sábado, 12 de octubre de 2013

DUPLICIDAD O RECTITUD



El Señor ama la rectitud.
Salmos 37:28


El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.
Romanos 12:9


Que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación.
Santiago 5:12

La duplicidad o doblez es el hecho de manifestar sentimientos o intenciones diferentes de los que realmente tenemos, para sacar provecho de ello, corriendo el riesgo de lastimar a nuestro prójimo. Esta actitud, contraria a la rectitud y a la honestidad, es condenada enérgicamente en la Biblia (Salmo 12:2-3). La persona que actúa así engaña a los que lo rodean e incluso puede engañarse a sí misma, pero no a Dios, quien sabe y ve todo. “No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13). Aunque en nuestra sociedad actual cada vez se observa más una mezcolanza entre el bien y el mal, el cristiano, más que nadie, es invitado a apartarse de toda duplicidad, hipocresía o engaño.
A veces ocurre que nuestros comportamientos son ambiguos, alejados de la rectitud de corazón que debería caracterizarnos. Cristianos, si nuestras palabras desentonan con las palabras y las enseñanzas del Señor Jesús, no estamos siendo rectos.
Lo mismo sucede si lo que hacemos no concuerda con lo que decimos. Un hijo de Dios debe ser coherente con lo que profesa, lo que dice creer. Debemos preguntarnos honestamente: ¿Qué perciben sobre nuestra forma de vivir quienes nos rodean? Si amamos al Señor, desearemos serle fieles, y eso se notará. El Evangelio percibido mediante la vida de los creyentes a menudo es un testimonio más convincente que todos los discursos.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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