Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
1 Juan 1:5
Otra
vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me
sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Juan 8:12
“Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él”.
Tales palabras recuerdan la gloria de Dios, la pureza intrínseca,
absoluta e inalterable de su naturaleza. Demuestran su exigencia de
claridad y de verdad. Nos dan la esperanza de tener un conocimiento
perfecto (1 Corintios 13:12), pero también denuncian toda pretensión de
presentarnos ante Dios con nuestros pecados. Dios es santo, perfecto,
libre de todo mal, de toda sombra. Nuestro gozo y nuestra comunión con
él están ligados al hecho de que él es luz porque ilumina nuestra
conciencia para mostrarnos aquello de lo cual debe ser purificada.
La luz manifiesta todo (Efesios 5:13). En la luz de Dios, mi corazón revela su fealdad; no soy tal como me veía con satisfacción, ni como me muestro ante los demás. ¡Terrible descubrimiento! Nadie puede mantenerse en esta luz, bajo su poder penetrante (Salmo 139), si no está al abrigo de Jesús.
“Dios es luz” y desea que los hombres tengan un lugar en “la luz”, en comunión con él, el “Dios bendito” (1 Timoteo 1:11). En el mundo físico, la luz se ve, es activa, brilla. De la misma manera, Dios se ha revelado, se dio a conocer. Obra sin cesar mediante su Espíritu para producir y mantener la vida. Derrama sobre sus hijos todas sus bendiciones (Santiago 1:17), ilumina sus corazones para mostrarles su gloria en la persona de Jesucristo (2 Corintios 4:6).
La luz manifiesta todo (Efesios 5:13). En la luz de Dios, mi corazón revela su fealdad; no soy tal como me veía con satisfacción, ni como me muestro ante los demás. ¡Terrible descubrimiento! Nadie puede mantenerse en esta luz, bajo su poder penetrante (Salmo 139), si no está al abrigo de Jesús.
“Dios es luz” y desea que los hombres tengan un lugar en “la luz”, en comunión con él, el “Dios bendito” (1 Timoteo 1:11). En el mundo físico, la luz se ve, es activa, brilla. De la misma manera, Dios se ha revelado, se dio a conocer. Obra sin cesar mediante su Espíritu para producir y mantener la vida. Derrama sobre sus hijos todas sus bendiciones (Santiago 1:17), ilumina sus corazones para mostrarles su gloria en la persona de Jesucristo (2 Corintios 4:6).
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