jueves, 17 de mayo de 2012

TU PROVISION ESTA EN EL EDEN


En el capítulo 2 del libro de Génesis, vemos la historia de la creación del hombre. 

Dios plantó un Edén.  El hombre no tuvo que buscar ese primer lugar donde habitar.  Cuando Dios lo  formó de la tierra, lo puso en ese lugar especial que creó específicamente para él.  El hombre no tuvo que ubicarse, sino que Dios se encargó de ubicarlo. 

Una de las cosas más importantes que tenemos que aprender es acerca de la ubicación. 

En las familias, hay ocasiones en que algún miembro pretende asumir un rol que no es el que le corresponde.  El hermano mayor no es el padre o la madre de la familia.  Tiene un problema, y es que está desubicado. 

Una de las cosas en las que todos tenemos que ubicarnos es en nuestros tiempos.  Por ejemplo, hay mucha gente que rechaza fuertemente la tecnología, pero estamos en tiempos en los que muchas cosas se hacen a través de la tecnología.  Es necesario que nos ubiquemos. 

En cuanto a la vestimenta, también nos tenemos que ubicar.  Es desagradable ver a una mujer entrada ya en edad, por ejemplo, vestida o comportándose como si fuera una jovencita de quince años. 

En ocasiones, vemos padres cuyo comportamiento es más errático que el de los jóvenes de la casa, y vemos entonces jóvenes que tienen que tomar el rol de los padres, porque los padres no entienden la responsabilidad de ser padres. 

Todo esto es falta de ubicación. 

Desde que el hombre pecó, vemos hombres que han estado buscando la ubicación geográfica del Edén.  Mientras más el hombre busca el Edén, más frustración siente, porque no lo ha encontrado. 

Sin embargo, hay hombres y mujeres de Dios que han encontrado el Edén y no se han dado cuenta, porque hoy el Edén para nosotros no es un lugar físico, sino una condición espiritual de conexión con Dios. 

Hay cinco términos que definen al Edén: lugar, momento, presencia, puertas abiertas, y lugar agradable. 

Quizás en el mundo natural no tenemos un lugar en el mapa que diga Edén, donde podamos ir a ver cómo eran los árboles, los ríos, los frutos, pero nosotros en el espíritu podemos llegar a lugares con nuestro Dios.  El Dios que da provisión para nuestros sueños es el mismo Dios que es capaz de plantarnos en un Edén.  Él es capaz de ponernos en un lugar, en un momento en específico, con su presencia alrededor nuestro, con puertas abiertas para todo lo que nosotros hacemos, y sobre todas las cosas, para que sea agradable para nosotros. 

Tenemos que levantarnos y clamar todas las cosas que Dios ha declarado que son para todos y cada uno de nosotros. 

Muchos pensamos que todo lo que tenemos que hacer en el Señor es con lucha y con guerra, y sí, hay momentos en los que ciertas cosas que hacemos para el Señor tenemos que guerrearlas, tenemos que arrebatarlas, pero hay momentos en nuestra vida donde vivimos en una sincronización, y esa sincronización trae como resultado la provisión para nuestros sueños.

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