(Jesús) preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién
dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan
el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón
Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Mateo 16:13-16
Algunas preguntas de la Biblia
Jesús hizo dos preguntas a sus discípulos.
Primero: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”. Como
respuesta expresaron las opiniones que se oían en aquella época. Saber
lo que los demás piensan es útil, pero no resuelve nada. Luego Jesús les
preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Con esta pregunta
tenían que expresar sus convicciones personales. Entonces Pedro exclamó:
“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.
Esta pregunta también se dirige a mí: ¿Quién es Jesús para mí? No puedo esconderme detrás de la opinión de los demás; debo dar una respuesta personal, verdadera y honesta, la cual puedo encontrar en los evangelios. Leyéndolos descubro que Jesús es un hombre aparentemente parecido a los demás: tuvo hambre, sed, sintió el cansancio, la tristeza, la alegría... Pero Jesús es absolutamente único, y es mucho más que un hombre: es Dios mismo, el único camino para acercarse a Dios. Puede perdonar los pecados (Marcos 2:7-12) y dar la vida eterna (Juan 10:28). Dio su vida por los hombres perdidos y dijo que sería el Juez de todos.
La pregunta es primordial: ¿quién es Jesús para mí, personalmente? ¿Estoy dispuesto a escuchar a aquel que me ama y me dio la prueba de ello? ¡Puedo hablarle, incluso balbuceando, del mal que hay en mi corazón, de mis faltas y de mis errores! Puedo hacerlo con la confianza de que él desea ser mi Salvador, mi Guía.
Esta pregunta también se dirige a mí: ¿Quién es Jesús para mí? No puedo esconderme detrás de la opinión de los demás; debo dar una respuesta personal, verdadera y honesta, la cual puedo encontrar en los evangelios. Leyéndolos descubro que Jesús es un hombre aparentemente parecido a los demás: tuvo hambre, sed, sintió el cansancio, la tristeza, la alegría... Pero Jesús es absolutamente único, y es mucho más que un hombre: es Dios mismo, el único camino para acercarse a Dios. Puede perdonar los pecados (Marcos 2:7-12) y dar la vida eterna (Juan 10:28). Dio su vida por los hombres perdidos y dijo que sería el Juez de todos.
La pregunta es primordial: ¿quién es Jesús para mí, personalmente? ¿Estoy dispuesto a escuchar a aquel que me ama y me dio la prueba de ello? ¡Puedo hablarle, incluso balbuceando, del mal que hay en mi corazón, de mis faltas y de mis errores! Puedo hacerlo con la confianza de que él desea ser mi Salvador, mi Guía.
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