Si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él
nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos,
sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
1 Juan 5:14-15
Hay que ser coherentes. No podemos decir que
creemos en Dios si no nos dirigimos a él en oración de una manera seria.
De lo contrario creemos en un Dios muy vago y lejano, un Dios a quien
acudimos cuando todo va mal, o con la esperanza de obtener su favor,
pero haciendo aquello que le desagrada. Orar a Dios tampoco es un deber,
sino una necesidad vital del creyente, y un gran privilegio.
Si bien es exponerle nuestras necesidades con confianza, también es acercarnos a un Padre que nos conoce y quiere escucharnos. ¿Nos acordamos de darle las gracias por habernos sacado victoriosos de las pruebas? La oración también es ofrenda, alabanza: ¡Digámosle a Dios cuán grande y maravilloso es Jesús para nosotros!
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Si bien es exponerle nuestras necesidades con confianza, también es acercarnos a un Padre que nos conoce y quiere escucharnos. ¿Nos acordamos de darle las gracias por habernos sacado victoriosos de las pruebas? La oración también es ofrenda, alabanza: ¡Digámosle a Dios cuán grande y maravilloso es Jesús para nosotros!
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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