Jesús le dijo… Sígueme tú.
Juan 21:22
Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.
Mateo 21:31
En el vasto imperio romano,
los personajes llamados «publicanos» o «peajeros» estaban encargados de
recaudar los impuestos. Como a menudo se
aprovechaban de su cargo para enriquecerse a costa de los contribuyentes, todos
los detestaban. Y por ser cobradores de
un gobierno extranjero, eran además despreciados por sus compatriotas.
La Biblia habla de algunos publicanos y nos revela cómo Dios se acercó a ellos y habló a su conciencia y a su corazón. Así fue cómo Mateo, estando en su trabajo, fue llamado por el Señor Jesús y escuchó el enérgico “sígueme” del Maestro. Enseguida dejó sus recaudos y sus cuentas para seguir al Señor (Mateo 9:9-10).
Asimismo, cuando Jesús pasó por la ciudad de Jericó, un jefe de los publicanos llamado Zaqueo trató de verle. El Señor lo distinguió en medio de la multitud y lo llamó por su nombre (Lucas 19:1-10). Zaqueo, al igual que Mateo, recibió a Jesús en su casa; esto hizo que los fariseos, celosos y llenos de odio, dijesen que Jesús era “amigo de publicanos y de pecadores” (Mateo 11:19).
Es posible que un hombre tenga mala reputación, pero Dios no hace acepción de personas. Su gracia y su perdón son para todos los hombres sin excepción. Sólo basta que el ser humano sienta su miseria y reconozca sus pecados. Jesús dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos… No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mateo 9:12-13).
La Biblia habla de algunos publicanos y nos revela cómo Dios se acercó a ellos y habló a su conciencia y a su corazón. Así fue cómo Mateo, estando en su trabajo, fue llamado por el Señor Jesús y escuchó el enérgico “sígueme” del Maestro. Enseguida dejó sus recaudos y sus cuentas para seguir al Señor (Mateo 9:9-10).
Asimismo, cuando Jesús pasó por la ciudad de Jericó, un jefe de los publicanos llamado Zaqueo trató de verle. El Señor lo distinguió en medio de la multitud y lo llamó por su nombre (Lucas 19:1-10). Zaqueo, al igual que Mateo, recibió a Jesús en su casa; esto hizo que los fariseos, celosos y llenos de odio, dijesen que Jesús era “amigo de publicanos y de pecadores” (Mateo 11:19).
Es posible que un hombre tenga mala reputación, pero Dios no hace acepción de personas. Su gracia y su perdón son para todos los hombres sin excepción. Sólo basta que el ser humano sienta su miseria y reconozca sus pecados. Jesús dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos… No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mateo 9:12-13).
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