La muerte y la vida
están en poder de la lengua.
Proverbios 18:21
Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
Mateo 12:37
Los medios de comunicación y un libro publicado por
un periodista en 1996 revelaron a todo el mundo la existencia de una extensa
red de espionaje: la red Echelon. Está
compuesta por antenas y estaciones de escucha repartidas en todo el mundo y
conectadas a potentes computadoras mediante satélites. Permite cada día interceptar y grabar millones
de comunicaciones electrónicas: teléfono, fax, e-mails… Los procesamientos por
computadora extraen las comunicaciones que interesen a los especialistas del
espionaje.
Pero, ¿sabía usted que todas las palabras que pronunciamos a lo largo de nuestra vida son «grabadas» de forma infalible, y que un día todos estaremos confrontados a lo que hayamos dicho, sea bueno o sea malo? ¿Quién es capaz de realizar esta proeza inaudita, sino sólo Dios? Jesucristo dijo: “Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mateo 12:36). Y añadió que, según lo que digamos, seremos justificados o condenados. ¿Cómo puede un hombre ser justificado ante Dios por lo que dice? La Biblia da la respuesta: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). Si usted se apropia de esta verdad, no comparecerá en el juicio ante Dios, porque el que cree en Jesús no es juzgado (Juan 3:18). Luego, como cristiano, usted deseará honrar a Dios teniendo cuidado con lo que diga en su vida cotidiana.
Pero, ¿sabía usted que todas las palabras que pronunciamos a lo largo de nuestra vida son «grabadas» de forma infalible, y que un día todos estaremos confrontados a lo que hayamos dicho, sea bueno o sea malo? ¿Quién es capaz de realizar esta proeza inaudita, sino sólo Dios? Jesucristo dijo: “Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mateo 12:36). Y añadió que, según lo que digamos, seremos justificados o condenados. ¿Cómo puede un hombre ser justificado ante Dios por lo que dice? La Biblia da la respuesta: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). Si usted se apropia de esta verdad, no comparecerá en el juicio ante Dios, porque el que cree en Jesús no es juzgado (Juan 3:18). Luego, como cristiano, usted deseará honrar a Dios teniendo cuidado con lo que diga en su vida cotidiana.
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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