miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿YA TE DISTE CUENTA?

¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ti, a quien el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos.

Por eso, alégrate, aunque sea necesario que por algún tiempo tengas muchos problemas y dificultades. Porque la fe que tienes en Dios es como el oro: así como la calidad del oro se prueba con fuego, la fe que tienes en Dios se prueba por medio de los problemas. Si pasas la prueba, tu fe será más valiosa que el oro, pues el oro se puede destruir. Así, cuando Jesucristo aparezca, hablará bien de la fe que tienes en Dios, porque una confianza que se ha probado tanto merece ser muy alabada.

Aunque nunca has visto a Jesucristo, lo amas y crees en él, y tienes una alegría tan grande y hermosa que no puede describirse con palabras. Vives alegre porque ya sabes que Dios te salvará, y por eso confías en él." 1 Juan 1:6-3-9 (NVI y TLA)

"Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos. Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma. La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona. Nos hacen caer, pero no nos destruyen." 2 Corintios 4:8-9 (TLA)

Así también oraba el salmista: "Cuando me encuentro en problemas, tú me das nuevas fuerzas. Muestras tu gran poder y me salvas de mis enemigos." Salmos 138:7 (TLA)

"Por eso, estimado amigo, no dejes de confiar en Dios, porque sólo así recibirás un gran premio. Sé fuerte, y por ningún motivo deje de confiar cuando estés sufriendo, para que así puedas hacer lo que Dios quiere y recibas lo que él te ha prometido." Hebreos 10:35-36 (TLA)

En este día, te invito a que ores como lo hizo David hace tanto tiempo:

"Dios mío, tú eres mi luz y mi salvación; ¿de quién voy a tener miedo? Tú eres quien protege mi vida; ¡nadie me infunde temor! Cuando mis malvados enemigos me atacan y amenazan con destruirme, son ellos los que tropiezan, son ellos los que caen. Me puede atacar un ejército, pero yo no siento miedo; me pueden hacer la guerra, pero yo mantengo la calma. Dios mío, sólo una cosa te pido, sólo una cosa deseo: déjame vivir en tu templo todos los días de mi vida, para contemplar tu hermosura y buscarte en oración.

Cuando vengan tiempos difíciles, tú me darás protección: me esconderás en tu templo, que es el lugar más seguro. Tú me darás la victoria sobre mis enemigos; yo por mi parte cantaré himnos en tu honor, y ofreceré en tu templo sacrificios de gratitud. Dios mío, te estoy llamando: ¡escúchame! Ten compasión de mí: ¡respóndeme!

Una voz interna me dice: "¡Busca a Dios!" Por eso te busco, Dios mío. Yo estoy a tu servicio. No te escondas de mí. No me rechaces. ¡Tú eres mi ayuda! Dios mío, no me dejes solo; no me abandones; ¡tú eres mi salvador! Mis padres podrán abandonarme, pero tú me adoptarás como hijo.

Dios mío, por causa de mis enemigos dime cómo quieres que viva y llévame por el buen camino. No dejes que mis enemigos hagan conmigo lo que quieran. Falsos testigos se levantan, me acusan y me amenazan.

¡Pero yo sé que viviré para disfrutar de tu bondad junto con todo tu pueblo! Por eso me armo de valor, y me digo a mí mismo: "Pon tu confianza en Dios. ¡Sí, pon tu confianza en él!" Salmos 27 (TLA)

¡Estimado amigo, el día de hoy te desafío a que no engrandezcas tu problema ni tu situación: Engrandece a tu Dios, que es más poderoso!

Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca.

En Jehová se gloriará mi alma; lo oirán los mansos y se alegrarán.

Engrandeced a Jehová conmigo y exaltemos a una su nombre.

Busqué a Jehová, y él me oyó y me libró de todos mis temores.

Los que miraron a él fueron alumbrados y sus rostros no fueron avergonzados.

Este pobre clamó, y lo oyó Jehová y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los defiende. Gustad y ved que es bueno Jehová. ¡Bienaventurado el hombre que confía en él!

Salmos 34: 1-8 (RV95)

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