viernes, 21 de julio de 2017

COMO EL AGUA Y EL FUEGO

 
¿No es mi palabra como fuego, dice el Señor...?
Jeremías 23:29
Como desciende de los cielos la lluvia y la nieve... que riega la tierra, y la hace germinar y producir... así será mi palabra que sale de mi boca.
Isaías 55:10-11
 
 
¡Sin agua no existe la vida! El agua es un elemento natural imprescindible para la vida. Si cae con moderación en forma de lluvia, es una fuente de bendición para la tierra, pero puede generar catástrofes si cae en forma de granizo o si inunda una región.
Lo mismo sucede con el fuego. Nos calienta y cuece nuestros alimentos. Sin embargo, a veces un incendio solo deja muerte y desolación.
La Palabra de Dios es comparada tanto al agua como al fuego. Efectivamente, es una fuente de bendición para todos los que creen y aceptan para sí la gran salvación que Dios ofrece a los hombres. Entonces esta palabra se convierte en su gozo diario. Los limpia de sus pensamientos impuros y los refresca hablándoles de Jesucristo.
Pero esta misma palabra que salva, también anuncia terribles juicios a los que rechazan la gracia y el perdón que Dios les ofrece. Como un fuego que devora, el juicio alcanzará a todos los que no quisieron tomar en serio las solemnes advertencias de la Palabra de Dios.
“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7).
“El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). “El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Juan 4:14).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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