lunes, 7 de marzo de 2011

LA FUERZA DE UN LLAMADO

Los años de Moisés habían pasado sumidos en la sombra de los sueños que no fueron.

Por 40 años los recuerdos de un pasado que podría haber sido glorioso lo atormentaron. Su vida habría sido distinta si no hubiera cometido la locura de hacerse el héroe.

Todas las historias de su madre resultarían ser un cuento de hadas.

Al menos estaba casado con la hija de un sacerdote Madianita, y aunque no gozaba de los deleites del palacio de Faraón tan mal no la pasaba, al fin mejor era ser perro vivo que león muerto. Claro que su vida hubiera sido mejor en los pasillos de las grandes ciudadelas de Egipto, pero en fin aquí estaba en el desierto pastoreando ovejas.

Tal vez pensando todo esto, pasaba él por el monte de Horeb en el desierto del Sinaí, las ovejas le seguían sintiéndose seguras de su pastor. De pronto observa una zarza encendiéndose en las calientes arenas del desierto, observa nuevamente y todavía la zarza ardía. No entiende, algo sucede pues la zarza no se consume. No comprende, pero se dice para si: - "iré a ver esto" y cuando Dios ve que él se acerca le dice: "¡Moisés, Moisés!”... y conocemos el resto.

Mientras meditaba en este pasaje me preguntaba ¿cuántos de nosotros habremos pasado por una situación similar?
Talvez una decisión apresurada nos puso frente a la frustración de un tiempo que Dios tenia para nosotros, y cuando la derrota nos rodea sentimos que todas las promesas que se nos dieron fueron sólo cuentos de hadas.

Nos conformamos con sólo preservar la vida, y nos resignamos a vivir de los recuerdos de lo que pudiera ser y no fue, y de pronto ... una zarza encendida se cruza en nuestro camino, algo sucede que llama nuestra atención, y en medio de lo que pensamos que es nuestro final resurge el llamado de Dios como si tuviéramos todavía toda nuestra fuerza y el vigor de la juventud.
A veces queremos ensayar alguna excusa, y hasta algún reproche, pero Dios como si no nos oyera sigue llamando con fuerza. Él no ve nuestra condición exterior, Él ve lo que moldeó en nuestro interior y mira la obra terminada y dice "ya estás listo".

Algunos no entienden que...

... los fracasos son la verdadera escalera al éxito,
... que no fracasan sino que aprenden,
... que en realidad el camino de los logros está empedrado de muchos fracasos,
... que sin darse cuenta los que se dan por vencidos están a sólo centímetros de cruzar la meta.

No entierres tus sueños, no renuncies a tu visión si estuviste seguro que Dios te la dio, porque Dios no es Dios de muertos sino de vivos.

Si tan sólo te detienes en tu desierto encontrarás que allí también hay un Horeb y existe tu zarza; y Su voz está en ella llamándote por tu nombre; porque Dios no se ha olvidado de sus promesas sobre tu vida. No te olvides tú de ellas.
Persevera en sus pactos que "aunque se olvide el vientre del que engendró y la matriz del que dio a luz YO NO ME OLVIDARE DE TI", (Isaías 49:15), dice el Señor.

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