domingo, 16 de julio de 2017

¡ALIMÉNTESE CON LA BIBLIA!

 
Señor... Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón.
Jeremías 15:15-16
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.
2 Timoteo 3:16
 
 
–Antonio: ¿Por qué se dice que la Biblia es la Palabra de Dios? ¡Sus escritores eran hombres!
–Roberto: Sí, pero escribían de parte de Dios, eran profetas, testigos de Dios.
–De acuerdo, ¡pero pudieron equivocarse!
–Eso es imposible, pues los creyentes que recopilaron sus escritos eran muy escrupulosos. Al reunir los libros que constituirían la Biblia, estaban convencidos de que estaban inspirados por Dios. Verificaron meticulosamente cada copia y velaban para no añadir ni quitar nada del texto de la Palabra de Dios.
–Al final hay que confiar en los demás.
–Todavía hay pruebas, independientes de los escritores. Por ejemplo, los libros de la Biblia se complementan formando una bella armonía. En su conjunto ofrecen, muchos siglos con antelación, una profecía completa sobre Cristo: su venida, su vida ejemplar, su muerte y su actual presencia junto a Dios.
–Sus argumentos son justos, pero yo tengo mis dudas...
–Es normal, la convicción de que la Biblia es la Palabra de Dios no proviene únicamente de pruebas intelectuales. Es dada por la fe: al recibirla como viniendo de Dios mismo, ella tocará su corazón. Léala a menudo, lentamente, orando, y verá que ella es viva, es decir, que ilumina el ser interior con esa luz divina que desvela todo lo que usted es ante Dios. También da lo que promete, sobre todo la gracia divina, la seguridad del perdón de Dios y de la vida eterna.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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