martes, 23 de octubre de 2012

LAS ALARMAS DE SEGURIDAD



No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor… sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia.
2 Timoteo 1:8-9
La reglamentación de aviación civil obliga a la tripulación aérea a fijarse en las alarmas de seguridad antes del despegue.  Una de ellas dice: «En caso de descompresión de la cabina, las máscaras de oxígeno caerán automáticamente al alcance de su mano.  Tome la máscara, colóquela en la boca y la nariz y respire normalmente».  Las personas que viajan en avión deben estar atentas a estas recomendaciones, pues eso podría salvarles la vida.
Los que creemos en Cristo también recibimos un mensaje que puede salvar la vida de las personas que nos rodean: la gracia de Dios trae la vida eterna.  A menudo, cuando hablamos de esto, vemos indiferencia en la gente, pero pensemos en las personas que nunca han oído hablar del Señor, y no nos desanimemos: continuemos anunciando este mensaje.
El mensaje de alarma en la aviación está complementado por éste: «Póngase primeramente su máscara antes de ayudar a otros».  Este principio de seguridad es capital.  La tentación para una madre es colocar primeramente la máscara a su hijo.  El riesgo es que no lo consiga a tiempo y que ambos pierdan el conocimiento.  Igual sucede con la vida eterna que da la fe en el Señor Jesucristo: primero es necesario poseerla uno mismo antes de poder ayudar a una persona que vive una vida sin Dios.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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