domingo, 18 de junio de 2017

SÓLO DIOS ES DIGNO DE SER ADORADO

 
Juan... mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
Juan 1:35-36
A todo lo creado... oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
Apocalipsis 5:13
 
 
Antes de empezar su ministerio, Jesús fue tentado por Satanás. Este lo incitó a que le rindiese homenaje, pero la respuesta del Señor fue categórica: “Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Mateo 4:10).
Cuando el apóstol Juan quiso, en dos ocasiones, postrarse ante el ángel que le hablaba, este se lo impidió: “Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo... Adora a Dios” (Apoc. 19:10).
Cuando Pablo y Bernabé sanaron a un hombre enfermo de nacimiento, y la gente quiso honrarlos como si fuesen dioses, ellos se lo prohibieron rotundamente.
Debemos adorar solo a Dios. Aceptar o buscar el homenaje que solo se debe a Dios es puro orgullo, es la “condenación del diablo” (1 Timoteo 3:6).
Cuando Jesús vivió en la tierra, por ser el Hijo de Dios, en varias ocasiones los hombres le rindieron homenaje:
–Un leproso sanado se postró ante él (Lucas 17:16).
–Los discípulos le rindieron homenaje cuando calmó la tempestad (Mateo 14:33).
–Un hombre ciego de nacimiento y sanado por Jesús discernió en él al Hijo de Dios y lo adoró (Juan 9:38).
–Cuando Jesús resucitó y mostró sus heridas a Tomás, este exclamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28).
Jesús, hombre “humilde de corazón” (Mateo 11:29), al mismo tiempo es Dios, el único digno de recibir el honor y la adoración.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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