viernes, 5 de octubre de 2012

JESUS Y LOS PUBLICANOS



Jesús le dijo… Sígueme tú.
Juan 21:22


Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.
Mateo 21:31

En el vasto imperio romano, los personajes llamados «publicanos» o «peajeros» estaban encargados de recaudar los impuestos.  Como a menudo se aprovechaban de su cargo para enriquecerse a costa de los contribuyentes, todos los detestaban.  Y por ser cobradores de un gobierno extranjero, eran además despreciados por sus compatriotas.
La Biblia habla de algunos publicanos y nos revela cómo Dios se acercó a ellos y habló a su conciencia y a su corazón.  Así fue cómo Mateo, estando en su trabajo, fue llamado por el Señor Jesús y escuchó el enérgico “sígueme” del Maestro.  Enseguida dejó sus recaudos y sus cuentas para seguir al Señor (Mateo 9:9-10).
Asimismo, cuando Jesús pasó por la ciudad de Jericó, un jefe de los publicanos llamado Zaqueo trató de verle.  El Señor lo distinguió en medio de la multitud y lo llamó por su nombre (Lucas 19:1-10).  Zaqueo, al igual que Mateo, recibió a Jesús en su casa; esto hizo que los fariseos, celosos y llenos de odio, dijesen que Jesús era “amigo de publicanos y de pecadores” (Mateo 11:19).
Es posible que un hombre tenga mala reputación, pero Dios no hace acepción de personas.  Su gracia y su perdón son para todos los hombres sin excepción.  Sólo basta que el ser humano sienta su miseria y reconozca sus pecados.  Jesús dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos… No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mateo 9:12-13).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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