lunes, 19 de junio de 2017

JESÚS HABLA A LAS MUJERES - "GRANDE ES TU FE"

 
(Jesús dijo a la mujer cananea:) No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
Mateo 15:26-27
Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Romanos 10:13
 
 Mateo 15:21-28
 
 
“Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra” (Mateo 15:21-23).
El silencio de Jesús no se debía a una falta de compasión, pues su actuación al final así lo prueba. Él quería hacer brillar la fe de esta mujer y mostrar a sus discípulos que su amor iba más allá de los límites de Israel.
Luego, Jesús empezó a hablar con esta extranjera que lo reconocía como Señor. Fijémonos en la humildad e inteligencia de esta madre. No se desanimó por un rechazo que parecía despectivo. Su fe sobrepasó este obstáculo e inspiró sus respuestas. Jesús no le reprochó nada y no juzgó su actitud ni impertinente ni demasiado audaz. Al contrario: apreció la valentía de su fe y le dijo: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora” (v. 28).
Incluso antes de comprobarlo, ella supo que su hija había sido sanada. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).
Recordemos su ejemplo. Un aparente silencio puede ser la preparación de una respuesta divina inesperada.
El Señor responde a nuestros más grandes anhelos, ¡pero a su tiempo!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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