jueves, 22 de marzo de 2012

NO VIVA ATADO A SU PASADO

Quienes viven atados a su pasado no pueden disfrutar del presente, y lo más probable, es que terminen presos de la amargura, el resentimiento y la imposibilidad de disfrutar cada instante que Dios les regala...

¡Hoy es el día para dejar atrás su pasado...!

L

os mismos recuerdos. Iban y volvían. Justo cuando emprendía nuevos rumbos y las cosas salían a pedir de boca, y cuando en criterio de sus amigos estaba dando pasos hacia el éxito, lo asaltaban las imágenes de sus errores de ayer y se frenaba, desanimado y con la firme convicción de volver atrás razonando que ‘‘No valían la pena sus esfuerzos’’.

Perdió la cuenta de la infinidad de ocasiones cuando reemprendió proyectos, comenzó a cambiar con su esposa e hijos y reconoció que tenía potencialidades. No obstante, se daba por vencido fácilmente cuando su pasado lo atormentaba y le hacía sentir que era un fracasado.

Sólo pudo dar pasos hacia la victoria, el día que comprendió que el pasado debía quedar en el pasado. Es cierto, había cometido muchos errores, pero formaban parte del ayer que debía quedar sepultado. ‘‘Entendí que el propósito de Dios para mi vida era que la disfrutara plenamente y que, al darle cabida a pensamientos de derrota, estaba echando por la borda todo lo maravilloso que Él tenía para mí. ’’

Es necesario que el pasado, quede en el pasado y nos demos una nueva oportunidad…

¿Le ha pasado algo similar? Probablemente sí. A millares de personas hoy día les ocurre lo mismo alrededor del mundo entero. ¿La razón? Viven atados al pasado.

En una reciente entrevista al autor y conferencista español, Emilio Fiel, respecto a lo que nos ata, compartió una respuesta que refiere lo perjudicial de guardar sentimientos negativos sin que queramos renunciar a ellos: ‘‘Lo que rechazas, aquello en lo que no quieres pensar, se hunde en el inconsciente para resurgir una y otra vez fuera de control en cualquier momento de tu vida. Sin duda, vendrá en el momento más delicado. Sólo nos encadena el odio, el rencor, lo que rechazamos. Y sólo nos libera el amor, la aceptación de los errores para corregirlos, y el asumir que muchas de las cosas que comienzan siendo negativas se convierten en las mejores bendiciones de nuestra vida’’ (Diario El País, Colombia. 04/01/2012. Pg. C2)

Es probable que usted sea una de esas personas. Incluso, vive atormentándose por los pecados que Dios ya le perdonó. Deja que Satanás lo acuse con los errores del pasado.

Piense en el hoy y no se amarre al ayer

El proceso de cambio comienza con la renovación de nuestra forma de pensar. Entender que el ayer quedó sepultado en el ayer y que, delante de nosotros, se abren nuevas oportunidades que Dios nos regala cada día. El apóstol Pablo lo describió de la siguiente manera: ‘‘No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo. No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro sólo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús. Que todos los que son espiritualmente maduros estén de acuerdo en estas cosas. Si ustedes difieren en algún punto, estoy seguro que Dios se lo hará entender…’’ (Filipenses 3:12-15. Nueva Traducción Viviente)

En el proceso de ser sanados es necesario reconocer que hemos cometido errores y, aceptar que nuestro amoroso Padre nos perdonó y nos corresponde ahora, perdonarnos a nosotros mismos. Es una decisión que nadie más que nosotros podemos y debemos tomar.

Piense siempre que Dios quiere lo mejor para su existencia y que, su actitud de vivir en el pasado, es la que está poniendo obstáculos a ese propósito divino… Usted es un vencedor, un potencial ganador en todas las circunstancias, así que no viva en el pasado…

Si hay una decisión que no puede dilatar, es la de recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de su existencia. Puedo asegurarle que jamás se arrepentirá. Dios quiere transformar su vida…

© Fernando Alexis Jiménez

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