lunes, 22 de octubre de 2012

ESCRITO EN LA PARED DE LA CARCEL



Las cosas que se escribieron… para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
Romanos 15:4
Durante la Segunda Guerra Mundial, D. Caskie, joven escocés que vivía en Francia, fue encarcelado por haber ayudado a prisioneros de guerra aliados a huir de Francia.  En un libro escribió lo siguiente: «Fue una experiencia frustrante, humillante, la cual podía perfectamente conducir a un hombre a la desesperación, pero mi conocimiento de la Biblia me salvó.  Un día me quitaron mi Biblia.  Pero ese libro lo tenía en mi cabeza y en mi corazón, y sostuvo mi fe y mi equilibrio mental».
Caskie fue transferido a otra cárcel y allí descubrió, grabados en las paredes de su nueva celda, los nombres de numerosos prisioneros.  Pero él inscribió algunas palabras de la Biblia: “Así dice el Señor… No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.  Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán.  Cuando pases por el fuego, no te quemarás” (Isaías 43:1-2).  Caskie oró a fin de que el Espíritu Santo utilizase esas palabras para ayudar a un prisionero que tuviese necesidad de la paz con Dios.
Más tarde, en otra cárcel, alguien le contó: «Estaba a punto de acabar con mi vida, para escapar a la tortura, cuando vi unas palabras en la pared que me detuvieron al instante; palabras reconfortantes y consoladoras.  Nunca las olvidaré».  Entonces recitó el texto de Isaías que Caskie había grabado.  Una vez más la Palabra de Dios había mostrado su poder, y la oración de Caskie había sido escuchada.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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