jueves, 15 de noviembre de 2012

LA LUZ DEL MUNDO



Vosotros sois la luz del mundo… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:14-16

Benjamín Franklin, hijo de un fabricante de velas, fue famoso en el campo de la electricidad.  Cuando aún era joven, como quería que los habitantes de Filadelfia se diesen cuenta de la importancia de iluminar las calles, colgó una lámpara en un poste, delante de su casa.  Cada noche limpiaba el cristal y prendía la mecha.  La luz se veía desde lejos y, como lo esperaba, su ejemplo fue seguido por unos cuantos vecinos, ¡convencidos de la importancia de iluminar las sombrías calles!
Jesucristo habló mucho de luz y tinieblas en sentido figurado.  Dijo de sí mismo: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12).  Él es la fuente de la luz.  A sus discípulos les dijo: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14-16), porque habían recibido una nueva vida que les permitía irradiar Su propia luz.  En la Biblia, el creyente es comparado a una lámpara en un lugar oscuro, que lleva la luz de la Palabra de Dios en medio de las tinieblas morales de un mundo sin referencias.  Así como la luz alumbra y revela los obstáculos, el creyente puede ayudar a su prójimo a encontrar el camino que lleva a Cristo.
Para que una lámpara alumbre bien, hay que colocarla en un sitio visible.  Del mismo modo, la vida del creyente debe reflejar los caracteres de su Maestro, es decir, la bondad, la justicia y la verdad.  Además, así como la bombilla debe estar en contacto con la corriente, el creyente tiene que permanecer en contacto con la fuente de la luz: Jesús.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

No hay comentarios: