martes, 20 de junio de 2017

UN REFUFIO SEGURO

 El Señor es tu guardador.

Salmo 121:5

No... se dormirá el que te guarda.

Salmo 121:3

Se cuenta que las golondrinas habían construido un nido en la tienda del emperador Carlomagno (742-814 d. C.) durante una campaña militar. En el momento de levantar el campamento, el emperador ordenó que no moviesen la tienda hasta que los pajarillos pudiesen volar. Nadie debía tocarlos, ni siquiera asustarlos. Nos sorprende el cuidado que un jefe de guerra, que gobernó gran parte de Europa Occidental y Central, prodigó a esos pájaros que se habían refugiado en su tienda.
Quizás olvidamos que Dios, mucho más poderoso que un emperador, cuida de todas sus criaturas, incluso de las más vulnerables e insignificantes a los ojos de los hombres: “Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos” (Salmo 84:3). “Ni uno de ellos está olvidado delante de Dios”, dijo Jesús, antes de añadir: “No temáis, pues” (Lucas 12:6-7).
Él proveyó todo lo necesario para el hombre antes de colocarlo en la tierra; Él lo formó con sus manos y conoce sus debilidades, descendió a la tierra para tener un encuentro con él. Nos amó, fue despreciado y sufrió hasta dar su vida por nosotros. ¿Cómo no cuidará de aquellos que confían en él?
El rey David, una figura de Jesucristo, dijo a Abiatar, quien había ido a refugiarse junto a él: “Quédate conmigo, no temas... pues conmigo estarás a salvo” (1 Samuel 22:23).
¡Qué paz, qué tranquilidad para aquel que depositó su confianza en Dios y se abandona a sus tiernos cuidados!
“No hay santo como el Señor; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro” (1 Samuel 2:2).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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