejército, ¿no se trataría de algo extraño, algo que va más allá de las fuerzas de la naturaleza? Esto fue lo que hicieron los apóstoles de Jesucristo. La victoria que ganaron sobre el mundo es mil veces más grande, mil veces más admirable. ¡Solo puede ser el resultado del poder divino!».
Así se expresaba Juan Crisóstomo, uno de los «padres» de la Iglesia del siglo 4. Los cristianos siguen siendo perseguidos; en un lugar u otro del globo, los ataques contra la Biblia continúan. Sin embargo la Biblia, la Palabra de Dios, sigue siendo el libro más leído y el más traducido en el mundo. ¡El poder del amor de Dios permanece!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

domingo, 23 de julio de 2017

LA RESURRECCIÓN

 
Ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos.
Hechos 24:15
(Jesús dijo:) Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Juan 11:25
Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.
1 Corintios 15:20
 
 
La Biblia habla de dos resurrecciones: la resurrección de vida, para los creyentes; y la resurrección de condenación, que concierne a todos los que no creen en Jesucristo.
Cuando Jesús vivía en la tierra, mucha gente pensaba que habría una resurrección de todos los hombres. El Señor la confirmó, sin diferenciar los momentos en que tendrán lugar las dos resurrecciones. Luego los apóstoles dieron más detalles sobre la cronología y las circunstancias de cada una de ellas.
–Cuando tenga lugar la primera resurrección, la de la vida, el creyente recibirá un cuerpo semejante al cuerpo de gloria de su Señor. El alma y el espíritu se unirán nuevamente al cuerpo, para que aquel que fue redimido por Cristo pueda participar de la vida y de la felicidad celestial. Cuando Jesús vuelva, todos los creyentes que hayan muerto resucitarán e irán al cielo, juntamente con los vivos, para estar siempre con el Señor (1 Tesalonicenses 4:15-17).
–La segunda resurrección es una resurrección para juicio. Será un acontecimiento único y concernirá a todos los que durante su vida en la tierra rechazaron al Señor Jesús y no recibieron la vida divina mediante la fe. Resucitarán para ser juzgados (Apocalipsis 20:11-15). Toda su vida será expuesta a la luz del Juez supremo. Entonces la condenación será pronunciada y ejecutada, ¡sin recurso posible!
¡Hoy todavía es un día de gracia para cada uno!

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sábado, 22 de julio de 2017

PROBLEMAS INSOLUBLES

 
¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
Marcos 16:3
Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo.
Mateo 28:5-6
 
 
“¿Quién nos removerá la piedra?”. Esta fue la pregunta que se hicieron tres mujeres aquel domingo de Pascua por la mañana, en Jerusalén. El Señor Jesús había muerto el viernes, y ahora ellas iban a la tumba con la intención de embalsamar su cuerpo, según la costumbre de la época. Pero sabían que una gigantesca piedra circular cerraba la entrada de la tumba. ¿Quién nos removerá la piedra?, se decían con preocupación mientras caminaban. Comprobaban que no tenían ayuda para abrir la tumba, pero cuando llegaron, la piedra había sido removida. Además supieron que Jesús había resucitado, ¡que estaba vivo!
Hay situaciones en nuestra vida que nos entristecen o nos preocupan. Somos conscientes de que no tenemos ningún recurso. ¿Quién me librará de este obstáculo insuperable que tengo ante mí? A menudo la gracia y el poder de Dios han respondido a nuestra necesidad incluso antes de que se presente: ¡la piedra ha sido removida! En el cielo tenemos a un Señor vivo, todopoderoso. Junto a él podemos resolver los problemas delicados y vencer los obstáculos insuperables. Quizá no sea de la manera en que nos lo imaginamos, sino como a él le parece bueno para nosotros.
Oremos al Señor con confianza. Cuando ya no sabemos qué hacer, cuando las pruebas nos agobian, él no nos abandona: “Este pobre clamó, y le oyó el Señor, y lo libró de todas sus angustias” (Salmo 34:6).

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viernes, 21 de julio de 2017

COMO EL AGUA Y EL FUEGO

 
¿No es mi palabra como fuego, dice el Señor...?
Jeremías 23:29
Como desciende de los cielos la lluvia y la nieve... que riega la tierra, y la hace germinar y producir... así será mi palabra que sale de mi boca.
Isaías 55:10-11
 
 
¡Sin agua no existe la vida! El agua es un elemento natural imprescindible para la vida. Si cae con moderación en forma de lluvia, es una fuente de bendición para la tierra, pero puede generar catástrofes si cae en forma de granizo o si inunda una región.
Lo mismo sucede con el fuego. Nos calienta y cuece nuestros alimentos. Sin embargo, a veces un incendio solo deja muerte y desolación.
La Palabra de Dios es comparada tanto al agua como al fuego. Efectivamente, es una fuente de bendición para todos los que creen y aceptan para sí la gran salvación que Dios ofrece a los hombres. Entonces esta palabra se convierte en su gozo diario. Los limpia de sus pensamientos impuros y los refresca hablándoles de Jesucristo.
Pero esta misma palabra que salva, también anuncia terribles juicios a los que rechazan la gracia y el perdón que Dios les ofrece. Como un fuego que devora, el juicio alcanzará a todos los que no quisieron tomar en serio las solemnes advertencias de la Palabra de Dios.
“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7).
“El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). “El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Juan 4:14).

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jueves, 20 de julio de 2017

20 DE JULIO DE 1969

 
Jesús... anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo.
Hechos 10:38
 
 
El 20 de julio de 1969, hace exactamente 48 años, por primera vez en la historia de la humanidad un hombre puso el pie en la luna. Refiriéndose a este suceso, el astronauta americano James Irwin escribió: «Lo importante no es que el hombre haya caminado sobre la luna, sino que en la persona de Jesús, Dios haya venido a caminar en la tierra». Ante esta proeza del hombre, la presencia de Dios en la tierra hace 2.000 años es un hecho de un alcance totalmente diferente.
En el instante en que Neil Armstrong puso el pie en el suelo lunar, todo el planeta vivió unos momentos de gran entusiasmo. Pero cuando el Hijo de Dios vino a la tierra, fue recibido con el odio y la hostilidad de su criatura. Los hombres, por naturaleza enemigos de Dios, rechazaron al Enviado del cielo: inmediatamente trataron de matar a Jesús.
El hecho de que un hombre llegase a caminar sobre la luna probó el alto grado de tecnología que hemos alcanzado. Pero Jesús en la tierra reveló a la vez la maldad del corazón humano y el amor de Dios con respecto a la humanidad perdida. Caminar sobre la luna halagó el orgullo del hombre. Pero la venida de Jesucristo a la tierra, su muerte en la cruz, su resurrección produjeron y demostraron su victoria resplandeciente, definitiva sobre el pecado y la muerte que dominan toda la humanidad.
Que el hombre haya caminado sobre la luna no cambia gran cosa en nuestra cotidianidad. Pero el hecho de que Jesús haya venido a esta tierra puede transformar totalmente la vida del que acude a él y lo acepta como su Salvador.

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miércoles, 19 de julio de 2017

¿POR QUÉ O PARA QUÉ?

 
¿Por qué me pones por blanco tuyo...? ¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo?
Job 7:20; 13: 24
Él no da cuenta de ninguna de sus razones.
Job 33:13
 
 
A menudo en la Biblia, y a veces también en nuestro lenguaje, el porqué es la expresión de la rebelión. Expresa un desacuerdo con lo que Dios dice, o una insatisfacción con respecto a lo que hace. La sorpresa, la decepción, la impaciencia pueden traducirse por esta pequeña palabra. Es como si uno pidiese cuentas a Dios o le dijese: No estoy de acuerdo. El creyente corre el peligro de actuar así cuando pasa por una prueba: ¿Por qué yo y no los demás? ¿Por qué de esta manera y no de otra?
Esto no significa que ante los problemas que surgen en la vida, el cristiano no pueda hacerse ninguna pregunta. ¡Gracias a Dios puede formular a su Señor un porqué lleno de confianza! Pero si es un porqué amargo e insolente, entonces es mejor decir: para qué. ¡No hagamos reproches a nuestro Dios con respecto a una prueba que nos sorprende y nos detiene! No, más bien tratemos de comprender con qué objetivo nos fue enviada: Señor, ¿qué quieres producir en mi vida mediante lo que acaba de sucederme? ¿Qué lección quieres enseñarme? ¿Es la paciencia, la humildad, la sumisión a tu voluntad? ¿Quieres que deje de fijarme en los recursos que puedo encontrar aquí o allí para que pueda apreciar el valor de los tuyos?
Cuando pasemos por una prueba, esforcémonos en formular, no el porqué de la insumisión, sino el para qué de la confianza en nuestro fiel Dios.
“Aunque afligido yo y necesitado, el Señor pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes” (Salmo 40:17).

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martes, 18 de julio de 2017

VUESTRO PADRE SABE

 
No os preocupéis por lo que habéis de comer... de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
Lucas 12:29-31
Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Mateo 6:8
 
 
Qué consoladora es esta pequeña frase: ¡“Vuestro Padre sabe”! Jesús no dice: «Vuestro Padre vendrá a ayudarles», cosa que es cierta, sino que insiste en el hecho de que él conoce perfectamente todas nuestras necesidades. Él sabe. ¿No nos basta saber, en todas las situaciones, que nuestro Padre sabe todo lo que nos concierne, que siempre nos escucha, que su amor no cambia? Él sabe. No se le escapa nada relativo a sus criaturas. ¡Descansemos en esta seguridad!
Nuestro Padre sabe cuáles son nuestras necesidades. Las contó, las pesó y se ocupa de ellas con sabiduría y amor. La simpatía de los hombres siempre tiene sus límites, pero cuando una persona que sufre experimenta que Dios está a su lado, ¡qué alivio!
El apóstol Pablo, encadenado en una cárcel, lo experimentó. Con respecto a su comparecencia ante el tribunal del emperador escribió a Timoteo: “El Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas” (2 Timoteo 4:17). En otra ocasión dramática, a punto de naufragar, declaró a sus compañeros de viaje: “Esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas” (Hechos 27:23-24).
Dios se ocupaba de su siervo y lo fortalecía en la tempestad. Quizá no nos envíe un ángel, pero él “sabe”, y este pensamiento calma nuestras inquietudes y nos da ánimo.

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lunes, 17 de julio de 2017

CUANDO TODO VA MAL

 
Señor, tú eres mi Dios... Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor.
Isaías 25:1, 4
Fiel es Dios.
1 Corintios 10:13
 
 
«Cuando todo va bien, podemos decir: Gracias a Dios. Pero cuando todo va mal, ¿qué podemos decir?». Esta era la pregunta que se hacía una cristiana en su cama en el hospital. Y quizá también sea la nuestra cuando pasamos por dificultades en nuestra vida.
Para enseñarnos y animarnos, la Biblia nos muestra algunos ejemplos de creyentes que pasaron por grandes pruebas.
Jacob, en un momento de su vida, cuando las dificultades se acumularon, exclamó: “Contra mí son todas estas cosas” (Génesis 42:36). Sin embargo, al final declaró que Dios había cuidado de él, que lo había guardado y librado de todo mal (Génesis 48:3, 15).
Job también fue especialmente probado por la pérdida de sus bienes, de sus hijos, y por la enfermedad. En medio de un inmenso sufrimiento físico y moral, llegó a lamentar haber venido al mundo y deseó la muerte (Job 3:1). Pero más tarde se dio cuenta de que había aprendido a conocerse a sí mismo y a conocer mejor a Dios (Job 42:2-6).
El apóstol Pablo suplicó a Dios que lo liberase de un aguijón que lo atormentaba. Y esta fue la respuesta divina: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).
Estos ejemplos nos muestran que la tierra es un lugar de aprendizaje. Dios quiere instruirnos para acercarnos a él. No abandona a nadie en medio de los sufrimientos; él “es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5:11).
“Confiad en el Señor perpetuamente” (Isaías 26:4).

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domingo, 16 de julio de 2017

¡ALIMÉNTESE CON LA BIBLIA!

 
Señor... Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón.
Jeremías 15:15-16
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.
2 Timoteo 3:16
 
 
–Antonio: ¿Por qué se dice que la Biblia es la Palabra de Dios? ¡Sus escritores eran hombres!
–Roberto: Sí, pero escribían de parte de Dios, eran profetas, testigos de Dios.
–De acuerdo, ¡pero pudieron equivocarse!
–Eso es imposible, pues los creyentes que recopilaron sus escritos eran muy escrupulosos. Al reunir los libros que constituirían la Biblia, estaban convencidos de que estaban inspirados por Dios. Verificaron meticulosamente cada copia y velaban para no añadir ni quitar nada del texto de la Palabra de Dios.
–Al final hay que confiar en los demás.
–Todavía hay pruebas, independientes de los escritores. Por ejemplo, los libros de la Biblia se complementan formando una bella armonía. En su conjunto ofrecen, muchos siglos con antelación, una profecía completa sobre Cristo: su venida, su vida ejemplar, su muerte y su actual presencia junto a Dios.
–Sus argumentos son justos, pero yo tengo mis dudas...
–Es normal, la convicción de que la Biblia es la Palabra de Dios no proviene únicamente de pruebas intelectuales. Es dada por la fe: al recibirla como viniendo de Dios mismo, ella tocará su corazón. Léala a menudo, lentamente, orando, y verá que ella es viva, es decir, que ilumina el ser interior con esa luz divina que desvela todo lo que usted es ante Dios. También da lo que promete, sobre todo la gracia divina, la seguridad del perdón de Dios y de la vida eterna.

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sábado, 15 de julio de 2017

EL PECADO ORIGINAL

 
Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron... Si por la transgresión de uno (Adán) murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.
Romanos 5:12, 15
 
 
¿Qué significa esta expresión? Es una alusión a lo que sucedió en el huerto de Edén cuando nuestros primeros padres escucharon la voz del tentador e infringieron la prohibición divina de comer del “árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2:9). Adán y Eva podían comer libremente de todo árbol del huerto, excepto uno. Este límite les permitía no salir de su posición de criaturas dependientes y mostrar su confianza en su Creador.
Transgredir el mandamiento de Dios era decidir uno mismo lo que era bueno o malo. Adán y Eva estropearon la armonía original. Se alejaron de su Creador y tuvieron miedo de él. “El hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto” (Génesis 3:8). También se acusaron el uno al otro. Perdieron el gozo inicial y sintieron vergüenza. Desde entonces su voluntad se debatió entre el bien y el mal. Toda la humanidad quedó privada de la felicidad inicial del paraíso terrenal.
No podemos volver al huerto de Edén, pero Dios nos ofrece algo diferente, más grande, algo que produce más gozo. Envió a su propio Hijo para que vivamos por él, no en el estado de inocencia, sino conscientes del amor redentor. Cada persona que confía en él recibe una vida nueva, es adoptado por Dios y se convierte en un hijo o hija del Dios de amor.

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viernes, 14 de julio de 2017

LIBERTAD ILUSORIA

 
El Hijo de Dios... me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:20
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres.
Gálatas 5:1
Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.
1 Pedro 2:16
 
 
La libertad es una noción apreciada por todo ser humano. El diccionario la define como la facultad de actuar sin obligación por parte del prójimo. Para que la vida en sociedad sea posible, la libertad no elimina todas las obligaciones. No se trata de hacer todo lo que uno quiera, sin ningún límite o restricción. Sin embargo, el que reclama la libertad quiere vivir con el mínimo de obligaciones posibles, y como él quiere. En consecuencia las exigencias establecidas por Dios para el bien del hombre son ignoradas o rechazadas.
Algunas personas incluso llegan a pensar que para ser verdaderamente libres, no hay que preocuparse por las leyes de Dios. Debido a esta pretendida libertad, ¡cuántos problemas hay en las familias, las parejas y la sociedad! El individuo que camina sin Dios es efectivamente esclavo de sí mismo, de sus deseos, de sus codicias. Así, en vez de ser libre, se halla en una situación de esclavitud y de rebelión que la Biblia llama “pecado”.
¿Quién puede librarnos de esta terrible condición? Jesucristo vino a liberar a los que están atados por las cadenas del pecado, para darles la libertad. El precio fue pagado mediante su muerte en la cruz. Jesús también nos liberó del poder del pecado y del juicio de Dios.
Todavía hoy quiere hacerlo por usted: “Así que, si el Hijo (de Dios) os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36), libres del pecado para vivir la vida de Jesús desde hoy.

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jueves, 13 de julio de 2017

EL SILENCIO DE DIOS

 
 Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios.
Jeremías 7:23
En una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende.
Job 33:14
Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.
Hebreos 3:15
 
 
El escritor ruso Dostoïevski escribió: «El infierno es el lugar en donde Dios no habla más». Efectivamente, un día Dios guardará silencio, después de haberse dirigido al hombre mediante las obras de la creación, el mensaje de los profetas y el testimonio que su Hijo dio al venir a este mundo.
Todavía hoy habla claramente por medio de su Palabra, la Biblia, muy extendida; mediante las innumerables cruces que vemos aquí y allá, que recuerdan el sacrificio de su Hijo; así como a través del testimonio dado por millones de hombres y mujeres que conocen a Jesucristo como su Salvador. Aún hoy, la Palabra de Dios nos dice: “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”. Dios habló una vez, dos veces... y a menudo varias veces a nuestra vida. Continúa haciéndolo, pero si rehusamos escucharlo como Salvador, estaremos obligados a escucharlo una última vez como el Juez supremo, antes de ir al lugar de tormentos eternos.
En este día de gracia, Dios todavía se dirige a cada uno de nosotros. Escuchemos su voz, recibamos el Evangelio; no esperemos que este llamado divino cese para siempre.
Dostoïevski también escribió: «El hombre está triste porque no sabe que puede ser feliz». ¡Realmente es así! Hoy, la felicidad está al alcance de su mano. Es preciso escuchar a Jesús quien, como en otro tiempo, nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).

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miércoles, 12 de julio de 2017

EL BUEN SAMARITANO

 
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?
1 Juan 3:16-1

 Lucas 10:29-37

Un hombre preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” (Lucas 10:29). Jesús le respondió mediante una parábola: un hombre cayó en manos de ladrones, los cuales lo dejaron gravemente herido al borde del camino. Por allí pasó primero un sacerdote, y luego un levita, pero ambos continuaron su camino sin hacer nada para ayudarle. Un hombre de Samaria, despreciado por los judíos, pasó por el mismo lugar. Y viendo al herido, tuvo compasión de él, lo curó, lo llevó a un albergue, lo dejó en manos del mesonero y pagó todos los gastos.
Entonces Jesús preguntó quién había sido el “prójimo” del hombre herido. De esta manera puso a su interlocutor, no en la posición del benefactor, sino en la del pobre que depende de los cuidados de un extranjero despreciado. El hombre reconoció claramente que el prójimo era el samaritano. Jesús concluyó diciendo: “Ve, y haz tú lo mismo” (Lucas 10:37).
El herido representa al hombre maltratado por Satanás, quien abandona a sus víctimas. Los hombres religiosos no pueden hacer nada por él. Este samaritano es una figura de Jesús, quien se compadece de cada ser humano. Se encarga de él y lo salva por la eternidad.
La conclusión es importante: para ayudar a los demás eficazmente, hay que empezar por ser uno mismo el objeto de los cuidados de Jesús. Tenemos que conocerle como nuestro Salvador. Solo entonces, Jesús puede invitarnos a actuar como él.

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martes, 11 de julio de 2017

¿QUIÉN ES EL MAYOR?

 
(Los discípulos preguntaron a Jesús:) ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Mateo 18:1-3
 
 Algunas preguntas de la Biblia
 
 
Esta pregunta se repite continuamente. ¿Quién es el más fuerte en el patio de la escuela? ¿Quién es el primero de la clase? ¿Quién ganó la carrera? ¿Quién tiene el mejor salario? ¡Y la lista podría continuar!
Cuando los discípulos le hicieron esta pregunta, Jesús llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Les mostró que los que querían entrar en el reino de los cielos tenían que convertirse y volverse como niños. Así debemos recibir humildemente el Evangelio, renunciando a nuestra propia inteligencia y a toda pretensión. ¡Somos salvos únicamente por la fe!
Luego Jesús respondió a la pregunta: “Cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos” (v. 4). Así que, entre los creyentes, somos grandes en la medida en que nos humillemos. Somos grandes cuando nos ponemos a disposición de los demás. La verdadera grandeza está ligada al amor que se complace en servir y darse por los demás.
Dios detesta el orgullo. “La soberbia y la arrogancia... aborrezco”, dice el Señor (Proverbios 8:13). “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). Si tenemos una alta opinión de nosotros, Dios tendrá que enseñarnos a ser humildes. Pensemos en la humillación voluntaria de nuestro Señor. Él es nuestra verdadera vida, nuestro tema de gloria (Gálatas 6:14). Nuestra riqueza es su amor, su fidelidad. Pensando en él, en sus intereses, nos olvidamos de nosotros y podemos reflejar algunos rasgos de su belleza moral.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

lunes, 10 de julio de 2017

HACER EL BALANCE

 
Aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.
1 Corintios 4:4
Dios es el que justifica.
Romanos 8:33
 
 
Hacer el balance sobre nuestra vida significa juzgar entre lo bueno y lo malo, entre lo verdadero y lo falso, lo útil y lo inútil... ¡suponiendo que seamos capaces de hacer esa evaluación!
En cada uno de nosotros hay un indicador que puede ayudarnos, es nuestra conciencia. En el origen latino de esta palabra está la idea de «saber». Pero como no sabemos todo, nuestra conciencia es obligatoriamente limitada. Por lo tanto es difícil hacer el balance, es difícil estar en paz, pues sería muy pretencioso creer que aquel que lo sabe “todo”, es decir, Dios, tiene la misma manera de ver las cosas que yo.
La Biblia habla mucho del bien y del mal, de justicia y de injusticia. Ella es la Palabra del Dios vivo; estemos, pues, atentos a sus advertencias. Ella revela algunas exigencias de Dios, entre las cuales hallamos: “Temerás a Dios”, “amarás a tu prójimo”, “no codiciarás”, “no cometerás adulterio”, etc. Nadie puede pretender haber respetado íntegramente sus exigencias. Para Dios todos somos culpables, pero también todos podemos ser absueltos, justificados, liberados definitivamente de toda acusación. Dios mismo dio el medio para salvarnos, a Jesucristo, quien fue condenado en nuestro lugar. El castigo que merecían nuestros pecados cayó sobre él (Isaías 53:5), entonces al fin podemos tener buena conciencia ante Dios. Y ahora nos invita, con bondad, a confiar en él y agradecerle.
“Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú” (Deuteronomio 30:19).

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domingo, 9 de julio de 2017

EL FIN DEL MUNDO

 
En los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.
2 Pedro 3:3-4


Mientras el futuro del mundo angustia a unos, otros creen que nada fundamental cambiará. Sin embargo, los juicios que caerán sobre la tierra están claramente indicados en la Biblia, sobre todo en el Apocalipsis. Tal vez para desviar el impacto que estos podrían tener sobre la conciencia, han sido empleados como temas de películas y reducidos al nivel de leyendas. Sin embargo, la Biblia dice la verdad y sus profecías siguen siendo ciertas. El período actual se parece al de Noé. Por orden de Dios, Noé construyó el arca que lo salvaría del diluvio. Nadie entró en el arca, excepto él y su familia. ¿Por qué? Porque no quisieron creer el anuncio del juicio de Dios. Cuando Dios mismo cerró la puerta del arca y el diluvio cayó sobre la tierra, no quedó rastro de vida.
Hace más de dos mil años, Jesús vino a anunciar a los hombres la gracia divina, la única que puede salvarnos del juicio venidero. Hoy la Biblia todavía nos repite este mensaje: el juicio se acerca.
Cuando venga, aquellos que hayan rechazado la gracia de Dios ya no tendrán ninguna posibilidad de ser salvos. ¡No tendrán acceso a Dios! Por ello le suplicamos: entre por la puerta que todavía está abierta. Confiese sus pecados a Dios ahora mismo. Crea en el Señor Jesús, él lo salvará. Dios desea perdonar sus pecados. ¡Así tendrá el privilegio de ser su hijo!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

sábado, 8 de julio de 2017

EL TSUNAMI

 
Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, que encrespa sus ondas. Suben a los cielos, descienden a los abismos; sus almas se derriten con el mal... y toda su ciencia es inútil.
Salmo 107:25-27
Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.
Isaías 45:22
 
 
Sin duda los habitantes de Taro pensaban que estaban bien protegidos de las tempestades del océano Pacífico. Un gigantesco dique de más de diez metros de altura había sido construido sobre el litoral para proteger a ese pequeño pueblo de pescadores al noroeste de Japón. El tsunami del 11 de marzo de 2011 les probó trágicamente lo contrario. Una vez más el hombre tuvo que aprender que todas sus precauciones son rápidamente reducidas a la nada.
Dios habla a los hombres de diferentes maneras. ¡Cuántas veces hemos experimentado su protección! En esos momentos nos ha recordado el poder de su bondad por nosotros.
A veces su voz es más fuerte. Los terremotos y los tsunamis sorprenden a todo el mundo y demuestran la pequeñez del hombre ante el poder de la naturaleza. Dios, maestro del universo, manda venir la tempestad y la detiene con el constante objetivo de interpelarnos: “¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?” (Proverbios 30:4). Sí, Dios vino bajo la forma de un hombre, Jesucristo, su Hijo. Más que palabras, su vida en la tierra y su muerte en la cruz dan testimonio de su infinito amor.
¿Le hemos prestado atención? Velemos para no rechazar a aquel que nos habla así desde el cielo (Hebreos 12:25). Lo hace todavía hoy, en particular mediante su Palabra, la Biblia.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

viernes, 7 de julio de 2017

RESPUESTAS BÍBLICAS

 
Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
Salmo 119:105
 
 
¿Cómo saber más sobre la vida eterna?
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39).
¿Qué dice la Biblia acerca del más allá?
“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).
¿Qué se debe hacer para escapar del juicio?
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).
¿Bastan las buenas obras para obtener la vida eterna?
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia...” (Tito 3:5).
¿Se puede estar seguro de tener la vida eterna?
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13).
¿Acepta Dios a cualquiera, sin tener en cuenta su pasado?
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
“Al que a mí viene, no le hecho fuera” (Juan 6:37).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

jueves, 6 de julio de 2017

DOS MANERAS DE ORAR

Si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

1 Juan 5:14-15

Hay que ser coherentes. No podemos decir que creemos en Dios si no nos dirigimos a él en oración de una manera seria. De lo contrario creemos en un Dios muy vago y lejano, un Dios a quien acudimos cuando todo va mal, o con la esperanza de obtener su favor, pero haciendo aquello que le desagrada. Orar a Dios tampoco es un deber, sino una necesidad vital del creyente, y un gran privilegio.
Si bien es exponerle nuestras necesidades con confianza, también es acercarnos a un Padre que nos conoce y quiere escucharnos. ¿Nos acordamos de darle las gracias por habernos sacado victoriosos de las pruebas? La oración también es ofrenda, alabanza: ¡Digámosle a Dios cuán grande y maravilloso es Jesús para nosotros!

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miércoles, 5 de julio de 2017

PANELES INDICADORES

 
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.
Salmo 32:8
Mirad, pues, cómo oís.
Lucas 8:18
 
 
Si el cristiano sabe que el Señor Jesús le preparó un lugar en el cielo, y que nadie se lo puede quitar, durante su travesía por esta tierra no se queda sentado como si fuera en un tren directo. Más bien está al volante de un automóvil que va por una carretera llena de peligros: obstáculos, niebla, baches, hielo... Por eso debe estar atento para evitar accidentes y no retrasarse inútilmente.
La Biblia coloca en el camino del creyente paneles de señalización para informarlo. También encontramos:
–Itinerarios aconsejados: Jesús nos dice: “Sígueme tú” (Juan 21:22).
–Exhortaciones muy serias como: “Huid de la fornicación” (1 Corintios 6:18). “Huye también de las pasiones juveniles” (2 Timoteo 2:22).
–Advertencias que señalan un peligro: “Raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Timoteo 6:10). “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21).
–Áreas de descanso: “Venid vosotros aparte... y descansad un poco” (Marcos 6:31).
La lectura de la Biblia nos enseña, pues, a conocer los peligros que nos acechan. El Espíritu Santo atrae nuestra atención hacia ellos, y es tanto más necesario porque la niebla de nuestros propios pensamientos fácilmente puede nublarnos la vista. El deseo de agradar a Dios nos conduce a evitar y a rechazar la tentación de detenernos en un lugar peligroso... ¡o demasiado cómodo! La oración y la confianza en la gracia poderosa de Dios nos conducirán a nuestro destino de manera segura.

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martes, 4 de julio de 2017

¿QUÉ PODEMOS LLEVAR AL CIELO?

 
Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo.
1 Pedro 1:18-19
 
 
Se dice que el dinero gobierna el mundo. Pero su valor se limita a la corta duración de la vida terrenal; e incluso en la tierra no puede hacerlo todo ni darlo todo. El dinero y el oro no tienen valor en el más allá.
Cuando viajamos al extranjero, al pasar la frontera podemos cambiar nuestro dinero por la moneda local. Pero cuando usted pase la frontera del tiempo para entrar en la eternidad, no podrá llevar nada consigo: ni sus bienes materiales, ni su reputación, ni sus títulos, ni sus méritos. “Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar”, afirma la Biblia, la Palabra de Dios (1 Timoteo 6:7). El patriarca Job dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá” (Job 1:21).
Esto significa que el hombre pasa a la eternidad con las manos vacías. O más bien, lo único que puede llevar al más allá, si no buscó y halló el perdón de Dios, son sus pecados. Tal como es debe comparecer ante Dios, quien es el “Juez de todos” (Hebreos 12:23). Jesús hizo esta pregunta: “¿Qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26). Mucha gente ha vendido su alma por dinero, pero, inversamente, para rescatar un alma del poder de Satanás y del pecado, el oro y el dinero no tienen valor alguno.
La Biblia nos enseña que el único rescate que Dios acepta es la preciosa sangre de Cristo, derramada para salvar a los que creen en él.
“Cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios...” (Apocalipsis 5:9).

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lunes, 3 de julio de 2017

¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO?

 
(Jesús) preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Mateo 16:13-16
 
 Algunas preguntas de la Biblia
 
 
Jesús hizo dos preguntas a sus discípulos. Primero: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”. Como respuesta expresaron las opiniones que se oían en aquella época. Saber lo que los demás piensan es útil, pero no resuelve nada. Luego Jesús les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Con esta pregunta tenían que expresar sus convicciones personales. Entonces Pedro exclamó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
Esta pregunta también se dirige a mí: ¿Quién es Jesús para mí? No puedo esconderme detrás de la opinión de los demás; debo dar una respuesta personal, verdadera y honesta, la cual puedo encontrar en los evangelios. Leyéndolos descubro que Jesús es un hombre aparentemente parecido a los demás: tuvo hambre, sed, sintió el cansancio, la tristeza, la alegría... Pero Jesús es absolutamente único, y es mucho más que un hombre: es Dios mismo, el único camino para acercarse a Dios. Puede perdonar los pecados (Marcos 2:7-12) y dar la vida eterna (Juan 10:28). Dio su vida por los hombres perdidos y dijo que sería el Juez de todos.
La pregunta es primordial: ¿quién es Jesús para mí, personalmente? ¿Estoy dispuesto a escuchar a aquel que me ama y me dio la prueba de ello? ¡Puedo hablarle, incluso balbuceando, del mal que hay en mi corazón, de mis faltas y de mis errores! Puedo hacerlo con la confianza de que él desea ser mi Salvador, mi Guía.

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domingo, 2 de julio de 2017

¡BUEN VIAJE!

 
¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad... cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.
Santiago 4:13-14
 
 
¡Deseo inútil, dirá usted! Viajar es olvidar, descubrir, vivir un tiempo excepcional. ¡Es pura felicidad...! A menos que se trate de una cita de negocios demasiado difícil. Sin embargo, todo viaje tiene su lado de imprevistos, y también de peligros.
Tomemos el versículo de hoy como un llamado a la reflexión interior, más fácil de realizar fuera del estrés diario. Nuestra vida, ¿no es también un viaje? Es cierto, no elegimos nacer, y tampoco elegiremos el día en que debamos dejar este mundo: esto está en las manos de Dios.
Ese último día, cuando mi espíritu vuelva a Dios y mi cuerpo al polvo, ¿estará relacionado con lo que estoy viviendo hoy y de lo cual soy responsable?
Preparo cuidadosamente mis viajes; entonces, ¿no es fundamental saber en qué condiciones voy a llegar al último día, que podría ser mañana?
“Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Amós 4:12), nos dice la Biblia. Al final de su vida, nadie podrá escapar a este encuentro; pero Dios nos ama y quiere tener un encuentro con nosotros desde ahora. Desea establecer con cada uno una relación viva, no solo para vivir con nosotros ese viaje de la vida presente, sino también para que estemos con él por la eternidad. Para darnos la vida eterna, Dios amó de tal manera “al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

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sábado, 1 de julio de 2017

EL DIOS VIVO

 
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
Salmo 42:2
Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti.
Salmo 63:1
 
 
Tener “sed de Dios”. ¡Qué intensa necesidad; qué sorprendente expresión! Es la necesidad que hay en lo más profundo del corazón de cada uno de nosotros. Pero, ¿de qué Dios tenemos sed? ¡Del Dios vivo! Este no es solo un Dios que existe, sino el Dios que da la vida, que habla y escucha; es el Dios que actúa en la historia de los hombres y en nuestra propia historia. No es un Dios lejano que no se interesa en los hombres, sino un Dios muy cercano que se revela a la fe.
Orar a Dios como al Dios viviente es reconocer que tiene el poder de liberarnos del miedo y del mal. También es tomar conciencia de que él conoce todo lo que hacemos e incluso lo que pensamos. ¡No podemos esconderle nada!
Pensar en el Dios vivo puede atemorizar al que no está en regla con él, e incluso aterrorizarlo. ¡Pero qué fuente de paz y de confianza para el que va a Dios por medio de la fe! Dios se revela de una manera tan real, tan profunda, que la expresión “Dios viviente” viene a los labios del creyente cuando expresa su ardiente deseo de comunión con su Dios (Salmos 42 y 84).
Cuando por la fe experimentamos la presencia de Dios, nos inclinamos con respeto y amor, cautivados por su grandeza.
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Salmo 42:1).
“Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios del Señor; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Salmo 84:2).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)