domingo, 7 de abril de 2013

LA AUTORIDAD DE JESUS



Cristo… aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.
Hebreos 5:7-8


(Cristo) se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla.
Filipenses 2:8-9
La autoridad nunca ha sido bien soportada, y menos hoy en día. Sin embargo, el apóstol Pablo dice que “no hay autoridad sino de parte de Dios” (Romanos 13:1). Quizás esa desaprobación provenga del hecho de que quienes poseen la autoridad a menudo han abusado de ella.
¡Qué contraste con la autoridad de Jesús! Él siempre la ejerció para el bien y no se sirvió de ella para imponer su poder a los hombres. A menudo los grandes de este mundo tratan de dominar, pero Jesús estuvo entre los suyos como el que sirve (Lucas 22:27). Es Maestro y Señor (Juan 13:13), pero vino “para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).
¡La autoridad de Jesús es irrefutable! Sus auditores quedaron maravillados al escucharle (Mateo 7:28-29). Tiene poder para perdonar pecados (Mateo 9:6); es Señor del día de reposo (Marcos 2:28); ejecuta su poder sobre las enfermedades (Mateo 8:7, 13), sobre el viento, el mar (Marcos 4:41), los demonios (Mateo 12:28) y la muerte (Juan 11:43).
Su autoridad procede de su filiación divina (Juan 17:2). El poder le fue dado por Dios su Padre, sin embargo Jesús fue obediente hasta la muerte. Aceptó entregar su vida. Él, a quien los ángeles adoran, el Dios eterno, se hizo hombre para enseñar la obediencia y revelar así el amor divino.
Para nosotros que creemos en él, ¿tiene autoridad en nuestra vida?

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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