jueves, 19 de mayo de 2011

EL HIJO DE DIOS FUE ABANDONADO

Los principales sacerdotes, escarneciéndole… decían:... Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.

Mateo 27:41-43



Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿Lama Sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?

Mateo 27:46

Al final de su vida el rey David dio el siguiente testimonio: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Salmos 37:25).
Mil años más tarde el Justo, el único justo que vivió en la tierra, fue abandonado. En la cruz Jesús fue abandonado por Dios, porque allí cargó con nuestros pecados. Sin embargo era su Hijo, su muy amado Hijo, pero Dios es santo y no puede ver el pecado sin juzgarlo. “No escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Romanos 8:32). Castigó, según su justicia, a aquel a quien amaba tanto (2 Corintios 5:21). Nuestro castigo cayó sobre Él. Desde el mediodía hasta las tres de la tarde el sol se ocultó, las tinieblas rodearon la cruz y Jesús clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?”. Los que pasaban cerca de la cruz, meneaban la cabeza e insultaban con insolencia a aquel que pagaba su deuda moral ante Dios. Ante tal espectáculo, Dios guardaba silencio. ¿Por qué no liberó al justo y castigó a los culpables? Porque quería salvar a todos los que reconocerían el valor del sacrificio de Jesús. Era necesario que Jesús pronunciase esta frase definitiva: “Consumado es” (todo está pagado) (Juan 19:30). Luego Dios lo resucitó de entre los muertos, lo que da testimonio de la perfección de su obra.


© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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