Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados.
2 Corintios 5:19
Cristo... es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos.
Romanos 9:5
¿Quién puede declararlo? Ciertamente, no puede
hacerlo una autoridad humana. Jesús no se hizo Dios. Lo era desde su
nacimiento. El ángel dijo a María: “El Santo Ser que nacerá, será
llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35). Es un misterio: “Dios fue
manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16). Jesús es Dios y vino en forma de
un hombre sin pecado para acercarse a su criatura, la cual no tenía
relación con él debido al pecado. La Biblia nos muestra esta maravillosa
persona que vino a visitarnos en una humildad extrema. No había
“parecer en él” para que le deseásemos, fue “despreciado y desechado
entre los hombres” (Isaías 53:2-3), pero hacía resaltar su gloria de
Hijo de Dios.
Una vez, en medio de la tempestad, dormía en la parte trasera de una barca como alguien cansado. Despertado por los que estaban con él, calmó el viento con el poder de aquel que “encerró los vientos en sus puños” (Marcos 4:35-41; Proverbios 30:4).
Jesús no poseía ningún bien material en la tierra, pero tenía toda la creación a su disposición. No tenía una moneda para pagar el impuesto, pero dijo a Pedro: “Ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero” (Mateo 17:27). Él mismo declaró ante los que le contradecían: “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58).
Crucificado por los hombres, tenía el poder de dejar su vida y de volverla a tomar (Juan 10:17-18). Y por último “fue declarado Hijo de Dios” mediante la resurrección (Romanos 1:4).
Una vez, en medio de la tempestad, dormía en la parte trasera de una barca como alguien cansado. Despertado por los que estaban con él, calmó el viento con el poder de aquel que “encerró los vientos en sus puños” (Marcos 4:35-41; Proverbios 30:4).
Jesús no poseía ningún bien material en la tierra, pero tenía toda la creación a su disposición. No tenía una moneda para pagar el impuesto, pero dijo a Pedro: “Ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero” (Mateo 17:27). Él mismo declaró ante los que le contradecían: “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58).
Crucificado por los hombres, tenía el poder de dejar su vida y de volverla a tomar (Juan 10:17-18). Y por último “fue declarado Hijo de Dios” mediante la resurrección (Romanos 1:4).
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