sábado, 24 de noviembre de 2012

AGRADAR AL SEÑOR



No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo…
Colosenses 1:9-10


Procuramos también… serle agradables.
2 Corintios 5:9

Este es el gran móvil que debe determinar las acciones del creyente.  Las tareas cotidianas, a menudo pesadas y repetitivas para muchos de entre nosotros, no son un obstáculo para el desarrollo espiritual.  Al contrario, incluso en esas tareas podemos servir al Señor si las realizamos honestamente y con la buena conciencia de que lo hacemos para él.
Si nuestro jefe o superior es severo, exigente e injusto, oremos primero para que Dios nos dé la capacidad de soportarlo y, además, de considerar a esta persona como alguien en quien Dios se interesa.  Desempeñemos nuestro trabajo serenamente, “como para el Señor”, quien es nuestro verdadero Maestro.  Mostremos que el hijo de Dios no sólo obedece la Palabra de Dios, sino que se goza en hacerlo.
Este es el comportamiento que el creyente debería tener cada día. Así podrá ser un testigo de su Señor.  “Todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús” (Colosenses 3:17).
Y si tenemos contratiempos o temores, leamos Filipenses 4:6-7: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.  Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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