viernes, 13 de julio de 2012

UN LIBRO DIFERENTE DE TODOS LOS DEMAS


Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar,

para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra.
2 Timoteo 3:16-17. 

 La manera en que se compuso la Biblia es en sí un milagro.  Las primeras páginas se escribieron hace unos 34 siglos, y las últimas hace aproximadamente 1900 años.  Fue escrita por unos cuarenta escritores de orígenes, culturas, situación social y caracteres muy diferentes.  La mayoría no se conocía entre sí, no obstante, ¡qué unidad y coherencia!

       Lo que diferencia la Biblia del resto de los libros es su mismo origen y su naturaleza.  Es la Palabra de Dios dirigida al hombre.  Está divinamente inspirada, es decir, Dios mismo comunicó sus pensamientos a los hombres piadosos que él escogió para escribirla.  No fue el escritor quien adaptó el pensamiento de Dios, teniendo en cuenta su carácter y su educación, sino que se trata de las “palabras enseñadas por… el Espíritu” (1 Corintios 2:13).

       La Biblia no procede ni es propiedad de un pueblo o una religión en particular: en ella Dios habla a todos los seres humanos responsables, independientemente de su edad, educación y posición social en el mundo.  En su amor, Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). Por lo tanto nadie puede decir: «No sé si Dios quiere salvarme».

       Dejémonos penetrar por esa agradable luz de la Palabra de Dios.  Entonces las dudas y los razonamientos darán paso a las certidumbres divinas. 

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