Señor, tú eres mi Dios... Porque fuiste fortaleza al
pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el
turbión, sombra contra el calor.
Isaías 25:1, 4
Fiel es Dios.
1 Corintios 10:13
«Cuando todo va bien, podemos decir: Gracias a
Dios. Pero cuando todo va mal, ¿qué podemos decir?». Esta era la
pregunta que se hacía una cristiana en su cama en el hospital. Y quizá
también sea la nuestra cuando pasamos por dificultades en nuestra vida.
Para enseñarnos y animarnos, la Biblia nos muestra algunos ejemplos de creyentes que pasaron por grandes pruebas.
Jacob, en un momento de su vida, cuando las dificultades se acumularon, exclamó: “Contra mí son todas estas cosas” (Génesis 42:36). Sin embargo, al final declaró que Dios había cuidado de él, que lo había guardado y librado de todo mal (Génesis 48:3, 15).
Job también fue especialmente probado por la pérdida de sus bienes, de sus hijos, y por la enfermedad. En medio de un inmenso sufrimiento físico y moral, llegó a lamentar haber venido al mundo y deseó la muerte (Job 3:1). Pero más tarde se dio cuenta de que había aprendido a conocerse a sí mismo y a conocer mejor a Dios (Job 42:2-6).
El apóstol Pablo suplicó a Dios que lo liberase de un aguijón que lo atormentaba. Y esta fue la respuesta divina: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).
Estos ejemplos nos muestran que la tierra es un lugar de aprendizaje. Dios quiere instruirnos para acercarnos a él. No abandona a nadie en medio de los sufrimientos; él “es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5:11).
“Confiad en el Señor perpetuamente” (Isaías 26:4).
Para enseñarnos y animarnos, la Biblia nos muestra algunos ejemplos de creyentes que pasaron por grandes pruebas.
Jacob, en un momento de su vida, cuando las dificultades se acumularon, exclamó: “Contra mí son todas estas cosas” (Génesis 42:36). Sin embargo, al final declaró que Dios había cuidado de él, que lo había guardado y librado de todo mal (Génesis 48:3, 15).
Job también fue especialmente probado por la pérdida de sus bienes, de sus hijos, y por la enfermedad. En medio de un inmenso sufrimiento físico y moral, llegó a lamentar haber venido al mundo y deseó la muerte (Job 3:1). Pero más tarde se dio cuenta de que había aprendido a conocerse a sí mismo y a conocer mejor a Dios (Job 42:2-6).
El apóstol Pablo suplicó a Dios que lo liberase de un aguijón que lo atormentaba. Y esta fue la respuesta divina: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).
Estos ejemplos nos muestran que la tierra es un lugar de aprendizaje. Dios quiere instruirnos para acercarnos a él. No abandona a nadie en medio de los sufrimientos; él “es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5:11).
“Confiad en el Señor perpetuamente” (Isaías 26:4).
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