jueves, 2 de noviembre de 2017

YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA

 
Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron (es decir: que han muerto) es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.
1 Corintios 15:20-2


¡Estas palabras de Jesús cambiaron todo! Los creyentes que vivieron antes de la era cristiana tenían una idea muy imprecisa con respecto al destino de su cuerpo. Pero cuando Jesús apareció, el misterio fue revelado: el cuerpo mortal del creyente, aunque esté descompuesto y se haya convertido en polvo, será transformado y hecho semejante al “cuerpo de la gloria” del Señor Jesús (Filipenses 3:21), cuerpo espiritual, incorruptible e inmortal (1?Corintios 15:53). Mediante su propia resurrección, Jesús nos da la seguridad de que nosotros también resucitaremos.
Para el que cree en el Señor Jesús, la muerte no tiene ese “aguijón” (1 Corintios 15:55), es decir, ya no tenemos que tener miedo de ella. El creyente fue comprado, cuerpo, alma y espíritu. Cuando llegue el momento de la resurrección de vida, será transformado a la semejanza del cuerpo glorificado del Señor. Jesús mismo vendrá, no revestido de humillación y sufrimiento, como en su primera venida, sino que vendrá en gloria para llevar consigo al cielo a quienes rescató.
Amigo cristiano afligido por el duelo, quizás esté sumido en la amargura. ¡Pero si el ser querido por el que llora era un creyente, puede cobrar ánimo! La Palabra de Dios dice: Nuestro Salvador “quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad” (2 Timoteo 1:10). Mientras está en el velorio, o al lado de la tumba, ¡recuerde que de ese mismo polvo, un cuerpo revivirá eternamente para alabar a su Dios redentor!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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