Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro
de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un
corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu.
Ezequiel
36:26-27
En la
escuela dominical los chicos habían aprendido el versículo de Proverbios 23:26:
“Dame, hijo mío, tu corazón”. Cuando llegó a su casa, Violeta preguntó a su
papá: – ¿Qué quiere decir: “Dame, hijo mío, tu corazón”? –Te lo voy a explicar,
contestó el padre. Ve a buscar tu monedero. Vacilando, la niña buscó su viejo
monedero que contenía algunas monedas.
Sin más explicaciones, el padre lo puso en su bolsillo. Algunos días después llamó a su pequeña hija y le dijo: –Escúchame, Violeta. Me pareció que tu monedero estaba en mal estado para lo que quería poner en él. Aquí tengo uno nuevo para reemplazar al viejo. Y mira lo que puse adentro. Muy contenta, la pequeña abrió el nuevo y hermoso monedero y constató que sus pocas monedas habían sido reemplazadas por un valioso billete.
Entonces su padre le explicó: –Querías saber por qué el Señor Jesús quiere nuestro corazón. Sólo podemos darle lo que tenemos, un corazón feo. Pero él nos lo cambia por uno nuevo que contiene un tesoro; verdadera felicidad, vida eterna y una alegre esperanza: ¡estar para siempre con él!
Sin más explicaciones, el padre lo puso en su bolsillo. Algunos días después llamó a su pequeña hija y le dijo: –Escúchame, Violeta. Me pareció que tu monedero estaba en mal estado para lo que quería poner en él. Aquí tengo uno nuevo para reemplazar al viejo. Y mira lo que puse adentro. Muy contenta, la pequeña abrió el nuevo y hermoso monedero y constató que sus pocas monedas habían sido reemplazadas por un valioso billete.
Entonces su padre le explicó: –Querías saber por qué el Señor Jesús quiere nuestro corazón. Sólo podemos darle lo que tenemos, un corazón feo. Pero él nos lo cambia por uno nuevo que contiene un tesoro; verdadera felicidad, vida eterna y una alegre esperanza: ¡estar para siempre con él!
***
Y cuando estemos en la luz
De la presencia de Jesús,
¡Qué gozo nos será!
La fuente del divino amor
De nuestro amado Salvador,
¡Jamás se agotará!
Y cuando estemos en la luz
De la presencia de Jesús,
¡Qué gozo nos será!
La fuente del divino amor
De nuestro amado Salvador,
¡Jamás se agotará!
© Editorial La Buena Semilla, 1166
PERROY (Suiza)
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