sábado, 6 de agosto de 2011

LA MUERTE ES COMO UNA LLAVE DE ORO

… para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

Hebreos 2:14-15

Al mirar un cuadro que representa a la muerte en forma de esqueleto sosteniendo una guadaña en la mano, un creyente hizo el siguiente comentario: «Yo hubiese pintado a la muerte en forma de ángel con una llave de oro en la mano». ¡Qué diferencia! La muerte es la consecuencia del pecado (Romanos 6:23) y el juicio contra el desobediente (Génesis 2:17). Nos llegará a todos, porque todos pecamos. Sin embargo la muerte, fin de nuestra vida terrenal, conduce a dos destinos completamente opuestos e incomunicados. La muerte introduce en el paraíso a aquellos cuyos pecados fueron perdonados mediante el sacrificio de Cristo, pero a los que no creen los conduce con sus pecados a un lugar de tormento (Lucas 16:23), en medio de la amargura y la angustia, donde esperan el juicio del Dios santo.

Vale la pena definir desde hoy hacia qué destino me conducirá la puerta de la muerte.

Leamos lo que Jesús dijo a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-26). Jesús, después de su resurrección, dijo también al apóstol Juan: “No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:17-18). El que tiene la llave de oro no es un ángel, sino Jesús mi Salvador. ¿Es también su Salvador?

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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