domingo, 5 de noviembre de 2017

EL CULPABLE ES NUESTRO CORAZÓN

 
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Ezequiel 36:26
Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
1 Juan 4:7
 
 
Un periodista describía un asesinato horrible y concluyó así su artículo: «¿Hasta dónde tendrá que llegar la decadencia en lo inhumano para que al fin tomemos conciencia que es tiempo de ser lúcido sobre la realidad de nuestra sociedad, sobre la realidad de nuestra ceguera?».
Y si reconocemos esta decadencia, ¿cuál es su origen y en qué nos concierne? Nuestro corazón es el culpable; Jesucristo dice: “Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). Es cierto que hay mucha buena voluntad y esfuerzos dignos de alabanza para tratar de frenar el desarrollo del mal y sus consecuencias. Nos alegra ver que estas actitudes existen, pero no pensemos que hay posibilidad alguna para mejorar el estado natural del corazón humano. La Palabra de Dios declara: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9). No es agradable oír esta constatación, pero cada uno de nosotros debe admitirla para su propio corazón.
¿Entonces no hay solución? ¡Sí! Dios, el Dios de amor, no deja a los hombres sin remedio. No nos propone esperar una mejoría de la humanidad en general, pero ofrece a cada uno un corazón nuevo. En su Palabra nos muestra que él hizo lo necesario para ello, al enviar a su Hijo Jesucristo para liberarnos. Al que cree en él como su Salvador, le ofrece una nueva vida y lo hace capaz de amar. ¡Pero es necesario aceptar su oferta con un corazón sincero!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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