martes, 19 de diciembre de 2017

NUESTRAS OFRENDAS: ¿CUÁNTO O CÓMO?

 
De hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.
Hebreos 13:16
Al Señor presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.
Proverbios 19:17
Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante.
Marcos 12:41-42
 
 Marcos 12:41-44
 
 
Jesús estaba sentado cerca del arca de la ofrenda, es decir, del lugar donde cada uno dejaba su ofrenda. Con su mirada penetrante que escruta todo y a todos, observaba no cuánto, sino cómo daba cada uno. Una viuda pobre se acercó y echó dos monedas, todo lo que le quedaba para su sustento.
Entonces el Señor llamó a sus discípulos y les comentó lo que acababa de ver. ¡Ah, qué ofrenda tan especial! El hecho de que diese “todo lo que tenía” probó no solo el amor que sentía por Dios y su casa, sino también la total confianza que depositaba en Dios para que supliese sus necesidades (lea también 1 Reyes 17:7-16). Echando en el arca todo lo que tenía, solo dependía de él.
Lo que el Señor considera, no es tanto lo que cada uno da, sino más bien lo que cada uno guarda para sí mismo. ¡Qué consuelo para todos los que no pueden dar mucho! (2 Corintios 8:12). ¡Cuántas monedas tienen más valor para Dios que grandes fortunas, pues él está atento al verdadero valor de nuestras ofrendas!
Confiemos, pues, en Dios. Él sabrá recompensar más allá de toda medida, tal vez ya en este mundo y ciertamente en el cielo, los mínimos sacrificios que con fe y amor hagamos por él.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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