viernes, 11 de noviembre de 2011

NO ERAN MUCHOS

¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?

Santiago 2:5



Estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Mateo 7:14

Sólo había tres discípulos con Jesús en la montaña (Mateo 17:1) para ser testigos de la majestad de aquel a quien el Padre glorificaba y de quien dijo: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia” (2 Pedro 1:17). Sólo eran tres en el huerto de Getsemaní, allí donde Jesús pidió a su Padre que si fuese posible lo librase de esos sufrimientos expiatorios de la cruz (Mateo 26:39). Sólo hubo un discípulo cerca de la cruz (Juan 19:26). Después de su resurrección, Jesús sólo se apareció a los suyos (Hechos 10:40-41; Hechos 1:1-9).
No eran muchos en esos momentos cruciales de la vida del Señor Jesús en la tierra, pero eran lo suficientemente numerosos para que queden bien sentados los hechos que seguidamente deberían dar a conocer alrededor de ellos.
Los que hoy quieren seguir al humilde Jesús de Nazaret, a menudo son personas insignificantes, pobres y despreciadas. Para entrar en el reino de los cielos es necesario hacerse pequeño como un niño (Mateo 18:3). Si el mundo nos desprecia, recordemos que Dios no lo hace. Jesús fue despreciado antes que nosotros (Juan 15:18). “No os extrañéis si el mundo os aborrece” (1 Juan 3:13). “No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido el Señor y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto el Señor os amó” (Deuteronomio 7:7-8).


© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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