Despertando él (Jesús), reprendió al viento y a las
olas; y cesaron, y se hizo bonanza. Y les dijo (a los discípulos):
¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían
unos a otros: ¿Quién es este, que aun a los vientos y a las aguas manda,
y le obedecen?
Lucas 8:24-25Algunas preguntas de la Biblia
A menudo Jesús estaba muy ocupado. A veces,
incluso su familia no podía acercarse a él debido a la multitud que lo
rodeaba para escucharlo. Un día, después de haber enseñado, se durmió en
una barca mientras cruzaba el lago de Genesaret. De repente se levantó
un fuerte viento, y los discípulos lo despertaron: “¡Maestro, Maestro,
que perecemos!”. Jesús se levantó, se dirigió al viento y a las olas con
autoridad, y se hizo gran bonanza. Luego dijo a sus discípulos: “¿Dónde
está vuestra fe?”.
¿Ya me he hecho esta pregunta alguna vez? Cuando todo parece ir mal, cuando llega el fracaso o la enfermedad, ¿dónde está mi fe? Estoy desanimado, dudo, tengo remordimientos, pero hasta hacía poco tenía paz...
Fijémonos en el orden de las cosas. Solo después de haber apaciguado las olas, Jesús preguntó: “¿Dónde está vuestra fe?”. Sin tardar socorrió a sus discípulos, y luego los hizo reflexionar. ¿Pensaban que su Maestro era indiferente, o que no podía ayudarlos? Mientras estuviese con ellos en la barca, no corrían ningún peligro, ¡incluso si tardaba en responder!
Así es como el Señor actúa con nosotros. Primero responde a la oración, incluso si esta es imprecisa y casi fuera de lugar. Él responde, y solo después pregunta: “¿Dónde está vuestra fe?”. Cuando ya estoy tranquilo, puedo reflexionar sobre lo que sucedió y aprender una lección de ello. Sí, estuve preocupado ¡pero el Señor fue fiel!
¿Ya me he hecho esta pregunta alguna vez? Cuando todo parece ir mal, cuando llega el fracaso o la enfermedad, ¿dónde está mi fe? Estoy desanimado, dudo, tengo remordimientos, pero hasta hacía poco tenía paz...
Fijémonos en el orden de las cosas. Solo después de haber apaciguado las olas, Jesús preguntó: “¿Dónde está vuestra fe?”. Sin tardar socorrió a sus discípulos, y luego los hizo reflexionar. ¿Pensaban que su Maestro era indiferente, o que no podía ayudarlos? Mientras estuviese con ellos en la barca, no corrían ningún peligro, ¡incluso si tardaba en responder!
Así es como el Señor actúa con nosotros. Primero responde a la oración, incluso si esta es imprecisa y casi fuera de lugar. Él responde, y solo después pregunta: “¿Dónde está vuestra fe?”. Cuando ya estoy tranquilo, puedo reflexionar sobre lo que sucedió y aprender una lección de ello. Sí, estuve preocupado ¡pero el Señor fue fiel!
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